Ana Pedrero - Desde la raya
Trágica belleza
Hemos aprendido a convertir en poesía esta belleza trágica de nuestra España Vacía
Las imágenes que deja el volcán de Cumbre Vieja son de una trágica belleza, como si todo lo hermoso de la vida tuviese un componente doloroso; la vida misma. Esa trágica belleza de la lava incandescente encendiendo una cascada en la noche, dibujando filigranas de ... luz en lo oscuro. Filigranas de luz hermosas y voraces que sepultan casas, cultivos, recuerdos, el modo de vida de las gentes, pobres gentes de La Palma: filigranas de luz que cosen, que bordan sobre la montaña la tragedia de quien todo lo pierde, esta impotencia de ver cómo todo perece y se desdibuja como si nunca hubiera existido. Nos parieron en una tierra de surcos, montes, ganado y cereal; una tierra sin playa y sin volcanes donde a veces el Duero se crece y se desborda y sus aguas bravas destruyen cuanto encuentran a su paso; una tierra que vive, que entiende ese lado oscuro de las cosas, esa dicotomía, las sombras y las luces, esa trágica belleza que en esta frontera del oeste se convierte también en una loa a la vida.
Aquí, en esta tierra nuestra, todo habla de silencio de las tardes de invierno, del rumor de los grillos en las noches de verano, el grito hondo de los ciervos en la berrea en la sierra cuando llega el otoño, el milagro de la vida cada primavera. Todo habla de las nieblas en los meses del frío, de la soledad de las calles, sus cielos limpios sin industrias que los profanen, de los agostos con los pueblos a reventar, las ventanas abiertas, los niños jugando en las calles en vacaciones, la sinfonía despreocupada de los pájaros al amanecer, las campanas y las espadañas, la piedra, esta paz silente de un rincón apartado del mundo.
Hemos aprendido a convertir en poesía esta belleza trágica de nuestra España Vacía, nuestra frontera rayana, donde el tiempo discurre más pausado, donde hacemos de la falta de gente, de vecinos, de jóvenes, de casi todo, un recurso turístico para atraer nueva gente; esta sobrada de espacio libre para asentar a quienes huyen del mundanal ruido en nuestro paisaje, en nuestros, pueblos a veces tan alejados del mundo. Turismo ecológico lo llamamos.
Trágica belleza de soledades la de mi tierra, de esperanza sepultada por un volcán de olvido, donde los rescoldos de la memoria son los versos, el cántico que nos pone en pie cada mañana.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete