César Pontvianne: «Con un Gobierno débil que hoy dice 'A' y mañana 'B' se retrae cualquier inversión»
Echa en falta «un proyecto de país» en España «con entendimiento entre las fuerzas políticas» y lamenta que los empresarios sean a veces «señalados»
Iberaval facilita hasta noviembre 546,3 millones en 5.389 operaciones para facilitar a las empresas su acceso al crédito
Valladolid
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Iniciar sesión«Incertidumbre». La palabra que repite y con la que define la situación el presidente de Iberaval, César Pontvianne (Salamanca, 1983), la sociedad de garantía recíproca líder en el sector que en unos momentos en los que la banca tradicional ha apretado el grifo sigue ... al alza en la financiación que ofrece. «A las duras y a las maduras», defiende que han de estar y con el propósito firme de seguir haciéndolo: «Somos ambiciosos».
—¿Cómo definiría la situación económica actual?
—La palabra es incertidumbre.
—¿Y cuál es el principal problema?
—Seguramente una combinación de muchos. Un cambio en la política monetaria, el momento político en España y Europa, la ralentización económica global, problemas estructurales en Alemania o en Francia, los geopolíticos con dos guerras...
—Un cocktail…
—Un cocktail explosivo cuanto menos.
—¿Los políticos ponen más trabas que soluciones?
—Si nos ceñimos al entorno de Iberaval, ponen más facilidades que trabas. Y hablo de la Junta de Castilla y León, el Gobierno de la Rioja y de Galicia y el Ayuntamiento de Madrid. Todos son conscientes de la gran labor que hace Iberaval y de la función que tienen y nos soportan y nos ayudan. En ese contexto yo diría que es positivo y facilitan. En el resto, me guardo mi opinión.
—Hablaba de la subida de tipos de interés. Dijo en alguna ocasión que lo normal no era lo anterior, que era el coste cero. ¿Cómo explica eso para los más profanos?
—Que no es normal que un negocio de la banca esté cobrando el cero por ciento por darte un servicio y un dinero. El dinero gratis siempre lleva a un endeudamiento excesivo y a una situación complicada, tanto en los hogares como las empresas, porque no damos valor a eso que no cuesta o cuesta muy poco. Eso cambia y es lo que estamos viviendo ahora desde hace un año.
—¿La situación actual en una buena parte es heredada de ese tipo cero?
—Totalmente heredada. Es un resultado de unas políticas mal ejecutadas.
—¿Y esa subida de tipos está dejando ya proyectos en la cuneta?
—Está generando dudas a la hora de acometer proyectos más que dejarlos en la cuneta. Lo vemos en el mercado hipotecario. No se compran casas.
—Y en este momento de mayor coste de acceso al crédito, ¿qué papel juegan las sociedades de garantía recíproca (SGR) como Iberaval?
—Somos anticíclicas. Un complemento a las entidades financieras y es cuando tenemos que poner más la carne en el asador para poder dar mayor crédito a empresas, pymes y autónomos.
—Representan aproximadamente una cuarta parte del sector dentro de las sociedades de garantías. ¿Dónde está el tope?
—Somos muy ambiciosos. El tope estará donde nos dejen los clientes y los socios de Iberaval. Queremos seguir creciendo. Estaría muy bien que todo el sector de las SGR creciera para que nuestro porcentaje se diluyera. Pero si ellos no lo van a hacer, nosotros sí.
—Comercio, industria, construcción, agroindustria, eran sus principales clientes. ¿Con esta nueva situación está cambiando ese perfil?
—No. Lo de Madrid nos está dando un crecimiento en otros sectores, pero comercio, servicios, agroindustria van a seguir siendo los principales.
—Hablaba de incertidumbre. ¿Iberaval en esta situación sigue fiel a su idea de respaldar las pymes?
—Sí. Fue así en la crisis de 2007; en la pandemia, cuando fuimos los primeros en salir para poner nuestros propios recursos para ayudar a las pymes; con la guerra de Ucrania, y va a seguir siendo así momento a momento.
—En ese escenario de subida de tipos y con más complicaciones para acceder al crédito, los datos Iberaval crecen año. ¿Cómo se explica?
—A parte de una situación anticíclica y menos crédito, sobre todo porque este equipo ha trabajado muy bien y porque ya tenemos una marca consolidada. Ahora mismo vienen a nosotros empresas que hace tan solo unos años ni lo hubiéramos imaginado. Firmas muy buenas, con una calidad crediticia que no tienen ningún problema para ir a cualquier banco a pedir dinero, y nos quieren en su 'pool'. Somos un socio a largo plazo que estamos a las duras y a las maduras.
—¿La banca tiene todavía demasiado miedo por la crisis de 2008 que llegó también por un momento de bondad en dar préstamos?
—La regulación bancaria, a la que también estamos adscritos, es muy elevada, pero nosotros no tenemos obligación de dar beneficios para repartirlo entre sus los socios y eso nos ayuda muchísimo.
