Un nuevo 'hogar' para la Vera Cruz de Valladolid

No era Lunes Santo en Valladolid, ni siquiera una tarde de Domingo de Ramos, la meteorología y la quietud en las calles así lo atestiguaban, pero la Virgen recientemente coronada, acompañada de sus cofrades y de un grupo de fieles que serpenteaba por las aceras en un mes propicio para las obras públicas, salió de la Catedral pasadas las siete de la tarde.

Allí, en el templo metropolitano, la sagrada imagen había presidido la Misa de Acción de Gracias que ofició el arzobispo de la Diócesis, Luis Argüello. Esta suerte de 'Te Deum' dominical llegaba, por iniciativa del propio prelado, después de que, el pasado 25 de junio, con las obras de restauración en marcha y en cuestión de segundos, cayera a plomo la emblemática cúpula de la no menos emblemática iglesia de la Vera Cruz, ubicada en el hace no mucho tiempo bautizado atrio, y sede la hermandad del mismo nombre.

Con esta celebración, la Archidiócesis y la propia cofradía querían significar el doble 'milagro': la ausencia de víctimas personales, en un momento en el que los operarios se encontraban trabajando en el interior del templo, y los escasos daños sufridos por las diferentes tallas que albergaba en su interior, algunas de ellas integrantes del mejor catálogo del barroco español, obras maestras de Gregorio Fernández. Dos de estas tallas, tras pasar por el 'taller-hospital' instalado por las Edades del Hombre en la catedral, el 'Atado a la Columna' y el 'Ecce Homo', ya fueron dadas de alta y derivadas a su nuevo domicilio provisional, la iglesia de San Miguel y San Julián, hasta la que ayer fue llevada en parihuelas la Virgen.

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Montse Serrador

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La Catedral de Valladolid se llenó en una celebración en la que Argüello invitó durante su homilía a tener una «perspectiva providencial» con la demostración de que la Virgen «ha querido que no haya daños personales ni materiales» y aprovechó para hacer la similitud de cómo «nosotros también vivimos un proceso de reedificación».

«Leamos juntos la parábola de la cúpula de la Vera Cruz y veamos la providencia», animó el prelado, quien sugirió pensar «en el edificio que formáis las cofradías, que no sois vosotros, es la cofradía», interpeló a los miembros de las hermandades presentes en el templo. «Le pasa a las cofradías y a la Iglesia europea, que descuidamos los cimientos y el edificio corre el riesgo de colapsar», añadió, para concluir que «el Señor nos llama a cuidar los cimientos de nuestra fe».

Por expreso deseo de Argüello, el traslado procesional se realizó con sencillez. Acompañaba a la Virgen y su cortejo de gloria tan sólo el redoble de una caja, interpretado por un miembro de la extinta Banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía. Así, con esta discreción, la Virgen de los Dolores de la Vera Cruz, también conocida como la Reina de la Platería, en referencia a la calle en que se levanta su templo, sorteó las vías más céntricas de la ciudad entre la devoción de unos y la mirada asombrada de otros, sorprendidos de toparse, con una procesión de las consideradas 'fuera de temporada'.

La sagrada imagen llegó a San Miguel rozando el larguero de las nueve de la noche futbolística y, con la entonación de la Salve popular, fue depositada en su lugar preferente. Allí, aguardaban ya, pacientes, el «Atado a la Columna', en la nave de la Epístola, y el 'Ecce Homo', en la del Evangelio.

Ahora, cofradía y Arzobispado han de afanarse en elaborar un plan alternativo, por si fuera necesario, para la Semana Santa de 2025, toda vez que algunos de los grandes actos tienen como epicentro la iglesia de la Vera Cruz y su entorno.