La organización de la feria del libro Literal censura y excluye a El Viejo Topo
Miguel Riera, director de la editorial, lamenta la cancelación sufrida por parte de «estos ayatolás del antifascismo» que critican a Diego Fusaro
Las rutas de la cancelación: todos los caminos llevan a la censura
Barcelona
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Iniciar sesión«¿Quién otorga a estos poseedores de la 'verdad' del antifascismo la facultad de aceptar o negar? (y con dinero público por en medio, por cierto). ¡Cuánta arrogancia! ¿Dónde se funda el derecho que les permite prohibir? ¿Quién les autoriza a ello? ¿Piensan tal vez ... que Literal es su jardín? ¿Propiedad privada? ¿Para cuándo la quema pública de libros?». Con estas palabras, Miguel Riera, director de la editorial El Viejo Topo, ha denunciado la censura sufrida por la organización de la feria del libro Literal de Barcelona.
La feria Literal, que se celebra los días 20 y 21 de este mes en el recinto de la Fabra i Coats (Barcelona), se autodefine como «la feria de ideas y libros radicales» y este 2023 celebrará la novena edición. Durante los dos días de duración del evento, los asistentes pueden consultar la oferta de hasta un centenar de editoriales «independientes y librerías cooperativas», además de participar, entre otras actividades, en conversaciones, debates, presentaciones y recitales de poesía y cuenta cuentos.
Desde la primera edición de esta feria, que al menos este año cuenta con la ayuda económica de las tres administraciones públicas (Gobierno, Generalitat y Ayuntamiento), la editorial El Viejo Topo, responsable de una revista del mismo nombre y vinculada a otros proyectos liderados por Riera, ha participado siempre, dando a conocer su amplio catálogo de libros. Sin embargo, este año no será así porque los organizadores «no comparten determinadas líneas ideológicas» contempladas en el «catálogo editorial», según ha denunciado Riera.
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En un texto editorial publicado en la web de la empresa editora, Riera ha descrito la llamada que recibió por parte de la organización de Literal (cuya titularidad es de Cultura 21, SCCL) para comunicarle que este año no podrá participar en la feria del libro. «Su presencia en la Feria, en la que ha participado desde su fundación, ya no es bienvenida. Vamos, que no se le permite participar ni exhibir sus libros ni ejemplares de la revista», ha descrito el editor, que ha definido a los responsables de Literal como «nuevos inquisidores».
«¿El motivo? Los organizadores arguyen que no comparten determinadas líneas ideológicas contempladas en su catálogo editorial. Así de claro. Censura, como en los viejos tiempos del franquismo. Los organizadores se declaran firmes antifascistas, y les parece que El Viejo Topo no cumple con los requisitos necesarios para ser declarado antifascista», ha explicado Riera, que ha insistido: «El Viejo Topo, según estos antifascistas de parvulario, coquetea con el fascismo».
La marca El Viejo Topo se remite a una revista de política y cultura creada, entre otros, por el mismo Riera en 1975 para dar cabida a las posiciones ideológicas de izquierdas, desde la socialdemocracia hasta el marxismo y el anarquismo, desde una perspectiva crítica. Tras cerrar en 1982, la revista mensual volvió a los quioscos en 1993 y sigue en activo. Poco después, Riera utilizó el mismo nombre para crear una editorial de libros, que publica obras del ámbito de izquierdas sin eludir la crítica de ideas, sin dependencia partidista ni aceptando, sin más, las nuevas modas o corrientes políticas. En su catálogo hay obras de Bakunin, José Bové, André Breton, Lula da Silva, Engels, Íñigo Errejón, Juan Goytisolo, Carlos Jiménez Villarejo, Marx, Manuel Sacristán y Félix Ovejero, entre otros.
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En este sentido, Riera ha lamentado que desde Literal se decida qué es y qué no es lo correcto para publicar un libro: «De modo que la cosa es sencilla, si lo que dice alguno de los autores que publicas no le gusta a alguno de estos ayatolás del antifascismo, se le cancela y santas pascuas. Aquello del debate, de la crítica argumentada, de la discusión de ideas, es cosa del pasado. Ahora toca el redoble de tambor, el rostro al viento, la denuncia de cualquier cosa que no se alinee con su forma de ver el mundo. Toca cerrar filas ante la amenaza del fascismo, que al parecer de forma inminente va a ocupar las instituciones. Eso excluye el debate, el intercambio de ideas. Ante la magnitud del peligro, parecen creer estos nuevos defensores de la fe que no hay sitio para la inteligencia, solo cabe la acción. ¿A qué les recuerda esto?».
¿Qué autores no gustan a Literal? El polémico Diego Fusaro. Ese fue el nombre que desde la organización de la feria pusieron sobre la mesa. El origen del veto. Aunque Riera tiene «la certeza» de que no es el único autor de su catálogo (debe haber otros «perversos») que no gusta a Literal. Pero, ¿quién es Fusaro? Riera lo describe así: «Un joven y brillante filósofo italiano, todavía poco leído en nuestro país, del que El Viejo Topo ha publicado ya siete libros». Y lo define como «conservador en cuanto a costumbres y radicalmente anticapitalista en lo político y lo económico», pues «se declara sin tapujos marxista».
Afinando más, «su pensamiento encaja en una línea que empieza en Fichte y Hegel, transita por Marx y Croce, y desemboca finalmente en Gramsci». Muy popular en Italia, pese a su juventud (nació en 1983), ya que acude a distintos programas de televisión, no duda en afrontar temas políticos y escribe o debate en aquellos lugares que le dejan decir, sin tapujos, lo que piensa. Su pecado: «No tiene empacho en hacer públicas sus convicciones, completamente alejadas de la religión 'woke'» y, aunque en España no se le ha leído mucho, Steven Forti lo califica de «rojipardo». «Una calificación que dice muy poco, pues se aplica también a personajes tan dispares como Manolo Monereo, Ana Iris Simón o Santiago Armesilla», ha recordado Riera.
Pese a que Fusaro pueda ser polémico, molesto e incluso no gustar sus argumentos, ¿es eso un motivo para censurarle? Su editor parece tenerlo claro y cree que no es el único de El Viejo Topo que no gusta en Literal: «¿Es pues Diego Fusaro el personaje terriblemente peligroso al que los nuevos inquisidores temen? ¿Al que hay que negar el uso de la palabra? Tal vez en el catálogo de El Viejo Topo hay más autores execrables. Tal vez a los nuevos inquisidores les gustaría silenciar a unos cuantos. Quién sabe». Y finaliza su escrito con varias preguntas sobre la censura, tal y como se recoge unas líneas más arriba: «¿Dónde se funda el derecho que les permite prohibir? ¿Quién les autoriza a ello?».
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