POR MI VEREDA
Corregir el desmán
Por fortuna, con frecuencia hay un juez o jueza recto dispuesto a corregir el desmán, provenga de un ministro o de una nini
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Iniciar sesiónCon la tan traída y llevada maternidad subrogada de García Obregón, Ana, que ya excede las páginas de la prensa del corazón para ser materia de debate nacional, con todo respeto a la decisión personal de la conocida bióloga, pasa casi inadvertida la noticia mollar ... de la semana, una más en el concurso de deméritos del Gobierno. La Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo ha anulado el cese del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, decretado por el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska -desmejorado el rostro, tenue la voz y lacio el ademán-, tras aludir razones de «pérdida de confianza». Una resolución que deja al titular del Ministerio contra las cuerdas, en una situación insostenible por ocultar la verdad, tanto más grave aún si cabe desde el punto de vista legal, de opinión pública y de imagen de las instituciones, por su condición de magistrado.
Los ponentes recuerdan a su olvidadizo compañero las funciones de la Policía Judicial, «bajo la dependencia de los jueces, tribunales y del Ministerio Fiscal en las funciones de la averiguación de delitos como garantía de la independencia y eficacia de la Justicia». Es decir, ningún mando de la Benemérita ni de la Policía Nacional estaba obligado a informar a superiores políticos si se investigaba la responsabilidad penal de autorizar la manifestación del 8-M en pleno estallido de la pandemia, algo incomprensible para un poder ejecutivo empeñado en someter al judicial, despreciar al Parlamento y abusar del decreto-ley como algo normalizado. Cuando los jueces cumplen su labor sin complejos, la democracia funciona. Ítem más en otro tercio. La Audiencia Provincial de Salamanca ha exonerado a un padre de seguir pagando a su hija, ya crecidita con 29 años, la pensión alimenticia mensual de 125 euros por su «desinterés en trabajar y buscar un empleo», así como su «evidente falta de afecto hacia el progenitor», imputable a la joven.
La sentencia recoge que, si bien la joven no tiene independencia económica, este hecho se debe a su falta de diligencia en la consecución de un empleo. Al respecto, los datos en poder de la Seguridad Social que ha valorado el tribunal son de lo más elocuente: la denunciante, con titulación de técnico en farmacia y parafarmacia, solo ha cotizado ¡un día! en 2016. Es decir, esa es su vida laboral hasta la fecha aun cuando no posee discapacidad alguna. Además, percibe 402 euros mensuales de la renta de inserción, ingreso que ocultó al presentar la demanda, y vive desde hace tiempo con su novio. De manera que el padre, un escayolista de Béjar al que también ha sacudido la crisis, harto de una situación de parasitismo enquistado, recibe ahora con alivio el dictamen del tribunal. Por fortuna, con frecuencia hay un juez o jueza recto dispuesto a corregir el desmán, provenga de un ministro o de una nini. Como debe ser.
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