La nueva primera dama pide paso
La esposa de Artur Mas no está dispuesta a quedarse en un segundo plano, como hicieron sus predecesoras, y apunta maneras de Michelle Obama o Jackie Kennedy
No es habitual que, en mitad de un mitin, la esposa del candidato suba al escenario. Al menos en Cataluña, donde las parejas de los políticos suelen adoptar un discreto segundo plano. Por eso, cuando Helena Rakosnik Tomé (Barcelona, 1957) besó a su marido ante ... 20.000 simpatizantes de CiU después de que éste, entre lágrimas, reconociera su apoyo en los momentos difíciles, muchos interpretaron el gesto como toda una declaración de intenciones: la de una mujer que no está dispuesta a ceder todo el protagonismo como hicieron sus predecesoras. «Seré yo misma si llega el momento», aseguró hace años, cuando Artur Mas se hallaba inmerso aún en su travesía del desierto política. Guapa, simpática, aficionada a la moda y fumadora empedernida, la nueva primera dama pide paso. En este sentido, esta catalana de origen checo, que quiso ser arqueóloga pero finalmente estudió Magisterio, tiene más de Marta Ferrusola que de Anna Hernández o Diana Garrigosa, y atendiendo a su atractiva imagen se diría que tiene vocación de Jackie Kennedy o Michelle Obama. Coincidencia o no, los asesores de CiU siempre se han sentido atraídos por el marketing americano, que han intentado trasladar a sus actos electorales.
Rakosnik y el futuro presidente de la Generalitat, Artur Mas, se conocieron hace 30 años, en la boda de un compañero de facultad del dirigente nacionalista. En aquellas fechas, el presidente «in pectore» de la Generalitat tenía otra novia que quedó rápidamente en el olvido. El pasado día 13, en pleno arranque de la campaña de las elecciones autonómicas, celebraron el trigésimo aniversario de ese encuentro. Por sus gestos se diría que en todo este tiempo apenas se han separado, tal es la complicidad y el cariño, en ocasiones excesivo, que se profesa esta pareja, aparentemente perfecta. En público, el desparpajo de Helena compensa la timidez de Artur. Incluso ha organizado sus propias ruedas de prensa con los periodistas. En privado, ella improvisa y se hace esperar, mientras que él es puntual y organizado. «Helena es comprensiva y paciente, y siempre me ha puesto las cosas muy fáciles», asegura el futuro mandatario catalán.
Helena explica que Mas se compra su propia ropa y que la deja preparada por la noche para evitar despertarla por la mañana cuando se va al gimnasio temprano. No obstante, ella vigila y en ocasiones corrige la estética de su esposo. En el último debate televisivo de candidatos, Helena admitió que la elección de la corbata que llevaba el presidente de CiU no era la más adecuada. Y cuando apretó el frío en el estudio, Artur bromeó sobre la necesidad de tener cerca a Helena. Lo dicho, una pareja bien avenida que se fortaleció a raíz del cáncer de pecho que ella sufrió hace tres años y que la obligó a someterse a radioterapia durante dos meses. Su marido la acompañó en todas las sesiones. Sus familiares no dejan de regañarla por seguir fumando.
Desde Valencia
La familia Rakosnik se instaló primero en Valencia y después en Barcelona hace muchos años. El padre de Helena, Emilio Rakosnik, se introdujo primero en el sector del cartón mediante las empresas Lito Enna, Micrográfica del Envase o Noenvas y, a partir de 2002, en el inmobiliario a través de sociedades como Opnitik y Edira. La madre de Helena, nacida en Narbona, mujer culta y de carácter fuerte, es hija de soriano y murciana. En 1982, Artur y Helena se casaron en la ermita de Llerona, en Franqueses del Vallés (Barcelona). El viaje de novios consistió en una ruta en coche por el sur de Francia y el norte de Italia. Son padres de tres hijos, Patricia, Albert y Artur. Viven en la calle Tuset de Barcelona, lugar de culto de la «gauche divine» de los años setenta, y veranean desde hace años en la localidad costera de Vilassar de Mar (Barcelona). Hasta ahora, esta pareja dedicaba los domingos exclusivamente a la familia, costumbre que se verá perturbada por las nuevas responsabilidades del líder convergente.
Helena, a quien su marido llama «Helen» o «Helène» en la intimidad —Mas es un apasionado de la literatura francesa—, trabaja como asistente de dirección en la empresa pública Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB). Tiene reducción de jornada desde hace años para poder ocuparse de sus hijos. De momento, no piensa renunciar a su profesión pues, según advirtió hace unos días, «el sueldo de Artur no es para tanto». Aunque ese comentario es anterior a la victoria electoral del dirigente nacionalista.
Es frecuente ver a Rakosnik en desfiles de moda, pero también en galas benéficas, como la organizada el pasado miércoles en Barcelona por la Fundación Lucha contra el Sida. Es presidenta y miembro del Patronato de la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios (FITA). En sus ratos de ocio diseña joyas y escucha música «soul». Luce sus arrugas con naturalidad y por mucha admiración que su marido confiese sentir por la actriz Michelle Pfeiffer, Helena tiene poco que envidiarle.
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