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POR MI VEREDA

Del valor supremo de la vida

Solo la Iglesia, algunos médicos y determinadas asociaciones se posicionan radicalmente en contra y sacuden nuestras conciencias ante esta tremenda realidad, en un discurso que se tilda de reaccionario, carca, ultracatólico

Gallardo, este pasado jueves mientras anunciaba las polémicas medidas I. TOME
Ignacio Miranda

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A principios de la década de los ochenta, un estudiante de quinto de Medicina llamado Jesús Poveda tuvo que realizar, en el hospital madrileño de La Paz, un legrado a una mujer tras un aborto espontáneo. Tras marcharse la paciente, el ginecólogo de guardia y ... el anestesista, el joven fue reconstruyendo las partes del malogrado feto sobre una bandeja, conforme era preceptivo. Aquel suceso marcó para siempre su trayectoria personal. Algo que coincidía, además, con unos años en los que la interrupción voluntaria del embarazo -¡venga eufemismos!- quedaba despenalizada. Han pasado casi cuatro décadas desde entonces, en las que se ha llegado a tal grado de insensibilidad que asumimos como algo normal las terribles cifras del aborto en España: cien mil nonatos a la fuerza cada año, aunque se aprecia una tendencia a la baja.

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