noción personal
Constitución sí, pero no así
No puede ser que unos pocos, votos y diputados, sometan a toda una nación. La Ley electoral debe cambiarse
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La Constitución de 1978 ha sido hasta el día de hoy la de más vigencia y estabilidad de todas cuantas han existido en la historia de España. Su nacimiento significó que, por una vez, todas las fuerzas del arco político contemporáneo cediesen buena parte de ... sus postulados para que se alcanzase un acuerdo general en determinar que nación y bajo qué criterios se legislaría. Al fin y al cabo, tras el referéndum general, desde los nacionalismos, hasta los extremismos tuvieron la generosidad de aceptar una carta magna, aunque no recogiera todos y cada uno de sus postulados políticos. Esa es la fuerza del consenso. Para querer hay que ceder parte de uno mismo. Algo que, a día de hoy, 45 años después, se ha roto.
La generación que redactó y aprobó la Constitución está ya de retirada. El paso inexorable del tiempo ha dado pie a que otros políticos más jóvenes tomen las riendas de lo que se viene a denominar el sistema. Quizás, el desconocimiento en sus propias carnes de las consecuencias a las que lleva la radicalización de las posturas y el cierre al diálogo esté produciéndose con nuestros representantes públicos a casi todos los niveles administrativos. Sólo así, o bajo una soberbia egocéntrica ciega, se puede explicar lo que se está produciendo en España al máximo nivel político. No puede ser que unos pocos, votos y diputados, sometan a toda una nación. La Ley electoral debe cambiarse. Factores como la inmoralidad, la deslealtad a los propios principios constitucionales de igualdad entre todos los españoles, vivan en la comunidad que vivan, la puesta en jaque del poder legislativo, judicial y hasta general, nuestra política exterior como el asunto de llegar el catalán a la UE, la cesión de poderes de marcado carácter estatal, la financiación pública y un sinfín de atropellos al buen gobierno de nuestro país nos han llevado a una inestabilidad social y a un extremismo muy peligroso, alejado de la larga etapa de consenso de donde provenimos.
En Castilla y León, corazón histórico de España, sabemos y mucho de la entrega y el sacrificio por un interés general, hemos vaciado nuestras provincias de habitantes hacia otros puntos cardinales, lo hemos dado todo en recursos materiales y humanos por un destino mayor y universal. Basta ya.