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Primera biografía de Carlo Gastini, fundador de los Antiguos Alumnos de Don Bosco

Sergi Rodríguez investiga la vida de uno de los dos primeros alumnos de la familia salesiana que se introdujo en España por Barcelona

Juan Carlos Valero

Con motivo del 150 aniversario de la fundación de los Antiguos Alumnos de Don Bosco, editorial CCS ha publicado el libro 'Carlo Gastini. El poeta de Valdocco', una biografía hagiográfica, pero realista, del fundador de la principal familia laica de la Iglesia católica que persigue la máxima salesiana de ser «buenos cristianos y honrados ciudadanos». El académico, diplomático y vicerrector de la Universidad Abat Oliba-CEU, Sergio Rodríguez López-Ros, es el autor de esta obra que va prologada con un fragmento de una carta del Papa Francisco, en la que reconoce que aprendió el activismo vital y la importancia de formar comunidades a los 13 años, cuando estudió en el colegio salesiano Ramos Mejía. El adolescente Jorge Mario Bergoglio comprobó que «la vida allí era un todo», sin tiempo ocioso, siempre «sumergido» en un sinfín de actividades pedagógicas que en 1949 crearon en el futuro Papa «una cultura católica que nada tenía de beata o despistada» de la realidad social.

Al igual que todos los que se han educado en los salesianos, Sergi Rodríguez había oído hablar del fundador de los Antiguos Alumnos de Don Bosco, pero solo conocía anécdotas, ya que no existía una biografía de Carlo Gastoni, «il menestrello dei Saleniani» (el juglar de los salesianos). En su etapa profesional en Italia, donde dirigió el Instituto Cervantes de Roma y fue agregado de la Embajada de España en la ciudad eterna, Rodriguez desplegó un sinfín de tareas en favor de la cultura en español. También dirigió el Cervantes de Milán, donde ejerció de vicecónsul, y en una de sus visitas a Turín empezó a indagar en la figura de quien fue uno de los dos primeros alumnos de Don Bosco en el oratorio de Valdocco.

La historia rima

El contexto del siglo XIX en el norte de Italia resulta de una tremenda actualidad, puesto que entonces se producía la migración del campo a las ciudades por la atracción que ejercía la primera revolución industrial. Rodriguez señala que muchas de aquellas almas se encontraron, como ahora las que cruzan el estrecho en patera, que el sueño se torna pesadilla de trabajos precarios, vida en barrios con carencias y la rotura de la cadena natural de los valores. En ese contexto, nacen los salesianos y crean un oasis en Turín, la ciudad con el mayor caldo de cultivo del anarquismo de Europa hasta nuestros días. Es ahí donde surge la iniciativa de Don Bosco como uno de los santos sociales de la Iglesia en su denodado esfuerzo por la recuperación de los valores en las bolsas de pobreza de las ciudades.

Rodríguez señala que Don Bosco se dio cuenta del cambio antropológico que se avecinaba al percibir que las sociedades se creaban sin dar oportunidades. Hoy, la historia rima con aquel contexto, porque en esta cuarta revolución industrial sin fronteras, las desigualdades se agrandan también en los países donde existe Estado del Bienestar. Don Bosco advertía que el dinero que no invertimos en la educación de los jóvenes «nos lo reclamarán luego con un arma en la mano».

Presencia en Barcelona

Los salesianos los introduce en España el obispo de Sevilla Lluch i Garriga, tío bisabuelo de Ernest Lluch. Pero su objetivo era Barcelona, la Manchester industrializada de la época en España. Don Bosco visitó la Ciudad Condal en 1886 y con la ayuda de la burguesía local, como por ejemplo Dorotea de Chopitea, se dio impulso a distintas obras salesianas, como el colegio Rocafort, y luego las Escuelas Profesionales de Sarrià, entre otras. Los salesianos crean en Barcelona una cooperativa de viviendas en Meridiana y ensayan formas de economía social, como ahora propone el Papa Francisco.

Los Antiguos Alumnos de Don Bosco son uno de los grupos más numerosos y singulares de la familia salesiana, de la que han surgido 120 obispos y ocho cardenales, como Cristóbal López, de Badalona. Presentes en 134 países, esta orden ha educado a más de 50 millones de personas. En la confederación de Antiguos Alumnos de Don Bosco participan activamente más de cien mil personas repartidas en cien países, con el objetivo de mantener los valores recibidos y testimoniarlos en el mundo. Una misión basada en el fortalecimiento de los vínculos fraternos, mediante la formación continuada o la solidaridad recíproca, contribuyendo a un mundo mejor entre los jóvenes más necesitados.

Por el bien común

Carlo Gastini no era un intelectual, aunque sí poeta. Tampoco era un mecenas, puesto que quedó pronto huérfano de padre. Encuadernador de profesión, estuvo eternamente agradecido a Don Bosco porque, al acogerle en el oratorio de Valdocco, le hizo sentirse miembro de una comunidad en lo que era un colegio más allá del colegio, porque los alumnos no quedaban al libre albedrio al finalizar las clases y continuaban con actividades extraescolares, aprendiendo oficios, teatro, música, deporte, etcétera.

A juicio de Rodríguez, que fue el responsable de los Medios de Comunicación del Arzobispado de Barcelona, el futuro de la Iglesia está en pequeñas comunidades fuertes. «Y sobre todo en la superación del egoísmo a partir de responderse qué puedo hacer yo en este momento en la sociedad que me rodea». Para el autor de 'Carlo Gastini. El poeta de Valdocco', «la noción del bien común debe predominar, porque el egoísmo lleva a la soledad y a otras formas de esclavitud».

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