Un centinela palentino para semillas y sabores
Emilio Medina ha recuperado cerca de 1.200 variedades históricas de tomate, ajo o patata a través de la huerta y semilleros de su proyecto 'La Mielga', en Villalcázar de Sirga
El huerto como generador de salud física y mental
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEmilio Medina Román confiesa que el tomate al natural nunca le gustó «especialmente». Pero también evoca el día que comió su primer tomate de huerta, el primero 'de verdad'. «Recuerdo que dije 'joder, yo esto nunca lo había probado'». Y así -aunque a sus ... 26 años este joven sabe que nació ya de lleno «en la industria» de lo alimenticio-, germinó en él una añoranza por los sabores de antes que floreció en forma de un proyecto de recuperación de semillas históricas. Comenzó en 2016 bajo el nombre de La Mielga: a día de hoy reúne entre 1.100 y 1.200 variedades de simiente, a caballo entre su hogar y su huerta, en Villalcázar de Sirga (Palencia). En la que fuera la tierra de sus bisabuelos Ponciano y Erundina, él cultiva hoy con mimo cebollas, ajos o pimientos, y el tomate es rey: acumula unas 600 de esas variedades, sacando adelante ejemplares de concurso que lleva a ferias internacionales o especies autóctonas que muestra en Instagram.
Cada uno madura con una forma y color, y aunque algunos vienen con variedad reconocida -como los 'True Colors' o los 'Midnight Sun' que sacó de las semillas que le envió un chico de Mallorca- al preguntar sobre otros, los agricultores sólo le dicen que son tomates. Sin más apellido. «El que ponía siempre mi padre», se encogen de hombros. Por eso, Emilio decidió empezar a clasificar los productos de su huerta con el nombre de quien se lo dio, o a través del lugar de procedencia. Por ejemplo, tiene un tomate rosa de Claudina, de Calzadilla; y otro que parece un legado hecho mata, porque nació de simiente que le regaló el ya fallecido Lucio, de Villasarracino; o un pimiento morrón de Cuevas Bajas que le mandó Quico desde Málaga.
«Las variedades antiguas son las que más me gustan, me va eso de recuperar alguna que ha estado años en un cajón», cuenta Emilio, mientras trastea por la huerta, dividida en tres: primavera, verano, invierno. Algunas «aguantan» años en un tarro o en una servilleta y consigue que vuelvan a brotar. En ocasiones, reenvía los granos renovados a aquel nieto que se los hizo llegar, una de las emotivas maneras que ha encontrado de «compartir experiencias con gente de otras partes del mundo». Entre las pepitas más antiguas que ha 'resucitado' está una de 1916, una de Matute de Almazán (Soria), planta viva más de un siglo después gracias a sus cuidados. «Humedad y calor es lo que piden para germinar», refiere el joven, que también apunta al sustrato.
«Más esclava y delicada»
El centinela de semillas sabe que la huerta, «el mejor semillero», es también «muy esclava y más delicada» que la producción a gran escala: se lo recuerdan experiencias como la de estar a punto de perder una variedad de guisante burrero de Pomar de Valdivia (Palencia). «Si graniza, recoges menos semillas de las que plantas», afirma. Los aprendizajes cuentan, claro, porque aunque «menos productivas», las variedades tradicionales son también «más rústicas, sobreviven mejor». Y así pasan las estaciones, poniendo ajos a secar o guardando semillas en la despensa para tumbarlas en la tierra la próxima temporada.
Hijo de productor agrícola, Emilio compatibiliza la huerta con su trabajo de bombero forestal, así que su rutina cambia mucho, pero su atención a garbanzos, lechugas o escaluñas no cesa. En este verano tan duro, reconoce que hubo días en los que «después de trabajar catorce horas, llegaba a las ocho de la mañana y me pasaba por la huerta antes de ir a casa a dormir». Ahora que entra el otoño, «si trabajo por la tarde, paso por la mañana y al revés». Pero La Mielga es fundamentalmente para autoconsumo, sólo vende el excedente a un puñado de clientes de la zona con ayuda de su padre. «No tengo tanta producción, la idea principal del proyecto es la semilla, aunque la gente me pide mucho producto, cada vez hay más demanda», confiesa.
Biorresiduos para impulsar la agricultura urbana
NATURALLa mezcla de materiales creada por el Instituto de Ciencias Agrarias (ICA-CSIC) a partir de compost y residuos orgánicos permite cultivar hortalizas en azoteas con una productividad similar a la obtenida en el campo
La insólita combinación de una tarea tan pegada a la tierra y a la tradición en manos de un veinteañero que cuenta sus avances en Internet atrae a dos generaciones en extremos casi opuestos de la pirámide. Los que más se interesan son «gente o muy mayor o muy joven», confirma él, que, si bien bromea con que la media de edad de sus amigos es de 75 años, también señala que muchos adolescentes le contactan, «se interesan, siguen los pasos de sus abuelos». En general, muchos comentarios positivos: «La gente que prueba estos tomates me dice que son los mejores de su vida», sonríe. «Me alegra, pero también me da rabia que así sea, porque preferiría que hubiese mejores productos en los supermercados», añade. Desde la perspectiva de un proyecto humilde y sin subvenciones, considera para que así fuera tendrían que darse «menos trabas burocráticas» o «más incentivos» a las empresas asentadas en el campo, para las iniciativas cooperativas o pequeñas que luchan por ser rentables. Para Emilio Medina, simplemente, no hay otro modo de vida posible: las ciudades no son para él y acude para poco más que papeleo. «Me crié en el pueblo y no quiero otra cosa», sonríe.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete