Pedanías que ya no tienen quien las cuide

El marco legal exige unos mínimos: una entidad local menor no puede tener continuidad física con su ayuntamiento ‘nodriza’, y para mantener su estatus debe contar con un territorio, con recursos, con habitantes.

Aunque esos mínimos no están del todo reglamentados, debe haber -al menos- un alcalde pedáneo, y a ser posible una junta vecinal, lo que permite deducir que uno o dos vecinos son indispensables, asegura Héctor Palencia. «Existe una gran complejidad técnica, y las situaciones son muy distintas», admite el director general, «pero incluso si una entidad se suprime no significa que se vayan a tirar las casas o vayan a entrar excavadoras, es un cambio administrativo», relativiza.

En 2021 se ha hecho oficial la extinción de Bentetrea, perteneciente a Oña, en Burgos, pero cuatro pedanías más están en la cuerda floja, aunque la supresión no es aún irreversible. Su caso es peculiar, porque hace 23 años que la ley (1/1998) decretó su desaparición como entidades, por estar despobla das. Al no contar con vecinos ni en el censo de 1998 ni a fecha del enero siguiente, las disposiciones marcaron que debían desaparecer, pero el proceso se pospuso. En este ajuste de cuentas legal se encuentran Ahedo de Bureba y Hocina, en Burgos; y Los Montes de la Ermita y Urdiales de Colinas (León).

Para detenerlo, los afectados deben demostrar que tenían empadronados por aquel entonces. En esas está Ahedo, con el apoyo de su municipio ‘base’, Galbarros. «Somos pocos en el mundo rural y esto disminuye cada año, pero de momento hemos recurrido la supresión de Ahedo», confirma el alcalde de Galbarros, Luis Miguel Cuesta, que hace frente común con la alcaldesa pedánea ‘desheredada’, Teresa Escudero.

Dos pedanías más dependen de Galbarros, San Pedro de la Hoz y Caborredondo, pero en este ayuntamiento no sobran los fondos. Han pensado en instalar placas solares, comenta Cuesta, ya que les gustaría «tener más dinero y arreglar la carretera». Respecto a Ahedo explica que pararon la supresión en 2017, y confían en frenarla de nuevo, pues su documentación indica que en los plazos previstos tenían tres empadronados y una junta electa. Suficiente. Todo apunta a que pronto habrá acuerdo y Ahedo seguirá siendo pedanía.

Mientras, Hocina es casi una leyenda para el ayuntamiento de Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja . Aunque pierde ahora su condición ‘oficial’ de pedanía, hace tiempo que no ejercía como tal. De hecho, desde el consistorio mencionan tres más que podrían tramitar pronto su salida de la lista: Quintanilla Sosigüenza, Lechedo y Villarías.

El concejal a cargo de esta materia y teniente de alcalde, Jesús Argüelles, cifra que por el momento Villarcayo aglutina hasta 25 entidades locales menores. «Lo que pasa con estas entidades es que apenas cuentan con vecinos o se quedan huérfanas de administración», explica. «Cuando llegan las elecciones, llega un punto en el que nadie se presenta por ellas», añade.

Al pie de un desfiladero, hoy se puede ver el cartel de ‘granja Hocina’ sobre una casa situada donde estuvo la entidad, afirma la doctora en Historia María del Carmen Arribas, especialista en las Merindades de Burgos medievales. La pedanía, «entidad de lugar» desde 1131, fue tierra de ventas de colonos y propiedad del monasterio de Rioseco, expropiada más adelante por la desamortización de Mendizábal. Es un caso particular, pero Arribas explica que ese cambio administrativo siempre afecta a la titularidad de la tierra. «Los ayuntamientos se crean en el siglo XIX para sustituir a los merinos rotatorios, y eso significa que en las pedanías, el ayuntamiento principal no es propietario de nada, las entidades son las dueñas del territorio», subraya. Que desaparezcan las pone, a su criterio, en una «situación muy difícil» porque las expone a entrar en el juego de influencias de cada pequeña comunidad. «Cuando una pedanía se queda sin vecinos, el ayuntamiento cumple la ley, pero no se hace más por fijar población, y la gente se rebela contra ello». opina la escritora. Hacen falta servicios como una buena conexión a Internet, añade la experta.

No obstante, el director de Administración Local niega miedos como que las entidades reciban ayudas adicionales de la Junta o que haya intereses espurios por ninguna de las partes. Sostiene que, en muchas ocasiones, se trata de adecuar «lo jurídico y administrativo» a «lo real», para evitar limbos y problemas de papeleo.

Si bien una modificación en la ley impide crear nuevas pedanías desde 2013, «mantener servicios en el medio rural es una apuesta clara de la Junta, no ha habido ninguna voluntad de disolver estas entidades», insiste. «Normalmente es el ayuntamiento al que pertenecen quien lo solicita, por no lograr órganos de gobierno».