Suscribete a
ABC Premium

Toledo recuerda los 40 años de la apoteósica visita de Juan Pablo II

Medio millón de personas acudieron a la misa celebrada en el Polígono

Juan Pablo II a su llegada al Polígono para oficiar la misa

A.M.

Pese al paso de los años, son miles y miles de españoles los que recuerdan el primer viaje apostólico a España de Juan Pablo II hace cuatro décadas, un baño de masas que comenzó el 31 de octubre de 1982 y se prolongó durante diez días. Toledo tuvo la suerte de ser una de las ciudades visitadas por un Papa admirado, recibiendo por primera vez a la primera autoridad de la Iglesia, hito del que el próximo viernes se cumplen 40 años.

Como informa la revista de la diócesis toledana 'Padre Nuestro', tras la visita a Ávila, Alba de Tormes y Salamanca, el día 1 de noviembre, los dos más siguientes discurrieron en Madrid, donde presidió, entre otros actos, la memorable misa para las familias cristianas en la plaza de Lima.

Después, la mañana del día 4 la dedicó a la archidiócesis de Toledo. Juan Pablo II comenzó esa jornada con una visita a la villa y puebla de Guadalupe, donde se postró ante la imagen de la Virgen Morenita de las Villuercas y pronunció un discurso dirigido a los inmigrantes. En el atrio del santuario, ante una plaza abarrotada de fieles, el Papa recordó que «el capital ha de buscar al trabajador y no viceversa».

Según informa 'Padre Nuestro', a media mañana, en un helicóptero de las Fuerzas Armadas, Juan Pablo II llegó al barrio de Santa María de Benquerencia, de Toledo, procedente de Guadalupe, acompañado del cardenal Marcelo González Martín. En la gran explanada del centro cívico del barrio, que acababa de ser construido fue recibido por cerca de medio millón de personas que asistieron a la misa multitudinaria en la que Juan Pablo II pronunció una homilía dirigida al apostolado seglar.

Las llaves de la ciudad

A su llegada al helipuerto que se había construido para la ocasión, fue recibido por el alcalde de Toledo, Juan Ignacio de Mesa, que le entregó las llaves de la ciudad. «Santidad –le dijo– quiero hacerle entrega de las llaves de la ciudad, ya que las de nuestro corazón han sido siempre suyas».

«Son muy pesadas», comentó el Papa, que después de cogerlas y bendecirlas añadió «qué maravilla estar en una ciudad como Toledo, tan importante como ha sido para la historia de la Iglesia española».

Ante medio millón de fieles congregados, Juan Pablo II manifestó, según las crónicas, que «como en Pentecostés la diversidad de lenguas orquestaban una armonía que muy bien podía resumirse en ese 'Totus tuus' con letras grandes y claras que sirvió de punto de referencia para el helicóptero en su aterrizaje, y que repetíamos todos y cada uno cuando queríamos tocar con nuestras manos, como en viejas escenas evangélicas, al Pastor Bueno cuando en su coche acristalado, pero transparente para todos, hacía un breve recorrido entre el pueblo apiñado con esa fortaleza de la fe que algunos daban por muerta».

«Toledo os recibe con lo mejor de su alma y de su corazón», le dijo Marcelo González al comenzar la santa misa, en la que concelebraba el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Española, Gabino Díaz Merchán, y todos los obispos españoles.

En la homilía Juan Pablo II recordó que «la primera actitud del testigo de la fe es profesar esa misma fe que predica», y advirtió que «no se trata de amoldar el evangelio a la sabiduría del mundo y tanto menos será la connivencia con las ideologías seculares la que abra los corazones al anuncio de la salvación».

Quiso también recordar Juan Pablo II que «ningún cristiano está exento de su responsabilidad evangelizadora. Ninguno puede ser sustituido en las exigencias de su apostolado personal. Cada laico tiene un campo de apostolado en su experiencia personal».

Finalizada la eucaristía, el Papa recorrió los ocho kilómetros que separan el barrio de Santa María de Benquerencia del centro histórico de Toledo. El itinerario, abarrotado de fieles que querían saludarlo, lo realizó en el papamóvil hasta llegar a la catedral primada. Hizo su entrada por la Puerta de Reyes, abiertas de par en par.

En la catedral visitó la capilla del Sagrario y rezó durante unos minutos ante la imagen de la Virgen. Después, en la sacristía, acompañado por el cardenal, el deán y el cabildo primado, contempló el apostolado de El Greco y la Custodia de Arfe. En el altar mayor impartió, seguidamente, la bendición sobre los miles de fieles que se habían congregado en el interior.

Desde el templo primado se dirigió al Seminario Mayor, donde los seminaristas le recibieron con una cántico de felicitación, por ser la fiesta de san Carlos Borromeo, en su lengua polaca. Dos alumnos del Seminario Menor le hicieron entrega de un ramo de flores. En la capilla, Juan Pablo II saludó a los seminaristas y les impartió la bendición, tras unos instantes de oración.

En un rápido y sencillo almuerzo compartieron la mesa con él 14 personas y el menú fue un consomé, pescado y carne. A los postres le presentaron los regalos con ocasión de su onomástica: dos tartas de mazapán y un plato damasquinado y pintado al óleo con las copias de El Salvador y el Apostolado de El Greco.

«Como gesto de gratitud – cuenta la crónica– Juan Pablo II no quiso renunciar a probar el mazapán toledano y repitió por tres veces con tono admirativo la palabra 'mazapán'. Por primera vez había probado este producto nuestro que le pareció exquisito», concluye.

25 aniversario

El año 2007, al cumplirse los 25 años de la visita del Papa Juan Pablo II, la archidiócesis de Toledo quiso recordarla con diversos actos. El entonces arzobispo de Toledo, el cardenal Antonio Cañizares Llovera, calificó en aquella ocasión a Juan Pablo II como el «Papa de los derechos humanos» y «el más grande defensor de la razón en el siglo XX».

Imagen principal - Toledo recuerda los 40 años de la apoteósica visita de Juan Pablo II
Imagen secundaria 1 - Toledo recuerda los 40 años de la apoteósica visita de Juan Pablo II
Imagen secundaria 2 - Toledo recuerda los 40 años de la apoteósica visita de Juan Pablo II

Entre los actos celebrados cabe recordar también las dos conferencias pronunciadas por Demetrio Fernández, obispo de Tarazona, y José Tomás Raga Gil. Los actos conmemorativos continuaron con una eucaristía en la parroquia de Santa María de Benquerencia, el día 9 de noviembre, y concluyeron el día siguiente, con un encuentro para los laicos organizado por el Consejo Diocesano de Laicos en la parroquia de San José Obrero, en el que se realizó una ofrenda floral y un acto en memoria de Juan Pablo II.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación