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El último liberal

Koldo y Ximo Puig en Waterloo

«En los tiempos actuales, los socialistas se han convertido en auténticos expertos de colocar a los más leales en puestos críticos con la esperanza de que no pase nada»

Imagen de archivo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el expresidente de la Generalitat Ximo Puig y el exministro de Fomento José Luis Ábalos EFE
Fernando Llopis

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En las vísperas de la batalla de Waterloo, Napoleón le dio el mando de parte de sus tropas al general Grouchy. Este no era el mejor de sus generales, pero sí el que iba a ejecutar sus órdenes sin dudar, podríamos llamarlo «noventa por ... cien lealtad, diez por cien capacidad». Pero como decía el general prusiano Helmuth von Moltke, «Ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo». Así sucedió en Waterloo y lo que hubiese querido Napoleón que Grouchy hubiese hecho durante el transcurso de la batalla, no era lo que originalmente le había pedido. Aunque el rugir cercano de los cañones le pudiese hacer pensar, tal como le indicaban sus oficiales, que Napoleón necesitaba la ayuda de las tropas que él dirigía, Grouchy se ciñó al plan que originalmente le había encomendado Napoleón. El resto es historia y Napoleón acabó en la isla de Santa Elena maldiciendo el día que pensó en Grouchy para algo tan importante.

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