La madre que asesinó a su hija en Sant Joan Despí pide perdón: «Ojalá fuese yo la que estuviese muerta»

Esta última sesión ha comenzado con la lectura de las cartas de despedida que Cristina dejó a sus padres, a su abuela y al progenitor de Yaiza, Sergio. Es una de las pruebas en las que tanto la Fiscalía como la acusación particular, que piden para ella prisión permanente revisable, se basan para afirmar que mató a la niña para vengarse de su expareja. Algunos de los pasajes de dicha misiva rezan: «A mi hija me la llevo conmigo que para eso la he parido yo. Decide si la entierras o la incineras. Vas a llorar la muerte de mi hija. Si me hubieras firmado el empadronamiento para mi colegio nada de esto hubiera pasado. Si me hubieras firmado el papel …Ahora te quedas sin tu hija y me la llevo conmigo que para eso la he parido yo...No querías que estuviese en casa de su abuela, pues ahora sigue haciendo tu puta vida, pero no voy a permitir que te quedes con mi princesa. Intenté volver contigo para que no estuviese con otra tía, ahora estará conmigo para siempre. Gracias por conseguir que mate a mi hija».

Tanto el fiscal, Félix Martín, como la abogada de la acusación, consideran que el texto prueba que Cristina mató a Yaiza para vengarse de su padre, que había comenzado una nueva relación. La acusada, que ha declarado esta mañana, aunque sólo a preguntas de sus letradas, ha indicado que tenía miedo a perder a su hija y a quedarse sola. Su relato se ha basado en explicar que el padre de la niña comenzó a cambiar de actitud ya durante el embarazo, cuando, según ésta, «ya empezaba a repetir que la niña se iba a quedar con sus padres [abuelos paternos] todos los días».

Tras el parto, «le dije que mi madre se podía quedar con la niña los lunes. No le gustó la idea y discutimos. No quería. Él en sus cabeza tenía que sus padres iban a quedarse con ella», ha continuado Cristina, que asegura que sintió por parte de Sergio una sensación de abandono hacia ella. «Desde que nació, ya el primer día, yo…pasé a un segundo plano». Tras romper ella misma la relación con el padre de su hija, cuya custodia compartían en semana alternas, la mujer asegura haberse sentido controlada. «Me llamaba, me escribía mensajes. Yo, cuando él la tenía, respetaba más su espacio», ha indicado.

Tras enterarse de que su expareja había comenzado una relación con otra mujer, se sintió «muy mal. Sentí que iba a perder a mi hija», ha proseguido. Y es que su defensa afirma que mató a la niña por «miedo insuperable» y que tenía el juicio alterado. Unos meses antes del crimen, Cristina comenzó a hacer búsquedas en internet relativas al suicidio. «Mi mente no veía otra solución que acabar con mi vida». Asegura que esa idea la aliviaba. Al trabajar en la farmacia de una clínica tenía acceso a sedantes, de los que hizo acopio y luego empleó. Y es que también consultó información de sobredosis con pastillas.

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Después comenzó a buscar casos de menores asesinados por sus progenitores o parejas de éstos, como el de Ana Julia Queazada, José Bretón o Tomás Gimeno. «¿Por qué?». «Porque me sentía aliviada», ha repetido. «¿Cuando pensabas en el suicidio, pensabas en la muerte de Yaiza?», ha cuestionado una de sus abogadas. «A veces sí, a veces no», ha apuntando la acusada. «¿Sentías que podías perder el rol de madre con Yaiza con la nueva relación de Sergio?». «Sí». «¿Qué te contaba Yaiza cuando se iba con ellos?». «Cuando hacíamos el cambio, venía rara, contaba cosas que había hecho, tenía dos niñas, más o menos de su edad [la pareja del padre], y yo me veía sola».

Ese ha sido el relato de Cristina: miedo a ser abandonada por su hija. Y ahí es dónde la defensa ha insistido en que la acusada se sentía identificada con Rocío Carrasco. Por aquellas fechas, en televisión se emitió un documental en la que ésta relató como su exmarido la había separado de sus hijos. «Yo sentía que me iba a pasar lo mismo», ha indicado la asesina confesa de su hija, que, meses antes del crimen, trató de retomar la relación con Sergio. Para las acusaciones, es un indicio más de que el móvil fue la venganza contra éste. Cristina asegura que lo hizo sólo por miedo a perder a su hija. «¿Quisiste matar a Yaiza para causar dolor y daño a Sergio?». «En ese momento era rabia lo que sentía hacia él», ha apuntado la acusada. «¿Qué muriera era para hacerle daño?», ha insistido la abogada. «No».

Tras su intento de suicidio, la filicida despertó en el hospital Moisés Broggi. Sintió «que no tenía que estar viva. Pienso mucho en que no debería estar aquí. Me arrepiento, claro que me arrepiento [por lo ocurrido]». En la cárcel -está en prisión preventiva desde el crimen- se le aplica el protocolo antisuicidio. «No me quiero levantar cuando sueño con mi hija y está conmigo», ha manifestado antes de romper a llorar. «No me creo lo que hice. No he hecho el duelo, siento que está viva, que está conmigo. Sueño con ella en cualquier situación Que estamos en casa, en el parque. Incluso un abrazo y que me dice 'te quiero mamita'. Y ahí es cuando no puedo…», ha expresado ante el tribunal del jurado.

Tras su declaración ha sido el turno de los informes de las partes. El fiscal, que ha vuelto a desgranar el contenido de las cartas de despedida, ha apuntado: «El mayor reproche que le hago es que la niña despertó, se defendió, y la señora Cristina siguió, y siguió, porque ya tenía las notas de suicidio escritas. Era la conclusión de un plan que, aunque nos parezca aterrador, aunque la realidad sea fea y deleznable, se alza clarísima ante nosotros, hoy aquí».

La letrada de la acusación particular, por su parte, ha subrayado: «Las mujeres también podemos ser malas. Decir que lo hizo porque estaba loca es machista. No hay diferencia entre lo que hizo Cristina y el señor Bretón o Gimeno», en referencia a sendos progenitores, que acabaron con la vida de sus hijos, para causar el mayor daño posible a sus madres y exparejas. Ahora será el jurado el que deberá decidir si considera o no culpable a Cristina. En función de su veredicto, será el presidente del tribunal el que deberá imponer una eventual condena a la acusada.