Los agricultores concentrados en Valladolid: «Vamos a estar hasta que nos hagan caso»

Pasan algo más de las doce del mediodía y la marcha lenta se detiene. Coincide con la hora del almuerzo. Cruzan sus tractores en mitad de la avenida de Salamanca, que queda cortada al tráfico, entre los aplausos de unos y las protestas de otros, enfadados con las molestias para el tráfico, y allí sacan sus embutidos, tortilla, unas botellas de vino... Van preparados. ¿Y hasta cuándo piensan seguir? «Hasta que nos escuchen y nos hagan caso», subraya David, que es el segundo día que sale al asfalto a protestar. No tiene prisa por moverse, ni horario ni itinerario prefijado, aunque las puertas de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural están cerca; la Delegación del Gobierno, no pilla lejos y las Cortes, un poco más adelante… Y allí encaminarán su marcha.

Haciendo sonar las bocinas para alzar la voz de sus protestas, con el convencimiento, señala David, de que «la gente no se va poner en contra», pues esta protesta que en Castilla y León explotó por primera vez el miércoles de la semana pasada en Zamora con varias tractoradas espontáneas «no es sólo para nosotros». «El precio del aceite se ha multiplicado por tres; las patatas valen el doble… y nosotros no nos llevamos nada», invita a reflexionar. «Si quieren que la cesta de la compra sea más barata, tenemos que pasar por aquí todos», subraya David.

En el punto de mira de los que han salido a la calle, «la Agenda 2030». «¡Nos está arruinando!», claman contra esas políticas cargadas de burocracia y medidas medioambientalistas.

«Quieren que nos muramos de hambre todos», lamenta Antonio, un veterano del campo que acompaña al grupo de jóvenes vallisoletano. «No queremos limosnas», advierte, señalando a Europa y unas medidas que considera limitan la producción y no tienen en cuenta que «no se puede producir en todos los sitios igual».

Un poco más atrás en la columna de tractores está César, «desde los 15 años» en el campo. De Corcos del Valle tiene claro por qué hoy ha decidido subirse al tractor y hacer algo más de 20 kilómetros y gastar al menos 80 litros de gasóil «para protestar»: «Esto es una ruina». La nueva PAC, señala a sus 60 años, ha sido la «puntilla», pero confía en que con estas movilizaciones a las que las protestas de Francia han hecho explotar, está vez «sí vamos a lograr algo», además de estar convencido de que «la gente nos apoya bastante», aunque «no se hacen a la idea de lo que es» el trabajo.

A paso lento, ni a 7 kilómentros por hora, a los mandos de in tractor que «todavía estoy pagando», avanza en sus reivindicaciones que llevan desde el campo a la ciudad.

«¡¡Sin agricultura el mundo se va a la basura!!», entre las pancartas con las que se quieren hacer oír.