EDUCACIÓN
Campus Rural: los jóvenes universitarios tienden su mano a los pueblos
PRÁCTICAS ESTIVALES
Alumnos de la Comunidad disfrutan de becas nacionales y las Ralbar de la ULE
Andrea Diez Moyano (Beca Ralbar en la Universidad de León)
Poblaciones de menos de 5.000 habitantes en Castilla y León han encontrado este verano una mano tendida de los jóvenes universitarios gracias a las becas Campus Rural y a otras que ofrece la Universidad de León, las ayudas Ralbar, todas ellas enfocadas a promover ... el desarrollo rural gracias a los proyectos en los que los universitarios trabajan sobre el terreno. En Campus Rural, residen en las poblaciones o a menos de 20 kilómetros de ellas y a cambio reciben 1.000 euros brutos mensuales (860 euros en Ralbar, más un máximo de 500 euros adicionales para material fungible). Estas becas se convocan dentro del Programa Campus Rural, impulsado por Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en colaboración con el Ministerio de Universidades y la Conferencia de Rectores de las Universidades Públicas Españolas (CRUE).
Cada una de las cuatro universidades públicas ha becado a doce alumnos, que se suman a los doce que llevarán a cabo las propuestas seleccionadas en la segunda edición de las Becas Ralbar. Las ayudas permitirán a los estudiantes realizar prácticas estivales este año en municipios rurales. La diferencia entre ambos programas está en que, en unas, las Becas Ralbar, las propuestas las hace el estudiante y en las referentes al Programa Campus Rural, las iniciativas surgen de las entidades locales en consonancia con sus necesidades e intereses.
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Guillermo Castiñeira Lera (Beca Ralbar de la Universidad de León)
«La apicultura puede ser una alternativa a otros sectores»
Su interés por la naturaleza ha llevado a Guillermo Castiñeira a hacerse cargo de las 70 colmenas que le traspasó su padre en Bonella (León) cuando se volvió alérgico a las picaduras, pero también a enfocar su vida al estudio del medio natural. Ha acabado el doble Grado de Ciencias Ambientales e Ingeniería Forestal en la ULE y ahora disfruta de una beca Ralbar para elaborar un «Calendario Floral de interés apícola en la Reserva de la Biosfera de los valles de Omaña y Luna». Con él organizará talleres y jornadas este verano, así como entrevistará a apicultores de la zona: «Se han interesado un montón y eso me motiva mucho», dice. Su objetivo es hacer una publicación para los apicultores con las plantas disponibles para las abejas en cada época: «Nosotros tenemos que saber cuándo florece cada especie para adaptar nuestros manejos» en las colmenas. Su proyecto tiene también un objetivo de divulgación de las comarcas donde lo desarrollará «e introducir el concepto de turismo apícola» porque «la apicultura es un sector que puede servir de alternativa a otros sectores, como la agricultura y la ganadería, que hoy no son rentables». A la vez, sus estudios y herbarios servirán para la Reserva de la Biosfera de la zona y para la Universidad de León, donde espera cursar el Máster de Estudios Avanzados en Flora y Fauna.
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Andrea Diez Moyano (Beca Ralbar en la Universidad de León)
«Me gustaría ver si funciona la comunidad de aprendizaje en el medio rural»
Andrea Diez es de Cistierna, pero su destino estará ligado este verano a otra población leonesa, Valderrueda, gracias al proyecto que desarrolla en ella, la «Comunidad de aprendizaje: una oportunidad para transformar y promocionar la infancia y el ocio en el mundo rural». Por medio de una beca Ralbar (de la ULE y la Fundación Banco Sabadell) quiere implicar a las familias y al resto de los vecinos en la educación de los niños. Desea «poder ver si funciona una comunidad de aprendizaje en el medio rural», como afirma. Este modelo educativo está más ligado a las ciudades, pero Andrea lo ha trasladado a esta pequeña población leonesa gracias al Ayuntamiento y la Junta Vecinal, que le ha prestado el local (pudo elegir entre dos). Con 25 años, acaba de terminar su Grado en Educación Infantil y ha presentado su trabajo de fin de grado, «porque he ido rápido al tenerlo todo muy organizado». Y es que organización no le falta: quiere involucrar a los padres de los niños y dice que «si alguno es ganadero puede explicarnos qué hace; la abuela de otro niño es pintora, por lo que también podría venir y contarnos aspectos básicos de la pintura», o hacer talleres para que los niños aprendan otras cosas aprovechando el periodo estival y sus vacaciones escolares. Entre sus propuestas, ha proyectado un buzón de sugerencias, una papelera de reciclaje, etc. Todo para llevar ideas que «mejoren el entorno», en un medio rural que no siempre tiene alternativas. También piensa en cursar en Madrid el Máster de Educación Especial, porque lo suyo, asegura «es vocacional, me encanta la enseñanza; si no tienes vocación es muy difícil llegar a los niños».
