Junqueras abre un proceso de reflexión y ERC celebrará un congreso en noviembre
Cede a la presión tras la renuncia definitiva de Rovira y dejará la presidencia de ERC tras las elecciones europeas
Pere Aragonés ya analizó lo que fue «un mal resultado» en las autonómicas y adelantó que no seguirían en el Govern
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Iniciar sesiónOriol Junqueras dejará temporalmente la presidencia de Esquerra Republicana de Cataluña tras las elecciones europeas, momento a partir del cual abrirá un «un proceso de reflexión y escucha activa antes de decidir su futuro». Las consecuencias del golpe electoral que se llevó ERC ... en las elecciones del pasado domingo –de 33 a 20 diputados– llevaron el lunes al presidente de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès, a anunciar que dejaba la política activa, y anoche, tras una larguísima ejecutiva extraordinaria del partido, presionado, Oriol Junqueras, líder de la formación desde 2011, comunicó que sigue sus pasos, aunque no es en ningún caso una retirada definitiva.
En un escueto comunicado tras más de cuatro horas de reunión, el partido anunció por un lado que, a propuesta del presidente del partido, se convoca «un Congreso Nacional para fijar la nueva estrategia de la formación y buscar la mejor forma de recuperar la confianza del país tras los resultados de las elecciones del 12M». El congreso se celebrará el 30 de noviembre» y debe servir para pensar el futuro del partido y del país». En paralelo, según avanzó el partido en la misma nota, Oriol Junqueras anunció que «quiere centrarse en las elecciones europeas y que tras los comicios del 9 de junio dejará la Presidencia del partido para abrir un proceso de reflexión y escucha activa antes de decidir su futuro».
La decisión anunciada ayer fue sorpresiva, en tanto que se produce apenas un día después de que el propio Junqueras comunicase que daba un paso al frente y se postulase para seguir liderando el partido, aunque también señalaba que quería poner esta decisión bajo el escrutinio de la militancia, en lo que se anticipaba ya como un congreso extraordinario para ratificar su liderazgo. La fecha pues ya se conoce, con la novedad de que, hasta ese momento, Junqueras deja la presidencia y el partido queda en manos de una gestora.
La decisión de Junqueras despeja en parte el escenario incierto que se había abierto en el partido tras la renuncia de Pere Aragonès a recoger el acta y la dimisión de sus reponsabilidades como coordinador nacional, un gesto ahora imitado por Oriol Junqueras, pero solo a medias, en tanto que su renuncia es, por ahora, únicamente temporal.
El paso dado por Junqueras se producía con posterioridad a que se filtrase que Marta Rovira, secretaria general haciendo 'ticket' con Junqueras desde 2011, abogaba por proceder a una renovación de liderazgos, una posición que pudo empujar a Junqueras a un paso atrás que un día antes ni siquiera había planteado. Una vez Junqueras ya había anunciado su retiro temporal, era la propia Rovira la que emitía una nota en la que, ella sí, anunciaba que dejaba el cargo. «Toca recambio por radicalidad democrática», apuntaba en la nota en la que anunciaba que no optaría a revalidar el cargo. «No queremos reproducir ni los liderazgos mesiánicos ni las élites políticas», añadía.
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El partido entra ahora en una fase compleja, donde Junqueras deberá decidir, tras la «reflexión» y la «escucha activa», si sigue o da paso a una renovación que parte de la militancia entiende como imprescindible. En sectores del partido, aun reconociendo el trabajo de Junqueras, se considera que su liderazgo forma parte ya de una etapa superada, más asociada a 2017, y que su permanencia al frente del partido, o como futura cabeza electoral, impiden la proyección al futuro de la formación.
Si la decisión de Junqueras y el congreso de noviembre señalan la convulsión interna por la que atraviesa, al menos parece despejar la posibilidad de que el partido opte por una situación de bloqueo con respecto a la investidura del futuro presidente de la Generalitat y, por tanto, que en octubre hubiese nuevas elecciones en Cataluña. Sin candidato, ahora también sin dirección, parece inimaginable que el partido propicie una repetición electoral a la que acudiría desmembrado.
No obstante, y frente a esta lectura, fuentes de la dirección de ERC consultadas anoche por ABC sostenían lo contrario, señalando que la elección de la fecha del congreso, 30 de noviembre, se ha hecho precisamente ante la posibilidad de unas elecciones que serían el 13 o el 20 de octubre en caso de bloqueo.
La lectura de que la repetición no conviene a los republicanos abre paso a la opción de un acuerdo que permita la investidura de Salvador Illa, con ERC dirigiéndose de manera inmediata hacia la bancada de la oposición, la única decisión que hasta ahora sí se daba por segura. No obstante, el partido sigue sin aclarar qué hará en las próximas semanas.
La situación es parecida a la de 2003. Entonces, un partido que se declaraba independentista y de izquierdas tuvo que escoger entre hacer presidente a Artur Mas (CiU) o a Pasqual Maragall (PSC). Escogieron al segundo, no fue fácil, y aquella decisión explica buena parte de lo que ha pasado en los años posteriores en Cataluña. Más de dos décadas después, distintos protagonistas pero misma disyuntiva, aunque con matices, seguramente peores para los intereses de Esquerra.
En 2003 los republicanos estaban en fase ascendente, y hoy están en declive y con sus liderazgos en suspenso. El momento es convulso, y la ejecutiva de ayer se producía después de que unas horas antes tomara partido el exdiputado de ERC en el Congreso, Joan Tardà, partidario de contribuir a la elección de Salvador Illa como presidente y así evitar una repetición electoral que, dijo textualmente, sería «como para cortarse las venas». La apuesta de «colaboración» con el PSC es obviamente incompatible con el acercamiento que les propone Junts. «No podemos construir proyectos de tribu y para la tribu», dijo con respecto a un hipotético acuerdo con los de Carles Puigdemont, que hoy se reúnen en Francia.
La reunión se verá obviamente condicionada por el paso al lado, momentáneo o definitivo, de Junqueras, más presión para un Puigdemont que se convertiría, si no cumple con su decisión de irse, en el último superviviente de 2017.
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