—¿La situación política afecta?
—Creo que la situación política actual no ayuda a nada. Que haya un gobierno débil, que hoy dice 'A' y mañana 'B', es muy complicado para la toma de decisiones porque el empresario, la pyme y el autónomo quieren certidumbre. Qué va a ocurrir mañana si hago este negocio, tus impuestos van a ser estos hoy luego ya veremos... Esa situación de incertidumbre retrae cualquier inversión.
—Tienen conocimiento de proyectos que estaban encima de la mesa y se han quedado en 'stand-by'?
—De proyectos que se van retrasando y se van a otras regiones. Recientemente el de llantas de Burgos que se ha ido a otro sitio (Portugal) porque la situación económica, política y fiscal no le ha acompañado. Debemos tener en cuenta que a la hora de invertir hay muchas más variables que la puramente de dónde eres. Y el gobierno lo tiene que entender.
—¿Y la situación política de Castilla y León?
—Aquí siempre hemos tenido una situación política estable aunque ocupemos muchos titulares por ciertas declaraciones de ciertos políticos. Y los empresarios siempre lo hemos valorado a la hora de tomar decisiones. El carácter castellano, tanto del gobierno como de los empresarios, ayuda mucho.
—¿A nivel nacional, los acuerdos del PSOE con los independentistas están teniendo repercusiones?
—Creo que va a tener repercusiones sobre todo en las zonas de esos independentistas. La situación de Cataluña ya la vivimos cuando el 'procés' y lo que supuso la salida de empresas. Esperemos que en el País Vasco no ocurra, pero hay grandes multinacionales que no quieren ese tipo de problemas porque les afecta mucho más la imagen de marca, de la cotización...
—Aquí en Castilla y León, justo al otro lado de la frontera, está Portugal con otras condiciones para las empresas, en algunos casos más favorables. ¿Se están yendo proyectos?
—Portugal es un país de un trabajo bien hecho. Está creciendo, muy bien y armoniosamente. ¿Se están yendo proyectos? No creo que tantos como pensamos, pero sí se están yendo.
—¿Lo mira con envidia?
—Miro con envidia ese entendimiento en las fuerzas políticas que llevan a cabo acuerdos para poder desarrollarse y un proyecto de país.
—¿Y aquí en España se han llegado a sentir criminalizados por el Gobierno como empresarios?
—Nos hemos sentido señalados de vez en cuando, no criminalizados, porque somos muy conocedores de lo que hacemos y de lo que dejamos de hacer.
—Uno de los problemas es la falta de mano de obra. ¿Como afecta?
—Es un problema importante el talento y cómo lo canalizamos hacia las empresas. La educación no la hemos enfocado a las necesidades de la economía real y ahora tenemos que reorientarla. Y es complicado. Se están tomando medidas, pero vamos tarde. Tenemos que acelerar y dar la importancia que tiene porque si no vamos a tener negocios vacíos de gente para poder trabajar. Volver a poner en valor esos trabajos. No podemos decir que estudiar FP es de segunda. Si hacemos eso, estamos haciendo un flaco favor a nuestros hijos y al futuro de este país.
—¿Ha fallado la educación?
—Creo que sí. Desde el principio. Cada Gobierno hace una ley nueva. No sé ni por la que vamos...
—Hay falta de mano de obra, pero hay unas listas del paro que no terminan de bajar. ¿A qué achaca esa descompensación?
—Principalmente, a cualificaciones y necesidades. Si tenemos, por ejemplo, 500.000 abogados y sólo hace falta 100.000, tenemos un problema. Pero si tenemos 100.000 ingenieros y necesitamos un millón, tenemos el mismo problema… Hay que encaminar eso.
—¿Falta comunicación entre empresa y educación?
—Falta comunicación desde la propia educación, que la gente sepa las alternativas, que las empresas nos vendamos muchísimo mejor. Todo eso hace un proyecto de país, y no lo tenemos.
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«En Castilla y León nos flagelamos mucho con que somos menos. No es así»
— En Castilla y León, el Diálogo Social ha estado en el foco político ¿Ha notado la economía esas trifulcas?
—No. No creo que se haya resentido. Además, son trifulcas que no llevan a ningún sitio. El Diálogo Social ha sido una herramienta que ha servido de mucho y debe de ser mantenida. ¿Reformada? Siempre tienen que ser mejoradas las cosas, pero no vamos a destruirlo.
—¿Qué le falta a la economía de Castilla y León, que siendo una comunidad en la que el peso de la industria es superior en su PIB que la media, para que despunte?
—Creérselo. Que nos lo creamos, que nos creamos que no somos ni menos ni más que ninguno. Aquí nos flagelamos mucho con que somos menos que otros, y no es así. Tenemos grandes empresarios, empresas... Es parte del carácter castellano de trabajar, trabajar y trabajar y no dar importancia a la comunicación. Nos tenemos que vender mucho más.
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