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Aroa Murciego Toro (Alumna de la Universidad de Valladolid)
«Es una buena idea para el verano, ganas experiencia»
Aroa Murciego habla para este reportaje apenas unos días después de incorporarse a su trabajo de prácticas en la empresa Industrias Lácteas Manzano SA de Valderas (León), donde estará este verano gracias a una de las becas del programa Campus Rural. Su imagen es la de la alegría por haber encontrado este proyecto: «Estoy muy contenta porque es gente muy amable y el trabajo que hago es bastante entretenido; además, me dejan hacer cosas sola; por lo que veo, tienen bastante confianza en mí», afirma. Confiesa también que cuando vio su nombre como seleccionada, «no me lo podía creer; tuve que mirar varias veces la pantalla del ordenador», ríe. El hecho de ser de Benavente (Zamora) y su cercanía a Valderas le permite residir con sus padres, aunque durante el curso -estudia Química en la Universidad de Valladolid-, comparte piso con su hermana. Se apuntó a este programa para aprovechar estos meses para hacer sus prácticas y porque considera que «es una muy buena opción para el verano porque, si no, ¿qué haces todo el día?, ¿ir a la piscina? Es mejor ir a una empresa y ganar experiencia, porque cuando vas a buscar empleo te piden experiencia y ¿qué mejor manera que esta?». También pone de manifiesto que ella conoce y prefiere lo que es la vida en el mundo rural, pero que, para un estudiante de una ciudad, estas becas «también pueden ser una buena oportunidad para conocer cómo se vive en estos pueblos y, además, la verdad es que rara es la vez que encuentras una oportunidad en un pueblo». En el futuro le gustaría trabajar en una empresa del sector de la alimentación y, en todo caso, «en un laboratorio. Tengo claro que no quiero ser profesora», añade tajante, mientras considera que esta iniciativa también puede ser una ayuda para las poblaciones más pequeñas de Castilla y León. Con 25 años, la beca también le ha dado la oportunidad de trabajar con una estudiante griega de Erasmus que también hace prácticas en su misma empresa.
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Javier Aladrén Ortiz (Alumno de la Universidad de Salamanca)
«Debe haber gente que se mueva. Si no, es resignación»
Javier Aladrén atiende a ABC por teléfono desde Bermillo de Sayago (Zamora) en plena vorágine del cierre de la revista semestral que está elaborando junto a la Asociación sin ánimo de lucro Vive Sayago, en la que hará sus prácticas este verano gracias al programa Campus Rural. De Zaragoza, reside con su familia en Salamanca y allí, en la Universidad pública, ha terminado 4º curso de Comunicación Audiovisual. Por delante tiene unos meses para difundir la riqueza de la comarca y de la provincia, gracias a la revista «Vive Zamora». Ha trabajado también unos días en la II Iberoamericana de Toro y en otras ferias comarcales. Comparte la vivienda que le ha alquilado la asociación con una compañera que también disfruta de la beca Campus Rural y asegura que tienen todo lo que precisan, «aunque aquí, algunas cosas son más caras por el tema de la distribución», otro handicap del mundo rural. En el tiempo que lleva en Bermillo se muestra «encantado» con la oportunidad recibida y ha observado «mucho sentimiento de comarca, más que de pueblo» y que «se puede vivir no solo muy a gusto, sino que hay gente que hace cosas, que se mueve». También plantea que «todo lo que haga la gente en una zona así, despoblada, por moverse y darse a conocer, por promocionar todo lo que tienen en patrimonio, en cultura, en eventos, es importante, y poco se hace para lo que se debería hacer». Tiene claro, en ese sentido, que en el mundo rural «hace falta gente que quiera moverse, como esta asociación, porque si no, es casi una resignación». Experiencias como la suya y la de su compañera también son un soplo de aire fresco y juventud en zonas con una población envejecida: «Somos gente nueva, que trae nuevas ideas y conocer gente te abre la mente», afirma. Asimismo, Aladrén añade que «yo también estoy aprendiendo mucho porque moverte en el terreno es lo que te da la experiencia», lo que también necesitan de cara a su futuro.
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