Skármeta: «Nadie nos enseñó lo más esencial: cómo ser padres»
El autor chileno recobra su territorio sentimental en «Un padre de película»
SERGI DORIA
Antonio Skármeta no para. Va camino de la feria de Fráncfort y viene de asistir al estreno en Los Ángeles de la ópera de Plácido Domingo sobre «El cartero y Pablo Neruda». Después de ver su novela adaptada al teatro, en película, leída por millones ... de escolares y emitida como radionovela, el autor chileno nunca imaginó que fuera también una ópera celebrada por crítica y público.
En la misma tesitura sentimental del cartero se sitúa «Un padre de película» (Editorial Planeta), una historia aparentemente sencilla, pero con un profundo calado pasional.
Pongamos a un padre francés que deja la familia para recuperar la «charme» parisina; un hijo que se queda cuidando de la madre, y como modesto profesor de provincias hace de padre de sus alumnos guiándoles en la procelosa primavera de la vida… Una aldea de sur de Chile que podría ser cualquier lugar del mundo siempre, puntualiza Antonio Skármeta, «que se encuentre a distancia de los ruidos contaminantes de la globalización».
Si en su última novela, «El baile de la victoria», se escuchaba el alboroto urbano y rumores cosmopolitas. «Un padre de película» es, según el autor, «una novela clara, prístina, con una textura muy respirada, natural, que huye de lo retórico». Un tono aparentemente apacible que desvela, a medida que avanza la lectura, las pasiones de los protagonistas.
En su búsqueda de lo esencial de las vidas humanas, Skármeta destaca la relación entre padres e hijos: «Nadie nos enseñó cómo ser padres ni cómo aprender a ser libres sin la tutela del padre…
En Latinoamérica tenemos muchos «guachos», que son los hijos abandonados por el padre, una figura conflictiva y propensa a evadirse del hogar. Un personaje débil que, cuando las cosas no van bien, deja de cumplir con sus responsabilidades o un personaje colérico y autoritario que obliga a sus hijos a buscar cobijo en la madre». «Un padre de película» es, también, una crónica sentimental aliñada con boleros de Lucho Gatica, el «Zazie» de Queneau y el canon cinematográfico de Skármeta; entre las películas predilectas, «Río Bravo», con aquel sheriff borrachín que encarna Dean Martin y que inspira a sus personajes novelescos: «Es el antihéroe degradado que acaba redimiéndose» apostilla.
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