Cuando en política alguien se cambia muy bruscamente de bando o de chaqueta, pasan casi siempre dos cosas: o se tiende a pensar muy mal de ese alguien, o a pensar demasiado bien. Cierto reproche moral no es incompatible con la admiración ... pragmática. Con reflexiones del tipo «nos la ha jugado pero qué listo (o lista) es, cómo ha visto venir antes que nadie por dónde van los tiros».
Pero, ¿y si los tiros no van por dónde parece que iban? ¿Y si a alguien a quien le han temblado las piernas, encima le traiciona el olfato? Me pregunto cómo te debes sentir si, haciendo algo no por exaltante convicción sino por mustia y derrotista responsabilidad (¡Weber!), luego las cosas van y no salen como tú esperabas.
Algo sabemos en Ciutadans de decisiones difíciles y dolorosas estos días. Decisiones que ha habido y hay que tomar en un contexto de complejidad endiablada, humanas falibilidades, opas hostiles, contradicciones por doquier. Pero por doquier es por doquier. Especialmente en Cataluña, donde España duele más. Y en lugar de árnica, nos echan más y más vinagre en la herida.
Las próximas semanas y meses deberían ayudarnos a todos, absolutamente todos, a ver claro. ¿Será verdad que hay cambio de ciclo en la política española y, de haberlo, será estable? ¿Se acuerdan de que en 2019 hubo que repetir unas elecciones generales? ¿Habrá finalmente en Barcelona un alcalde puigdemontista con los votos del PP? Si el independentismo se rearma en la Generalitat, donde puede haber Pere Aragonès para rato, ¿quién y cómo rearmará la respuesta constitucionalista? ¿Ha llegado el momento de explorar nuevas conexiones entre sociedad política y civil?
Es pronto para adelantar acontecimientos. Pero, ¿y si Dios escribe recto con chaquetas torcidas? Por si acaso, que la inspiración nos pille trabajando. Ora et labora.
ANNA GRAU es diputada de Ciudadanos en el Parlament
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