Aragonès aparca en su puesta de largo el ‘estilo Torra’

Ayer, en cambio, Aragonès evitó mencionar al expresidente huido, mantuvo distancias con Torra y esquivó en todo momento la palabra ‘independencia’ en una ceremonia que, con todo, tuvo un marcado tono soberanista escenificado con la presencia en el Palau de la Generalitat de los presos Oriol Junqueras, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart y las apelaciones del nuevo presidente a la ‘República catalana’ y la ‘nueva Generalitat republicana’ que promete liderar.

«Necesitamos desbrozar el camino, siendo conscientes de que, quien abre paso suele ser quien más se ensucia. Toca arremangarse sin miedo de los rasguños», expresó Aragonès en un escueto discurso tras prometer el cargo por la «voluntad popular del pueblo de Cataluña», sin apelar a la Constitución ni el Estatuto de Autonomía. Tras ello, juró avanzar hacia una Cataluña, «próspera, justa, verde, feminista y plenamente libre» ante un reducido auditorio que contó con la presencia del ministro Miquel Iceta y de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau , entre otros, pero no con los representantes de Ciudadanos, el PP y Vox en el Parlamento catalán.

Con su pomposa toma de posesión, Aragonès buscó dibujar una vuelta al boato que, tradicionalmente, ha revestido la presidencia catalana desde la restitución del autogobierno en la Transición. Además, para aumentar la carga simbólica de la cita y conectarla más con la ciudadanía -que pudo seguir el acto por TV3- el equipo del nuevo presidente dosificó ‘guiños’ que buscaron resumir la filosofía con la que el republicano pretende marcar su mandato. Así, el acto empezó en la calle, con el nuevo presidente llegando al Palau a pie de la mano de su esposa y su hija de dos años. Allí, reivindicó la Generalitat republicana colocando un clavel rojo sobre la placa ‘Stolpersteine’ instalada en el suelo de la plaza Sant Jaume para recordar al expresidente Lluís Companys, fusilado durante la dictadura.

A continuación, ya dentro del palacio, Aragonès fue recibido por el major de los Mossos, d’Esquadra, Josep Lluís Trapero , jefe de la policía catalana durante el 1-O, momento tras el cual fue destituido y procesado por sedición, acusación de la que fue finalmente absuelto. Trapero fue restituido en su cargo al frente de la policía el pasado mes de noviembre. Además de pasar revista a un grupo de Mossos, Aragonès saludó a un batallón de trabajadores públicos que han luchado contra la pandemia del coronavirus.

La estudiada toma de posesión de Aragonès contrastó notablemente con la de su predecesor Quim Torra , quien optó por un acto pensado para resaltar la situación que rodeó su nombramiento, que puso fin a la intervención de la Generalitat en virtud del artículo 155 de la Constitución. De hecho, Torra quiso simbolizar su sumisión a Puigdemont evitando colocarse la medalla de presidente en un acto al que no acudió ningún representante del Gobierno de Mariano Rajoy . También pidió que su nombramiento no fuera leído por el presidente del Parlament, sino por un cargo menor. Puigdemont, a su vez, también quiso enviar un mensaje en su toma de posesión en 2016. En esa ocasión, el acto tuvo lugar en el Salón Sant Jordi y el expresidente mandó a su equipo tapar con una gran cortina negra el retrato del Rey que presidía la estancia.