LITERATURA
Héctor Abad Faciolince: «No soy creyente, pero siento nostalgia por las cosas que se acaban»
TOLEDO
El escritor colombiano presentó este miércoles en Toledo, en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, su nueva novela, 'Salvo mi corazón, todo todo está bien', la historia de un cura bondadoso que espera un trasplante de corazón
Toledo
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Iniciar sesiónHay distintas formas de hablar del corazón. Se puede de hablar de él desde un punto de vista físico, como el órgano principal del sistema circulatorio de los animales, o lo podemos hacer metafóricamente. De esta ambivalencia echa mano Héctor Abad Faciolince (Medellín, Colombia, ... 1958) para escribir su nueva novela, 'Salvo mi corazón, todo está bien' (Alfaguara), que presentó este miércoles en Toledo, en la Biblioteca de Castilla-La Mancha.
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Un libro que dedica a su progenitora, Cecilia Faciolince, fallecida hace poco más de un año, durante la pandemia, «con el amor de un hijo descreído a su madre creyente». «Yo no lo soy, pero siempre siento nostalgia por las cosas que se acaban», reconoce el escritor colombiano. Ese es el contexto en el que vio la luz esta historia, que «habla de la enfermedad y de la vida amenazada, casi colgada de un hilo». Aunque la tenía guardada en un cajón desde hace tiempo, animado por el director de cine Fernando Trueba tras llevar a la pantalla 'El olvido que seremos', se puso manos a la obra, o al corazón, mejor dicho.
Aunque suene a perogrullada, así fue, porque mientras estaba escribiendo la novela, ni más ni menos que en la casa en la que Gabriel García Márquez escribió 'Cien años de soledad', gracias a una beca de estancia literaria, su corazón dejó de funcionar bien. Así se lo contaba este martes a sus lectores toledanos Abad Faciolince, que tuvo que ser operado al poco tiempo a corazón abierto para un trasplante de válvula aórtica. Un episodio que le hizo tener que reescribir partes de su relato al vivir algo así en sus propias carnes.
De casta le viene al galgo, como se suele decir, ya que su padre, Héctor Abad Gómez, protagonista de su libro 'El olvido que seremos', era médico. Por eso, los términos médicos están muy presentes a lo largo de las 350 páginas de 'Salvo mi corazón, todo está bien', en donde narra la vida de un «cura bueno», como el mismo autor define a Luis Córdoba, inspirado en su amigo Luis Alberto Álvarez. Este personaje, alto y gordo, está esperando un trasplante de corazón para poder sobrevivir y, como los médicos le aconsejan reposo y su residencia tiene muchas escaleras, es acogido en una casa en la que viven dos mujeres, una separada y otra abandonada, junto con sus tres niños.
«En Colombia lo que más falta son padres y quizás por eso decidí retratar a un padre peculiar, un cura bondadoso, amante de la ópera, el cine y el buen comer en un acto, desde mi ateísmo, que va contra lo políticamente correcto«, afirma el autor de la novela. Pese a no estar de acuerdo con los preceptos de la Iglesia católica, pese a que su madre era muy creyente y tenían desencuentros, Abad Faciolince ha querido imaginar lo que piensa un cristiano.
En su opinión, «es responsabilidad de un novelista darle la palabra al que no piensa como tú con mucha lealtad», insiste, y así se sale de tópicos para mostrar a un cura que cree en Dios porque le parece que «la belleza de la música es la demostración de la existencia de Dios». Y de esta forma sigue convencido en su propósito de retratar personas verdaderamente buenas, como lo fue el padre Luis, en un Medellín, el de los años 70, 80 y 90 del siglo pasado, que era tristemente «la ciudad más violenta del mundo», asegura.
Sin embargo, pese a esa antigua mala fama, o quizá precisamente por eso, Héctor Abad Faciolince quiso operarse en su ciudad porque, según explica, debido a la violencia y a los numerosos muertos y heridos que ésta dejó, «los médicos aprendieron a la fuerza operar de urgencia y a trasplantar órganos».
Así lo corrobora el escritor colombiano, que cargado de vitalidad cerró la presentación de su novela con los hermosos versos de Eduardo Carranza que dan título a la mismo y que componen el poema 'Soneto con una salvedad', que, al igual que hacía su padre, recitó de memoria:
Todo está bien: el verde en la pradera,
el aire con su silbo de diamante
y en el aire la rama dibujante
y por la luz arriba la palmera.
Todo está bien: la frente que me espera,
el azul con su cielo caminante,
el rojo húmedo en la boca amante
y el viento de la patria en la bandera.
Bien que sea entre sueños el infante,
que sea enero azul y que yo cante.
Bien la rosa en su claro palafrén.
Bien está que se viva y que se muera.
El Sol, la Luna, la creación entera,
salvo mi corazón, todo está bien.
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