Martín Cuenca muestra «las huellas de la felicidad» que hay «en la realidad de la vida» en el drama 'El amor de Andrea'
El nuevo trabajo del cineasta almeriense, que se ha estrenado en Seminci, pone la cámara a la altura de los ojos de una joven que busca respuestas a la separación de sus padres
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El equipo de la película junto a parte de la banda madrileña 'Vetusta Morla'
Cuando Manuel Martín Cuenca y Lola Mayo estaban trabajando en el documental 'Carrillo, comunista«, hace ya once años, la guionista le habló del caso de una chica que había terminado demandando a sus padres para saber qué había pasado entre ellos tras su separación »y ... encontrar el amor«. Una »anécdota« que al director almeriense ('La flaqueza del bolchevique', 'Caníbal') le quedó rebotando en la cabeza: »Vi una película y que esta ocurriría en Cádiz«. A partir de esta idea como »germen«, Manuel y Lola fueron construyendo 'El amor de Andrea', la película que este lunes se ha estrenado en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) y donde el realizador español, al igual que hizo con su anterior film, 'La hija', vuelve a tocar uno de los temas troncales de su obra, la familia.
El nuevo trabajo de Manuel Martín Cuenca cuenta la historia de Andrea, una joven de 15 años a la que le toca asumir el rol de adulta y cuidar de sus hermanos, a la vez que intenta recuperar el amor de su padre, que desapareció de su vida cuando se divorció de su madre. Su única vía de escape y la conexión con el mundo que le debería haber tocado vivir es la férrea amistad que a pesar de todo mantiene con Abel, su compañero de instituto. «Nos apetecía contar una historia donde los niños tuvieran un papel preponderante y que fueran mirados de una manera horizontal, que se les tuviera en cuenta no como futuros ciudadanos sino como actuales personas. ¿Por qué no nos preocupamos por los que son hoy?», se ha preguntado en la presentación a los medios Lola Mayo, quien ha destacado «la autonomía y belleza» que tienen los niños para recordarnos a los adultos quiénes somos o quiénes deberíamos ser«.
Para Martín Cuenca, la película «es un canto a la vida, a pesar de que estemos contando cómo es en realidad la vida. El drama nunca gana. Siempre ganan las ganas de vivir«, ha sostenido respecto a su nuevo film.
Proceso de creación
El realizador se ha referido al proceso de creación que tuvo: «Nunca escribimos el guion en abstracto. Fuimos a Cádiz un fin de semana largo y empezamos a pensar la película en esos lugares, para empezar a dar forma al guion hablando de cómo podían ser cada uno de ellos» Fue entonces también cuando iniciaron el proceso de casting, que se prolongó durante un año, en el que visitaron «muchos colegios» y llegaron a realizar hasta «5.000 personas». Así dieron con la debutante Lupe Mateo Barredo.
«Como director siempre digo que los personajes no existen, se encarnan, se buscan. Esa idea abstracta intelectual de un cine de escuadra y cartabón, con todo en la cabeza del director, para mí no funciona. Para mí, el cine es físico, está hecho de piel, y busco la encarnación de cada uno de los elementos en la película. En el casting fui a la búsqueda de unos niños que me conmoviesen y me enamorasen. y que me hiciesen adaptar mi historia a lo que ellos me iban a dar, y a partir de ahí descubrir cómo es cada personaje. Nunca me interesa el personaje ni el actor, sino la persona que hay detrás».
En ese proceso de colaboración hasta dar con el film también entraron los integrantes de Vetusta Morla, el grupo que se ocupa de crear la banda sonora. Es la segunda colaboración de la banda madrileña con Manuel Martín Cuenca tras 'La hija', su anterior trabajo. «Con Manuel siempre intentas entender la película no desde la idea sino desde su realidad, desde lo físico, y entramos en el proceso de colaboración desde el guion, algo que nos llevó a vivir lo que era Cádiz en invierno. Esas calles hacia dentro eran muy desconocido para nosotros pero tremendamente inspirador«, ha contado David García El Indio (batería), que ha detallado también que lo que Manuel les propuso fue hacer una banda sonora que »tuviera que ver con el imaginario de ella, de algo que no sabes si sucedió o no«. Entonces, »a espaldas« de Manuel, decidieron crear »una canción que completara el universo de Andrea«. Es ahí donde entra Valeria Castro, que pone voz al tema que suena en los créditos finales y que sirve al espectador para completar el universo de la protagonista: »Lo primero que hicimos fue componer la canción que suena en los créditos finales, sin enseñársela, y luego la fuimos desgranando en la banda sonora, y en la película aparecen distintos paisajes, armónicos y rítmicos, de esa canción«.
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