Famorca: La otra lista del paro

El pueblo de la Comunidad con mayor tasa de desempleo tiene 38 habitantes y seis parados: «Aquí ningún negocio funciona y el campo ya no da dinero»

Famorca: La otra lista del paro JUAN CARLOS SOLER

M. A. RUIZ COLL

FAMORCA (ALICANTE)

El tiempo se ha detenido en Famorca: el reloj del campanario de la iglesia marca las cuatro de la tarde desde hace años. Nadie diría que este pueblecito de la comarca de l'Alcoià, rodeado de almendros y olivos, se encuentra a apenas ... 40 kilómetros de Benidorm, la ciudad de los rascacielos.

Famorca tiene un censo de 38 habitantes —más de la mitad de ellos mayores de 65 años—, y el pasado mes de abril se convirtió en el municipio de la Comunidad Valenciana con la tasa de desempleo más elevada: el 40%. Sólo hay 15 habitantes en edad de trabajar, de los cuales seis se encuentran en paro.

Tampoco es que haya muchas oportunidades para abandonar la lista del Inem. «Aquí no funciona ningún negocio», afirma Purificación, que regenta el único bar del pueblo. Tiene 68 años y aún no se ha jubilado, pero su intención es cerrar el bar en cuanto abra sus puertas el nuevo restaurante que están construyendo a la entrada del pueblo, en cuyas obras trabajan seis albañiles rumanos.

Salvo una farmacia, no hay otros establecimientos en el pueblo. Hace ya casi 20 años que cerró la tienda de alimentación. Ahora, el pescadero visita la población una vez a la semana para ofrecer su mercancía, los martes, y la vendedora de verdura lo hace los jueves. Tres días a la semana viene el panadero.

Almendros y olivos

Porque prácticamente la única actividad económica que se desarrolla en el municipio es la agricultura. A mediados de septiembre se inicia la recogida de la almendra, que se vende a distinta firmas de Jijona para elaborar turrón. Y en Navidad, la del olivo. La única almazara del pueblo cerró, así que las olivas se venden ahora a las cooperativas de las poblaciones más próximas, como Millena o Gorga, para elaborar aceite.

Pero tampoco estos cultivos son ya tan rentables como antaño. «Hace diez años, pagaban la almendra a 200 pesetas el kilo, ahora no llega a un euro. Y la aceituna la compran a 30 céntimos el kilo. Si tienes que pagar a 50 euros el jornal, al final pierdes dinero», explica Purificación.

Pese a todo, los seis parados de Famorca tienen la confianza de abandonar pronto la lista del Inem, ya que el Ayuntamiento les contrata por períodos de tres meses, para efectuar pequeños trabajos. «Arreglamos los caminos, desbrozamos las cunetas y a veces limpiamos de maleza los márgenes del río, para evitar inundaciones. Yo soy la única mujer, pero no me molesta el trabajo físico», explica María Jesús, que tiene 56 años.

En el pueblo no hay prácticamente jóvenes: los que pueden se van a trabajar a Cocentaina o a Alcoy, en la construcción —aunque también esta puerta se ha cerrado ahora— o en la industria del calzado. María Jesús decidió quedarse en Famorca. Hace años trabajó en una fábrica de bolsos en Castells de Castells.

Un alcalde viajero

Eventualmente, realiza labores domésticas o cuida a personas mayores. Está en paro desde el mes de octubre y no ha podido cobrar la prestación porque no tenía suficientes meses cotizados. Ahora espera incorporarse en breve a la cuadrilla del Ayuntamiento.

Aunque 11 de los 38 habitantes de Famorca son extranjeros, el turismo no ha descubierto, todavía, los encantos del paisaje del municipio. La única casa rural del pueblo permanece vacía, y sus propietarios han decidido traspasarlas. En Famorca tampoco hay Policía Local. El cuartel de la Guardia Civil más próximo se encontraba en Quatretondeta, pero el Ministerio de Interior lo cerró hace años. Ahora, cuando ocurre alguna emergencia, los agentes se desplazan desde Cocentaina.

El alcalde, Tomás Ortiz (PP), reside habitualmente en Alicante y se traslada todos los fines de semana a Famorca, donde aprovecha para tramitar los asuntos municipales. En las últimas elecciones locales, el PP obtuvo 42 votos, el PSOE cuatro y el Bloc un sólo voto, el de su candidato. La campaña electoral ha pasado desapercibida, aunque Ortiz se ha comprometido a construir una piscina en el pueblo si sale reelegido... y si el presupuesto municipal lo permite.

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