El esperado debut de Joyce DiDonato en el Palau

El recital empezó con la extensa cantata «Arianna a Naxos» de Haydn, una rareza nada habitual que alterna largos recitativos con arias espectaculares. Tras ellos, una de las cúspides del Lied: los «Rückertlieder» de Mahler. La propia cantante confesó que los ha incorporado en su repertorio hace poco, durante los meses de confinamiento. Aun así, su versión es excelente. Solamente se echó en falta que abordase el ciclo completo, de cinco canciones, y no se quedara con una selección de tres. Cosas del Covid y la duración de los conciertos.

DiDonato y el pianista tuvieron algunos problemas para saltar del Romanticismo al Barroco de Hasse y Händel. Si hubiese habido entreacto, seguramente se habrían ahorrado un cierto sufrimiento, ya que el brusco cambio de estilo no es fácil de abordar en segundos. Aun así, fue deslumbrante ver cómo las tablas de DiDonato le permitieron capear el temporal de agilidades y bajadas al registro grave que exigen ambos compositores.

En el último tramo del recital, el arte del pianista Craig Terry lució especialmente. Sus arreglos de canciones como Caro mio ben, «In my solitude» o «La vie en rose» comparten, al mismo tiempo, el respeto por los originales, un punto de renovación por la vía del jazz y un gusto musical impecable, muy en la línea de la solista.

Al final, una sonora ovación -pese al aforo reducido a 700 personas- certificó la buena sintonía entre DiDonato y el público de Barcelona. De propina, entre otras, «Stardust», no cantada sino tocada a cuatro manos al piano con Terry; «I love a piano», de Irving Berlin; y una de las más bellas versiones de «Over the rainbow» que se hayan oído jamás.