Lecciones de vida mutuas
Pequeños de una escuela infantil y mayores de una residencia de Valladolid se reúnen todas las semanas en un programa intergeneracional en el que todos aprenden
«Las personas que viven solas, y no desean estarlo, no lo expresan»
VALLADOLID
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónSon las once y media y todos esperan a que suene el timbre. A pesar de su corta edad -ninguno supera los tres años- ya saben que tienen visita. Es la misma que todas las semanas, pero la alegría está presente cada martes que la ... puerta se abre. «¡Son las abuelitas!», dice Blanca emocionada. Y es que en eso se han convertido para los niños de la escuela infantil Hadas y Duendes de Valladolid Julia, Tina, Petra, Carmen, María Luisa y Auxiliadora. Recibimiento en pie para estas seis mujeres de la residencia Amavir que se inscribieron a este programa intergeneracional que les permite pasar parte de su tiempo con lo que ellas un día fueron. Auxiliadora tiene nuevas pulseras que no han pasado desapercibidas para Dani, que acude a observarlas y tocarlas en cuanto se sientan. Petra, a sus 98 años, como en cada sesión, ha traído dibujos pintados por ella para que los niños escojan. El elegido este martes es el de una mujer de pelo largo que colgará de las paredes de la escuela, como todos los demás.
Algunas de ellas ya participaban de esta experiencia antes de la pandemia. Arrancó en 2018 y llegó a contar con una usuaria de 103 años, pero tuvo que suspenderse durante la crisis sanitaria. «Juntar a los grupos con más riesgo era imposible», explica Nerea, una de las 'almas' de esta escuela infantil. Ahora se ha retomado con muchas ganas esta alianza de dos colectivos entre los que distan ocho décadas en algunos casos, pero entre los que, en realidad, no hay tanta lejanía.
«La conexión se produjo desde el primer día», asegura Nerea. El escaso recelo inicial dio paso enseguida a un cariño que late en cada cuento, juego o canción que comparten y cantan al unísono. Un vínculo que a Julia y a sus compañeras les hace «muy felices». «Tienes momentos tristes o desagradables y vienes aquí y te levantan la moral», explica. «Nos recuerdan nuestra niñez a veces», indica, «pero también la de sus hijos», añade María Jesús, con Alba, «la pitufa» del grupo en brazos, porque la infancia incluso de sus nietos también quedó ya atrás. «Aquí vienen y tienen el papel del abuelo tradicional. De jugar, cantar, contar cuentos...», señala también Vanesa, el otro 'alma' de Hadas y Duendes. Lejos queda el papel de cuidador y de tanta responsabilidad que tan presente está en la sociedad actual.
Autoestima
«Les ayudemos, pero también a nosotras nos ayudan ellos», subraya Julia, sobre lo que son lecciones de vida mutuas. «Hoy vamos a plantar lentejas para que salga una flor», les dice Blanca a las mujeres sobre la actividad que desde la guardería han preparado para la jornada. Pequeñas macetas de cartón, un poco de tierra y algodón, meter la semilla y juntos añaden un poco de agua para una planta que verán crecer.
Las enseñanzas son muchas. Por ejemplo, la calma y el sosiego con la que las 'abuelitas' se desenvuelven les enseñan a los pequeños a adaptarse a su ritmo en un tiempo en el que impera la prisa, destacan las educadoras, pero también a respetar. «No he visto niños tan pequeños que no contesten mal, que no se peguen...», considera María Luisa, de 94 años.
Primer censo oficial de residencias en España: el 14% son de titularidad y gestión pública y el 70% de sus usuarios, mujeres
ABCUn estudio elaborado por el Imserso a raíz de la falta de transparencia que evidenció la pandemia cuantifica en 6.831 los recursos: el 76%, dirigidos a mayores; el 21% para personas con discapacidad y el 3% para ambas
Y el aprendizaje es de ida y vuelta. «A las mujeres les viene muy bien», opina la directora de la residencia, Luz Pelayo. «Les encanta, les ilusiona muchísimo venir. Se pasan la semana pensando en el martes siguiente», resume. Hay quien ha pasado por «momentos muy duros» y «les da la vida estar con los niños», con los que, además, han establecido una «relación muy bonita». Así que dedican parte de sus días a hacer dibujos para los pequeños y a recordar «canciones y juegos» que poder enseñarles y estimulan así la memoria. Crece también en ellas «la motivación» al dejar por un momento su rutina y la «autoestima porque aquí se sienten útiles».
El perfil de quienes participan es variado. «Las hay solteras y para ellas son como los nietos que no han tenido nunca y otras sí los tienen, pero son ya muy mayores», comenta sobre una iniciativa que aporta muchos beneficios, sobre todo, emocionales y que está extendida en otros países europeos. «Sería muy positivo que aquí también se hiciese», apunta Vanesa.
La sesión va llegando esta semana a su fin y se despiden con una canción de antes, pero que no ha pasado de moda. 'La vaca lechera' y los últimos cuentos preceden a los besos y abrazos de 'adiós'. En la entrada de la escuela espera la furgoneta que lleva a las 'abuelitas' de vuelta a la residencia. Toca ahora pensar, preparar y trabajar para el siguiente martes de un encuentro intergeneracional que deja huella en todos ellos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete