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La lucha de la farmacia rural: «Es complicado, pero somos necesarios»

Más de 200 pequeñas boticas reciben ayudas para subsistir después de que en la última década la red autonómica haya visto ligeramente reducido su número de establecimientos perdido más de treinta establecimientos de este tipo en pueblos

Los castellano y leoneses ponen un 6,68 a la Sanidad, la segunda mejor nota del país

Miguel de Pando, en su farmacia en Alberguería de Argañán (Salamanca) ABC
Miriam Antolín

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Cuando el médico no pasa consulta todos los días y las urgencias están a unos kilómetros de distancia, el farmacéutico es algo más que un boticario. En los pueblos más pequeños pasa a ser una especie de ángel de la guarda y ... consultorio de dudas sanitarias para quienes han decidido permanecer en el medio rural, que, muy a menudo, son personas mayores y pacientes polimedicados. «Los vecinos saben que siempre estás aquí. Somos muy accesibles», explica Miguel de Pando, el propietario de la farmacia de la pequeño localidad de Alberguería de Argañán (Salamanca), con entre 75 y 80 habitantes durante el invierno. Un establecimiento que resiste con «las mismas dificultades a las que se enfrentan otros negocios rurales», dice. Por un lado, una rentabilidad económica incierta y, por otro, una despoblación que merma los censos y hace que «cada vez haya menos clientes». Pero tiene muy claro que, pese a que es «complicado» encontrar quien apueste por abrir en un pueblo, son un elemento «muy necesario» y «fijador de población».

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