El triunfo de la voz

Maravilló Francesco Meli con un Edgardo para recordar. Entre otras razones porque tenores con ese timbre tan bello, esa frescura y ese ataque no se dan todos los días. Es posible que no esté tan dotado para las agilidades como otros tenores belcantistas, pero sin embargo posee un buen volumen, con cuerpo y un fraseo lleno de fuerza. En definitiva, un tenor digo de la mejor tradición italiana. Stoyanov es un bajo correcto, y cumple con nobleza su cometido, pero en este caso queda una tanto ensombrecido por los dos jóvenes protagonistas.

Un completo desconocido por aquí, Chichón constituyó una agradable sorpresa con una dirección llena de pasión, sin dejar que decayera el ritmo y la intensidad del drama en ningún momento. Puede achacársele falta de detalles memorables, pero quizás en obras como «Lucia si Lammermoor» lo esencial es mantener el pulso e involucrar al espectador en un torbellino belcantista en el que mejor no pararse demasiado a pensar en las poco menos que disparatadas tramas. La orquesta y el coro, para variar, responden a las mil maravillas.

No molesta la puesta en escena de Vick. Sin llegar a ser acartonada, que no lo es en absoluto, es algo conservadora y poco imaginativa.