Interesante Shakespeare

Los gemelos Viola y Sebastian se separan por un naufragio; sin saber el paradero del hermano, la joven se disfraza de hombre y sirve al duque Orsino en Iliria, lo que provoca una cadena de equívocos sexuales, pues Olivia, la mujer que ama el duque, se enamora de ella, creyéndola varón. El propio Orsino siente hacia su paje una atracción que le turba y confunde (bien insinuada por Daniel Albaladejo). Todo se complica cuando Sebastián llega al lugar de incógnito.

Yolanda Pallín hace una versión clara del texto, en la que subraya el juego entre las apariencias y el ser, pues los personajes no son lo que creen o lo que parecen o hacen. En el mundo cerrado y tedioso de Iliria, Viola/Cesario (magnífica Beatriz Argüello), con su aguda inteligencia y su inquietante ambigüedad sexual para los otros, es una bocanada de aire fresco. El resultado final es un montaje que fluye con fuerza y ritmo, con una puesta en escena coherente en la que todos sus elementos se integran. Los contrastes de luz y el vestuario años 20 de Caprile son significativos (blanco para los gemelos; negro para los poderosos; rojo para Olivia enamorada); la escenografía es sencilla, con dos telones (rojo y blanco) y un fondo proyectado de árboles, dejando espacio para acciones y palabras. La música del piano y las canciones del music hall de los años 20 y 30 tienen protagonismo, al potenciar emociones y crear un clima alegre y festivo que predomina en el espectáculo e invita a la esperanza. Todos los actores están a la altura y fueron larga y merecidamente aplaudidos.