buenos días, vietnam
Hacia lo salvaje
Siguen siendo lo mismo: animales, salvajes, sin doblez, sin seguridad social y sin compasión
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Iniciar sesiónAhora que les habíamos concedido derechos a los animales, ahora que estábamos a punto de subirles el salario interprofesional, ahora que tenían cementerios, sindicatos y hospitales, ahora que tenían derecho a la felicidad, examen para los dueños y hasta cartilla de vacunación. Ahora que los ... toros bravos estaban a punto de hacer un cursillo de nuevas masculinidades para que los subvencionase Irene Montero.
Ahora que el perro Paco habría tenido una plaza asegurada de embajador. Pensábamos que habíamos domesticado a los animales y estábamos a punto de ponerles piso y jubilación. Ahora que lo tenían todo resulta que deciden ser animales y dejar claro que por mucho que el ser humano se vuelva estúpido, olvidadizo y prefiera dejar de lado que es superior, ellos siguen siendo lo mismo: animales, salvajes, sin doblez, sin seguridad social y sin compasión.
Lo nuestro es olvidarnos cada generación de que la naturaleza es indomable, de que los perros, los lobos, las jinetas, no son seres humanos, de que los gatos no son bebés, de que se les puede poner vestidos, llevarlos en carrito, pero siguen teniendo colmillos y un instinto animal. El siglo XXI es el siglo de la falta de las luces, tal vez porque ya evolucionamos tanto que, a falta de necesidades que resolver, nos inventamos derechos que nos acaben dando problemas en el futuro para que tengan con qué entretenerse la próxima generación.
Porque de haberse hundido el Titanic hoy que no le quepa duda a nadie de que los de Greenpace se habrían puesto del lado del iceberg… Habrían demandado a la compañía del transatlántico por la falta de sensibilidad que suponía ir a molestar en su hábitat a una masa de hielo, lo habría llevado a la ONU y a YouTube. Sin ser conscientes por ningún lado que el transatlántico no son sólo personas, sino que está lleno de humanidades, de filosofía, de artes, de penicilina, de Marie Curie… de civilización.
Siempre estamos sometidos al asombro, es el último capricho que nos queda, únicamente porque cada generación se olvida de que la naturaleza es indomable y brutal y ellos pensando que pueden llevar al perro en carrito y ponerle paga y pedir que lo bauticen… Hasta que unos perros sueltos devoran a una chica en Zamora y caemos de golpe en la cuenta de que el mundo sigue siendo exactamente el mismo y nosotros, tal vez, ya no damos la talla.
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