LETRAS EXPECTATIVAS

El interés por el tipo

El desafecto a la banca se mantiene entre los españoles, que comprueban el efecto cohete en la traslación de la subida de los tipos a sus hipotecas o créditos al consumo, pero ven que no llega la remuneración de los depósitos

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El desafecto a la banca se mantiene entre los españoles, que comprueban el efecto cohete en la traslación de la subida de los tipos a sus hipotecas o créditos al consumo, pero ven que no llega la remuneración de los depósitos. La apreciación de los ... clientes no es tan baja cuando se valora el propio banco, sobre todo si la queja manifestada al gestor de que la competencia da más, logra un aumento del interés de las cuentas, como ocurre de forma general entre las empresas pero que no llega a los particulares.

La remuneración de los depósitos de los españoles es el tema estrella desde que arrancó este lunes el cuadragésimo curso de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). La vicepresidenta primera y ministra de Economía y Agenda Digital, Nadia Calviño, ha reclamado a la banca que mejore la remuneración de los depósitos, pero los banqueros le han dicho que los precios los deciden ellos. Así lo han expresado de manera meridiana el presidente de CaixaBank, José Ignacio Goirigolzarri, y el consejero delegado de Banco Sabadell, César González Bueno, aunque Ignacio Juliá, presidente de ING España y Portugal abre la competencia al haber empezado a pagar más, mientras para Carlos Torres, presidente de BBVA, la causa de la menor remuneración se encuentra en el exceso de liquidez y en un efecto de reciprocidad, puesto que tampoco se trasladaron a los clientes los tipos negativos existentes hasta hace un año. La competencia y la absorción de la liquidez hará que la dinámica cambie.

Efectivamente, hace un poco más de un año, los tipos de interés en la zona euro estaban en -0,5 y ahora están en el 4% positivo y con la expectativa de subir en julio 0,25 más. Pero lo que más centra la atención de las autoridades económicas es la inflación para rebajarla al objetivo del 2%. La realidad de la economía española es agridulce, porque desde 2008 el PIB per cápita solo ha crecido 2,2%, por debajo de Portugal, y hace años que hemos dejado de converger con Europa. Es más, no frenamos nuestro alejamiento, ya que en 2008 el PIB per cápita en España estaba un 10% por debajo de la media europea y en 2022 alcanzaba el 17% de distancia.

Los expertos señalan que la zona euro entra en recesión técnica, pero muy suave, mientras el PIB de España crecerá un 2,1% en 2023 y el 1,9% en 2024, según las previsiones gubernamentales. Por lo tanto, ni estamos en recesión ni la esperamos. Los tipos de interés han subido demasiado deprisa, pero no de forma excesiva, y los mercados descuentan ya que el BCE subirá 25 puntos básicos en julio y, a partir de ahí, se espera acabar el año en el 3,75 (con algunas rebajas), aunque el entorno sigue siendo de incertidumbre al añadir a los riesgos el de la geopolítica.

La buena noticia es que se mantiene el empleo, y que los bancos no notan, de momento, un impacto en la morosidad porque el nivel de actividad es bueno. Efectivamente, el consumo sigue fuerte y la inversión está parándose. Entre los particulares, el crédito al consumo crece una media del 10%, mientras las hipotecas caen del orden del 20% en todo el sector. También las empresas están reduciendo su pasivo y sus créditos, porque ahora el dinero cuesta dinero. También reducen sus deudas los particulares, adelantando el pago de sus hipotecas.

Como el curso de la UIMP cumple 40 años, Carlos Torres, presidente de BBVA ha recordado que en estas cuatro décadas las exportaciones españolas sobre PIB se han más que duplicado y ahora suponen más del 40% del producto interior bruto. En 1983, cuando el entonces ministro de Economía Miguel Boyer expropió Rumasa, el comercio exterior suponía el 19% del PIB, mientras en la actualidad alcanza el 42%, subraya el líder del banco azul. Con esta apertura, «el progreso del país se refleja en que casi hemos duplicado el PIB per cápita, al pasar de poco más de 13.000 euros a los actuales 25.000€. La evolución de la población también ha sido ascendente y ha pasado de 38 millones a 48 y en población activa de 12 millones a los 20 millones actuales». Se ha incrementado la esperanza de vida, la incorporación laboral de la mujer y el 98% de la población tiene cuenta bancaria. También se ha multiplicado por más de 7 veces el pago con tarjetas y un tercio de la población es universitaria, cuando solo el 7% lo era hace cuatro décadas. Sin embargo, 40 años después, la educación mantiene la brecha respecto al resto de países desarrollados y continúa siendo la asignatura pendiente de nuestro país, al ser un factor clave para reducir desigualdad.

En materia de inversión, Carlos Torres ha subrayado en su intervención que «la acción combinada de políticas públicas e iniciativa privada ha sido fundamental» para la transformación de la economía española en los últimos 40 años. El sistema financiero «amplifica la inversión y por eso los sistemas financieros bien regulados tienen un efecto positivo». Así, los bancos potencian el crecimiento de toda la economía, de modo que, en cuatro décadas, pese a la crisis financiera, «el crédito concedido en España por la banca, canalizando el ahorro hacia la financiación, ha añadido 20 puntos al PIB per cápita». Esta actividad también ha tenido un impacto muy positivo en la productividad por hora trabajada (+31%), la inversión (+27%) y el consumo privado (+11%).

Además de la innovación, la segunda gran tendencia que afecta a los bancos, según Torres, es la descarbonización de la economía, lo que supone «la mayor disrupción de la historia», ya que requiere inversiones «colosales y de urgencia de 275 millones de millones de dólares, un 8% del PIB de todo el mundo hasta el año 2050 para que todo funcione sin emisiones».

Diagnósticos no le faltan a la economía española y se reconoce la necesidad de tomar medidas. El punto débil y más importante es su escasa productividad, que es crónica dada su mala evolución comparativa. Y nuestra mayor vulnerabilidad es el desequilibrio de las cuentas públicas. Tras el esfuerzo de la pandemia, en los últimos cuatro años hemos aumentado el gasto público en 326.000 millones, elevando nuestro déficit estructural a casi el 4%. Este alto endeudamiento, con los tipos de interés al 4% y subiendo, incrementa el coste del gasto financiero para el Tesoro del Reino de España. Confiemos en un regreso a la disciplina fiscal precisamente en unos tiempos en que la Unión Europea debe aumentar los gastos en defensa, transición energética y cambio demográfico. Los nuevos responsables públicos que surjan de las elecciones del 23 de julio van a tener mucho trabajo.

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