Miguel Ríos: «Que alguien siga viviendo de una música a la que llevan dando por muerta desde hace décadas tiene su punto»

Llega a Valladolid con la gira 'Rock & Ríos', que rememora aquel fenómeno musical que se vivió en 1982 también en esta ciudad, con un llenazo de los pocos que se recuerdan en la Plaza Mayor. ¿Se acuerda de aquella actuación?

Es muy difícil de olvidar. Los vallisoletanos me colocaron en la historia de la ciudad. Aquel 18 de septiembre fue un gran día para la leyenda del 'Rock & Ríos'. Y, claro, lo inolvidable son sus caras de placer cantando conmigo.

Recala con una gira ya 'madura' ¿Qué es lo que predomina más: la emoción, la nostalgia…?

Probablemente sea verdad la frase «como fuera de casa en ningún sitio». A no ser que sea en un escenario, que ahora es el «sitio de mi recreo». He trabajado mucho para mantenerme en forma, con lo que cuesta en la edad tardía. Lo bueno es que me vine bien para la salud, tanto mental como física. Quizá, a estas alturas, a parte del placer de volver a ver a mis mecenas, tenga mono escénico.

Hace años hizo un amago de irse de la carretera, pero continuó. ¿Qué pesó entonces para esa decisión?

Fue hace 13 años. Honestamente, creí que mi ciclo como artista había llegado a su fin. Falta de inspiración para crear nuevos temas y algo de temor a repetirme. Estaba en plena forma vocal, se puede ver en el directo 'Bye, Bye Ríos' que salió de aquella gira, pero las musas estaban ausentes. Publiqué un libro de memorias y no paré de actuar en benéficos y cantando con todos los colegas que me llamaban. Así mataba el gusanillo del placer de cantar. Hasta que llegó 'El gusto es nuestro 20 años después', y quien le dice que no a cantar con mis mejores compañeros. Después, rodando, rodando… llegué hasta aquí..

Y ahora, ¿por qué sintió la necesidad de afrontar este nuevo reto?

'Rock & Ríos' es mi mayor contribución al rock en español. El disco y la gira del 82, es, todavía el disco y la gira más comentados de mi carrera. Creo que se convirtió en la banda sonora de un país con ganas de estrenar libertades, maduro para asimilar que la calle era suya. Ahí estaba yo, en el centro del huracán. En marzo del año pasado comprendí que era mi última oportunidad de celebrar la efeméride, y reuní a los supervivientes de la antigua banda, llenamos dos días el WiZink Center de Madrid y grabamos un disco con artista invitados de tres generaciones. 40 es un número redondo y sabía que no volvería a tener la oportunidad de repetir el esfuerzo en buenas condiciones vocales. Por eso vuelvo a Valladolid, a que me vean los que estuvieron en la Plaza Mayor y todos lo que siguieron aumentando la leyenda.

Y elige el mismo repertorio que entonces.

Se trata de repetir la ceremonia. En el concierto de la Plaza de Toros sonarán las mismas canciones y en el mismo orden. No es un ejercicio de nostalgia, sino una recuperación de la memoria. Eso se conseguirá porque los temas siguen estando de plena actualidad, musical e ideológicamente.

Y en esa vista atrás que esta gira, ¿qué cree que queda del espíritu de aquella España que volvía a la senda de la Democracia?

Ni España ni el mundo se parecen mucho al de hace cuatro décadas. Entonces íbamos en busca de una utopía y ahora estamos tratando de huir de la distopía, que se ha instalado en el planeta tierra desde el advenimiento de las políticas 'neocons'. Ahora, mientras parece que no nos damos cuentas, estamos abocados a un punto de no retorno en el planeta, en los que los individuos no pueden hacer nada contra las corporaciones, ni contra el crecimiento desbocado.

¿Ve en sus conciertos relevo generacional entre el público? ¿Tiene que saludar ahora a los 'nietos del rock & roll'?

El rock, como todas las artes y la cultura en general, está perdiendo influencia en favor del entretenimiento sin esfuerzo. Pero todavía hay una gran cantera rockera y los locales de ensayo están llenos de chicos y chicas en busca del sueño de poder vivir de su arte.

¿Qué pasa por su cabeza cuando se dirigen a usted como un mito?

Afortunadamente somos poco mitómanos en este país, al menos no en la medida que lo son en otros países del orbe latino. Yo siento que mis compañeros me respetan y el público me quiere y eso me basta. Se valora que esté en el oficio desde 1961, grabando y buscando un lugar para la música que me mueve. Está claro que, si he durado tanto tiempo, es porque hay gente que me ha mantenido en el lugar que ocupo. Que alguien siga viviendo de una música a la que llevan dando por muerta desde hace décadas, tiene su punto.

Como artista, ve más ventajas o inconvenientes a eso de cumplir años.

La alternativa a no cumplir años es palmar y hay gente que escogemos susto antes que muerte. Yo estoy en vivir aprendiendo de la experiencia de la propia vida, sabiéndome finito. Tengo los achaques de un tipo de 79 años, pero los combato aprendiendo de ellos. Hago el deporte adecuado a mis posibilidades, cuido mi voz con los ejercicios indicados por la ciencia de la foniatría y no me derroto por la inevitable oxidación de mi cuerpo.

¿Qué pasa por su cabeza cuando se dirigen a usted como un mito?

Afortunadamente somos poco mitómanos en este país, al menos no en la medida que lo son en otros países del orbe latino. Yo siento que mis compañeros me respetan y el público me quiere y eso me basta. Se valora que esté en el oficio desde 1961, grabando y buscando un lugar para la música que me mueve. Está claro que, si he durado tanto tiempo, es porque hay gente que me ha mantenido en el lugar que ocupo. Que alguien siga viviendo de una música a la que llevan dando por muerta desde hace décadas, tiene su punto. 

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En esta ocasión, qué recuerdo le gustaría dejar en los vallisoletanos.

Con el de la sonrisa en los labios y diciendo que ha merecido la pena. Nosotros vamos a hacer un grandísimo espectáculo de luz, sonido, buen rollo y amigos.