punto de vista
In memoriam
«Tu querías que esa vida siguiera, que miráramos al frente, me lo dijiste hace unos días con la voz rota»
Puro tactismo
La pobreza no es culpa de los pobres
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Iniciar sesiónEscribo estas líneas desde la misma tierra que visitaste poco antes de tu marcha definitiva. Entre los ocres maravillosos de variados árboles que junto a los cipreses pueblan estas colinas, me entero de tu fallecimiento. Me sorprende la rapidez con que ha pasado, el misterio ... de la muerte, ese al que todos nos enfrentamos y que somos incapaces de comprender. Está ahí, nos acompaña siempre, pero cuando nos afecta directamente resulta casi imposible aceptar, más aún si se produce en la flor de la vida, en plena actividad y de forma inesperada.
Entre estas colinas recuerdo el día en que José Luis Martín me pidió que intentara llevarte a la radio para continuar nuestra tertulia COPE-ABC de los martes. Te resististe porque decías que eras hombre de prensa, de los clásicos, de los del papel. Querías pasar desapercibido o ser reconocido solo por tu firma, por la del olor del papel impreso y no por la palabra que lleva el viento de las ondas o la que hoy recorre el mundo digital.
Sé que cuando envíe esta columna al periódico sentiré el dolor de no escribir ya tu correo electrónico y porque escribo sobre tu marcha, cuando por la lógica de la vida no debería haberlo podido hacer. No me ha llegado tu WhatsApp preguntándome de qué iba mi columna hoy para ver en qué página encajarla. Así es la vida, imprevisible, siempre efímera, dura, alegre y triste. Tu querías que esa vida siguiera, que miráramos al frente, me lo dijiste hace unos días con la voz rota, herida ya de muerte y seguro de que lo que te quedara debía ser en el periódico, junto a tu maravilloso equipo, esos grandes periodistas que te han acompañado y que se han tragado las lágrimas para seguir contigo y, tras tu partida, seguir sacando la tarea diaria.
José María Ayala era de los nuestros y sobre todo un gran periodista y una buena persona. No, no es reconocimiento de última hora, es el que tuvo en vida, lo que sentimos quienes le conocíamos y sabíamos de su introversión, de su alma de despacho y de su pasión por el periodismo de verdad, ese que tanto echamos de menos y que los grandes de ABC nos enseñaron. Se me fue Manuel Erice, primero a ver mundo y luego al cielo. Ahora tú le acompañas y, estoy seguro, de que juntos velaréis para que esta delegación de gente trabajadora, honesta y profesional, siga adelante con la estela que habéis dejado.
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