La Pasión, en vivo y en directo
Municipios como Fresno El Viejo, Lerma y Covarrubias recrearán en carne y hueso la muerte (y resurrección) de Cristo
Palmas y ramas de olivo: 'La borriquilla' recorre las calles rodeada de niños
Escena que representa la Última Cena en Covarrubias, Burgos
Un día hace algo más de dos mil años existió un hombre condenado a una muerte cruel: ser crucificado. Para los cristianos, esta historia cuenta también como este nazareno de 33 años, hombre y Dios a la vez, libró un último combate con la muerte ... antes de resucitar y prometer la vida eterna a todos los seres humanos. Oficios y procesiones de Semana Santa recrean sus momentos clave, pero en ciertos municipios de Castilla y León van más allá: con ropajes de la época, simulación de las heridas y el mayor de los respetos, actores voluntarios recrean en carne y hueso episodios como la flagelación de Jesús o su encuentro con la Verónica, la mujer que le enjuagó sangre y sudor con un paño. Cristos que cargan verdaderas cruces, Vírgenes Marías desoladas y hasta resucitados pueblan así las Pasiones y Vía Crucis Vivientes de pueblos como el berciano Corullón (León), El Barraco (Ávila) o La Alberca (Salamanca).
«Aquí nació como algo pequeñito, muy casero, a partir del interés de un grupo de amigos, de unos matrimonios y de un párroco de aquella época», evoca desde Lerma (Burgos), Javier Angulo Palacios, presidente de la asociación El Arco, organizadora de su Pasión Viviente, que se celebra desde hace 38 años. Entre personajes bíblicos y toda clase de colaboradores, el despliegue, calcula, implica a más de 400 personas. En torno a las 21 horas del Jueves Santo, «amparados en la noche, las sombras y los silencios», todo empieza con una escena a dos alturas: la última Cena, por un lado; y Judas, por otro, que vende a su maestro por un puñado de monedas de plata. El itinerario se condensa en dos horas y termina con la salida de Cristo del sepulcro, envuelto en un halo de luz y humo. «Para nosotros es importante remarcar que no todo termina, que la muerte no es el final», explica Angulo. «Esto es algo vivo y por eso queremos libertad para transmitir», cuenta, para añadir que «los años que tienen tiempo» hacen cambios en la escenografía.
El realismo exige, eso sí, si no preparación física como tal, sí cierta juventud y 'aguante' a algunos personajes. Sobre todo a Cristo y a los dos ladrones, que invariablemente se quedarán con poca ropa encima, sean cuales sean las temperaturas caprichosas de la época. Para muchos de ellos, habrá una manta o algo caliente a los pies de la cruz. «Lo único que pido es que no haga frío», ríe Víctor González García, que se mete en la piel del Mesías en Lerma. A sus 29 años, acumula ocho de experiencia, controla los diálogos a fuerza de interpretarlos y disfruta del «buen rollo» entre los participantes. Mientras, Cristian Gago García, de 31 años, también lleva en torno a quince asumiendo el rol protagonista en el Vía Crucis de Fresno El Viejo (Valladolid), reconocido este año como Fiesta de Interés Turístico Regional. Su novia, Tamara de Castro Domínguez –28 años– empezó actuando de niña, como cofrade y «llorona», pero ya lleva diez o doce en el papel de la Virgen María. En esta localidad, el montaje termina en sus brazos de madre inconsolable, con el descendimiento del cadáver de Cristo. «Apetece verlo desde fuera, pero nos van engañando», bromea Tamara.
Escaso relevo protagónico
Y es que desde la oficina de Turismo de Fresno El Viejo, Sol San Martín reconoce que para los papeles principales «no resulta tan fácil encontrar reemplazo». Por eso, los jóvenes a menudo actúan en buena parte «para ayudar al pueblo» a mantener la costumbre, en palabras de Víctor. En Lerma, Angulo lamenta que con el paso de los años, por falta de fe o por salir de vacaciones, cueste más que la gente «se involucre».
No obstante, estas propuestas aún conservan poder de convocatoria: en Fresno, con narrador, banda y 'capuchones' congregan no menos de 150 participantes al caer la tarde de Jueves Santo, muchos de entre 14 y 30 años. «Después de la pandemia pensábamos que nos iba a costar retomarlo, pero no, los jóvenes tenían mucha ilusión, y parece que tenemos garantizado Vía Crucis para unas temporadas», celebra San Martín.
«La gente es más reacia a entrar, pero el caso es que todos los años está lleno», refiere Tamara. «Al final, llevamos muchos años y es una tradición, seguimos con el mismo entusiasmo», resume Cristian, que habla de cómo triunfa tanto entre locales como visitantes, y anima a los que aún no se hayan asomado. «Que vengan a verlo, es muy bonito y diferente, y creo que puede gustar a todos, también a los que no sean creyentes», indica. La intérprete de María cuenta que hay una vecina que siempre le reconoce que «se le ponen los pelos de punta» con su grito de dolor. Ser creyente implica mirarlo de otra manera, pero no es la única forma de hacerlo.
Si en algo coinciden todas las Pasiones vivientes es en asegurar un éxito de público. Quizás es Covarrubias, también en Burgos y con 51 años de experiencia, una de las que presume no sólo de ser capaz de atraer a cerca de 5.000 personas (mismas cifras que Lerma «en un año bueno»), sino de contar con un grueso número de participantes en una tradición que pasa de padres a hijos, y a la que se suman familias enteras. Se puede participar desde los 16 años.
«Lo bonito es que hay lista de espera», señala Joaquín Serna, presidente del Centro de Iniciativas Turísticas El Cid. Todo se lo deben a sus 70 voluntarios, activos no sólo en estas fechas, sino también en fiestas como Reyes, la de la matanza o la de la trufa. Su recreación, «única y singular» –también con la distinción de Interés Turístico Regional– tiene la peculiaridad de agrupar a los actores en varias escenas que se mantienen inmóviles al paso de un narrador, la procesión y la banda durante hora y cuarto en la noche del Viernes Santo. «La más espectacular» se celebra en una pequeña isla ribereña: con tres cruces y tres fuegos, «muy fuerte y espiritual». En resumen, «merece la pena tanto por religiosidad como por cultura y por estética», comenta Serna.
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