El Museo Patio Herreriano 'viaja' por la trayectoria de Delhy Tejero, «una mujer adelantada a su época»

De «figura fundamental» en la segunda mitad del siglo XX la ha calificado el director del centro museístico, Javier Hontoria, para quien la exposición dedicada a la artista zamorana se trata de uno de los proyectos más «ambiciosos y fuertes» del museo en este 2024. Ha subrayado también que para su montaje ha habido «mucha arqueología que hacer». Gracias al legado familiar, la exhibición recoge dibujos, pinturas y trabajos preparatorios de muchos de las trabajos que realizó a lo largo de toda su trayectoria.

De esta labor «arqueológica» se han encargado mano a mano la citada María Dolores Vila Tejero y la conservadora del Museo Reina Sofía Patricia Molins, comisaria de la exhibición. «El legado de Delhy nos viene a través de mi madre y a la vez que una enorme suerte es una gran responsabilidad», ha explicado la sobrina de la artista, para quien el significado de «mujer moderna» hoy no tiene nada que ver con la época en la que le tocó vivir a su tía, en la que suponía tener la posibilidad de «prepararse, profesionalizarse, tener una autonomía y poder vivir de su vocación». «Delhy tuvo la gran suerte, a costa de muchas renuncias, de ser un gran mujer moderna en todo el sentido de la palabra», ha explicado sobre la creadora.

Nacida en 1904 en Toro, una pequeña ciudad venida a menos ya en aquella época, su firme voluntad de dedicarse al arte y el apoyo -poco común- de su padre permitieron a Delhy Tejero viajar a Madrid en 1925, donde estudió en la Escuela de Artes y Oficios y en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, antes de comenzar a trabajar como ilustradora de prensa, su primera incursión en el mundo artístico.

Queda reflejado en la primera parte de la exposición, en la sala 1, dedicada a su trabajo antes de la irrupción de la Guerra Civil. «Delhy fue una extraordinaria dibujante, tenía una mirada especial y conseguía ver las cosas de una manera distinta. En los retratos era capaz de reflejar la intimidad y psicología de las personas de manera muy sobresaliente con unos mínimos elementos expresivos», ha señalado la comisaria. Se pueden ver en este espacio, entre otras obras, algunas de las ilustraciones que la artista realizó para la serie 'Tipos populares' reproducida en la revista Blanco y Negro de ABC.

Patricia Molins ha detallado que con el título de la muestra se ha querido hacer referencia a «dos cosas fundamentales de su trabajo»: la geometría como base de sus composiciones y el misterio en el sentido mitológico.

En ese primer espacio también se exhiben cuadros que siguieron la tónica de sus primeras ilustraciones como 'Mercado zamorano', donde se pueden observar dos temas recurrentes en su obra: la maternidad y la mujer como figura telúrica. Ese interés por lo telúrico se plasma, además, en sus dibujos de las brujas, una serie que presentó en una exposición del Círculo de Bellas Artes de Madrid, en 1933, con representación también en el Patio Herreriano.

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Sus viajes a Marruecos, Italia y Francia al estallar la contienda en España están igualmente plasmadps en esta primera sala en unos trabajos que, ha opinado la comisaria, «nada tienen que ver con el exotismo que habitual que plasmaban los viajeros de aquella época». «No hay nada más que coger sus cuadernos para darse cuenta de como los aprovechaba», ha señalado su sobrina.

El muralismo, principal ocupación profesional de la artista ya durante la posguerra, ocupa parte de la Sala 2, donde también se plasmase observa su interés por la abstracción a partir de los años 30.

Respecto al mural, Patricia Molins ha recordado que «fue uno de los grandes soportes de la época». Delhy Tejero se inició en el género en 1937 con la realización de pinturas de tema regional para el Hotel Condestable de Burgos. Una obra que se expone por primera vez al público en esta exposición, ha puntualizado la comisaria, y ha añadido otras dos que tampoco habían sido exhibidas: un armario que hizo para una casa privada y sus caballos de 'Corbelios' o 'Bríos', con los que participó en la Bienal Hispanoamericana de Barcelona de 1955.

Son estos últimos ejemplos de su producción final, en la que también estuvo muy presente la pintura infantil. «Veía en los niños una potencia en su inocencia», ha detallado Molins, que observa en esta obras «un esfuerzo en depuración, en la sintetización para ser más pura en lo estilístico, en lo esencial del tema».

La trayectoria de la artista de Toro será revisada también en un extenso catálogo que editará el Museo Patio Herreriano con el apoyo de la Dirección General de Políticas Culturales de la Junta y que se enmarca en esa máxima que tienen muchas de las instituciones artísticas del momento de «revisar la obra, especialmente de mujeres, que no tuvieron el reconocimiento que debieron tener», ha significado Javier Hontoria.