EL MENTIDERO
«Estoy hecho un chaval»
El ex presidente de la Generalitat vive una segunda juventud soberanista en la que siente capaz no sólo de volver a subir al Aneto, donde convocó las elecciones autonómicas de 1999, sino también al Montblanc
MARÍA JESÚS CAÑIZARES
EN materia independentista, Jordi Pujol, me recuerda mucho al castizo Paco Martínez Soria en la película «Estoy hecho un chaval». El ex presidente de la Generalitat vive una segunda juventud soberanista en la que siente capaz no sólo de volver a subir al ... Aneto, donde convocó las elecciones autonómicas de 1999, sino también al Montblanc, cima metafórica que se han propuesto alcanzar sus herederos convergentes partidarios de la autodeterminación.
Poco antes de encumbrar el Aneto, Pujol había recibido una regañina de Su Santidad el Papa Juan Pablo II por haber propiciado que Cataluña legalizara las parejas de hecho. El veterano nacionalista, católico confeso, alegó en su descargo que los políticos no deben imponer sus creencias a la sociedad. Contravenir ese dogma es precisamente lo que acaba de hacer Artur Mas con su participación en la consulta independentista de Barcelona. El actual líder de CiU ha aprovechado su cargo gubernamental para apoyar una causa que —atención a la perversión— ni está en su programa electoral ni en el sentir mayoritario de los catalanes, pero en la que íntimamente cree.
El domingo sabremos si ese balón de oxígeno que Mas y el propio Pujol han regalado al secesionismo se traduce en una mayor participación o en una nueva decepción, que de eso los dirigentes nacionalistas saben mucho pues me aseguran que en estos cien primeros días de gobierno, los hombres fuertes del nacionalismo se han dedicado a gestionar la frustración de muchos cuadros de UDC y CDC que, tras siete años de trabajos forzosos, confiaban en que la victoria electoral les proporcionaría un cargo en la administración, en su opinión más que merecido, pues cada día que pasa, se preguntan qué tienen esos consejeros independientes con ínfulas académicas que no tengan ellos. Pues entre otras cosas tienen derecho a «forfait» gratis en La Molina, al igual que el resto de miembros del Consell Executiu y del propio «president».
Así me lo ha hecho saber una amable portavoz de Ferrocarrils de la Generalitat de Cataluña (FGC), empresa que gestiona la estación, tras leer en este artículo que un alto cargo de la Generalitat exigió su pase nada más llegar al Palau de la plaza Sant Jaume. Un acuerdo del consejo de administración de FGC lo contempla y lo hace extensivo a los Síndicos de Greuges y de Comptes. ¡Así ya se puede subir montañas! Aunque los nacionalistas no tienen que demostrar nada. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero [hizo cimas en los Picos de Europa muy inferiores a las de Pujol.
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