EL COSTE DE LOS FESTIVOS
Un puente de 450 millones de euros
La llegada de una semana con dos festivos intercalados reabre el debate sobre el traslado de las jornadas inhábiles a los lunes para evitar el elevado coste de los puentes
ALBERTO CAPARRÓS
En plena crisis económica todo está en revisión. Incluso el calendario de jornadas festivas. Una vieja reivindicación de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) —planteada hace ahora tres años— que ahora ha tomado como propia la patronal española CEOE. Los empresarios han planteado al nuevo Gobierno ... de Mariano Rajoy una revisión de las jornadas inhábiles, similar a los modelos que ya se aplican en Alemania o de Estados Unidos, de tal forma que el grueso de los festivos se trasladen a los lunes (como sostiene la patronal valenciana) o, en todo caso, a los viernes.
El objetivo de la medida pasa por evitar largos puentes como el que se presenta la próxima semana, en la que martes y jueves son festivos y la actividad económica el resto de días se presenta como una auténtica incógnita.
De hecho, según un estudio elaborado por la sección de Relaciones Laborales de la CEOE, un puente como el que se avecina en los próximos días puede suponer un coste equivalente del 0,45 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Un porcentaje que, trasladado a términos absolutos, supone una impacto negativo superior a los cuatrocientos millones de euros en la Comunidad Valenciana.
De acuerdo con los datos que maneja la CEOE, el coste que supone el actual calendario festivo y sus consiguientes puentes alcanza en la Comunidad Valenciana cerca de 2.400 millones de euros anuales.
España es, junto a Chipre, el país de la Unión Europeo con un mayor número de festivos. Las catorce jornadas inhábiles, sin embargo, no constituyen la principal preocupación de los empresarios. En España la media de horas trabajadas alcanza las 1.720 anuales por la 1.655 que contabilizan los alemanes.
En este aspecto no se ha abierto el debate. Sin embargo, las patronales quieren acabar con ese limbo que suponen días como la semana que comienza mañana, con dos festivos en martes y jueves.
El coste en la industria
El sector industrial es el principal perjudicado por esta circunstancia. Los costes que supone abrir y cerrar las fábricas con una frecuencia de veinticuatro horas propician que en muchos casos se opte por parar la actividad. Sin embargo, no siempre se alcanzan acuerdos con los trabajadores para que estos días computen como vacaciones.
En estos casos, según fuentes empresariales, los costes salariales y aquellos relativos a las cotizaciones a la Seguridad Social se mantienen, lo que constituye una de las principales pérdidas económicas.
Más allá de la respuesta que pueda ofrecer el nuevo Ejecutivo central —la Generalitat únicamente tiene competencias para fijar cuatro festivos anuales y los ayuntamientos dos—, los empresarios abogan por alcanzar un acuerdo con los sindicatos para juntar las jornadas festivas con los fines de semana.
Para ello esgrimirán el elevado número de desempleados, que de acuerdo con el último dato oficial, difundido el pasado viernes por el Ministerio de Trabajo, ha superado las 532.000 personas.
En todo caso, para alcanzar un consenso será necesario que todas las Administraciones públicas fijen una posición común para evitar una disparidad de criterios en el conjunto del territorio español. El Consell se ha mostrado abierto al diálogo, al igual que el sindicato Comisiones Obreras. UGT, en cambio, ha mostrado sus reticencias a la medida.
Turismo y religión
Sin embargo, en el propio sector empresarial tampoco existe una posición común, ya que al contrario de las empresas de la distribución comercial o de la propia industria, el turismo muestra recelos hacia la medida de agrupar festivos con fines de semana al considerar que podría mermar su cifra de negocio.
Esta rama de actividad aporta más del catorce por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) español, de ahí que su peso haya propiciado la ausencia de un discurso homogéneo en la patronal.
Los defensores de la medida consideran que los fines de semana de tres días no perjudicarían a los intereses del sector turístico.
Otro aspecto que está ralentizando un eventual acuerdo sobre el nuevo calendario laboral se halla en el «respeto absoluto a las creencias religiosas mayoritarias» que pretende salvaguardar la patronal. En Alemania hubo un acuerdo al respecto tras una larga negociación.
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