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Carina Mejías - Tribuna abierta

Refugiados de primera y de segunda

«Su determinación en la defensa de los DDHH para unos contrasta con su actitud de olvido y menosprecio a otros»

Hace unas semanas las alcaldesas, de Barcelona y Madrid, Colau y Carmena, se desplazaron a Roma para abordar con el Pontífice el bloqueo de barcos de salvamento de inmigrantes. La constante defensa de la alcaldesa Colau del barco de Proactiva Open Arms para que pueda seguir con el trabajo de «salvar vidas sin excusas» en el Mediterráneo, de aquellos que huyen de la guerra y la pobreza y sus constantes referencias a la defensa de los derechos humanos, la ha llevado a afirmar que «llegaremos donde se deba, haremos lo que haga falta y tendrán todo nuestro apoyo».

Su determinación en la defensa de los DDHH para unos contrasta con su actitud de olvido y menosprecio a otros colectivos de refugiados políticos que viven en Barcelona y a los que no ha dedicado ni un minuto de su tiempo.

No la hemos oído condenar ni una sola vez el régimen dictatorial de Nicolás Maduro y la violación sistemático de los derechos humanos en Venezuela a través de la persecución política, la represión y la tortura. Casi 3.000 personas de ese país han solicitado asilo en Barcelona. Ellos también huyen de la grave crisis política, económica y social y no tienen acceso a algo tan básico como el derecho a la salud o a la alimentación. Pero Colau los ignora y les da la espalda, negándose a recibirlos o a aprobar ninguna de las múltiples iniciativas de apoyo al pueblo venezolano que hemos presentado desde la oposición.

No nos son ajenos, residen entre nosotros y sufren las dificultades y el desafío de huir de su país sin nada, abandonando a sus familias, sus propiedades y lanzándose a un incierto futuro. Son los refugiados de segunda, porque a Colau no le interesan. Para ella, simplemente no existen a pesar de que ha sido la ONU la que ha corroborado la gravedad de la situación. Si Barcelona es una ciudad de acogida, debe serlo para todos. Ante las crisis humanitarias, no cabe hacer distinciones. La bienvenida a los refugiados no es solo para los que llegan a bordo del “Open Arms”. Los derechos humanos son de todos y para todos.

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