buenos días, vietnam

El apocalipsis empieza mañana

La piedra, austeridad nuestra de cada siglo, sirve para algo más que para lapidar al de al lado

El Tercer Reich del Pisuerga

A una ciudad yo no le pido que se automática, como aquella de Julio Camba. Es más, cuanto más esfuerzo cuesta algo mejor pensadas suelen estar las cosas. A Valladolid no le pido ser la ciudad del futuro de una Europa que debería mirar ... al pasado de vez en cuando para entender de dónde viene en vez de hacer el ridículo poniendo más cargadores eléctricos en las calles que árboles. Sólo le pido que en pleno 2023 no se siga levantando como urbe de los noventa, llena de colorines igual que si cualquier avenida de las afueras fuese a acoger unos juegos olímpicos sin inauguración, ni príncipe, ni reyes… A los arquitectos habría que prohibirles salirse de Grecia y de Roma. Allí ya estaba todo inventado. Uno mira a Bernini y entiende hacia dónde debe de ir la humanidad, en cambio mira lo que se hace ahora en muchos sitios y prefiere que el apocalipsis empiece mañana.

En Valladolid, que es una ciudad más bien plana, sin complejo ni silicona, el anterior equipo municipal decidió que hacían falta ascensores para subir las dos laderas contadas que hay y esta mañana he visto que han decorado los andenes en los que se espera a que vuelve el funicular castellano de bajos vuelos como si fuese la cresta de Curro en la Sevilla del 92. Tubos largos de colorinchis haciendo las veces de portada en vez de un arco como el de Tito. Así nos va con calles peatonalizadas de rojo desconchado. Todo es arquitectura efímera, pan para hoy y hambre para mañana. Si esto es lo que fuésemos a legar a nuestros biznietos, qué imagen más pobre tendrían de nosotros. Como si a los romanos les hubiese dado por ponerle gresite a la Fontana de Trevi o le hubiesen encargado a un artista conceptual darle una manita de color a las columnas de los templos de Agrigento.

Yo sólo pido una ciudad que sepa lo que es, de donde viene y su importancia y para eso nos hacen falta políticos y arquitectos con algo de sentido estético que no piensen que lo que más brilla es lo máximo a lo que se puede aspirar. La piedra, austeridad nuestra de cada siglo, sirve para algo más que para lapidar al de al lado.

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