Universo Oculto presenta 'Seduciendo a Caín', un potente thriller de Antonio Reina

La verosimilitud, desquiciada e hiperbólica, no aleja del texto sino que sumerge en él. En las orgías de que teníamos noticia, narrativa o periodística, el dominio y la tortura eran catalizadores del morbo conducente al explosivo logro del placer sexual. Sin embargo, en el club Xapar (que se hace un hueco entre los grandes escenarios del terror como el castillo del conde Drácula, el hotel de El resplandor o el motel de Norman Bates), el sexo es central pero la crueldad del verdugo parece imponerse (eso sí, por la mínima) a la lujuria del libertino.

La acción principal transcurre en una ciudad importante y emergente, capaz de albergar el foco de una puntera corporación que provee de software militar de vanguardia al mercado internacional. Aparecen puntualmente otras localizaciones (Madrid, África, un lugar de La Mancha, la costa napolitana, una academia militar en Macedonia) pero la historia que se narra, como la humanidad misma, no tiene fronteras.

Se podría aplicar a Antonio Reina lo que sobre miss Marple, su célebre mujer detective, escribe Agatha Christie: «ha sondeado las profundidades de la iniquidad humana», y ello se refleja en esta novela de casi 500 páginas. El lado oscuro del poder (su omnímodo tentáculo controlador y su total carencia de escrúpulos) queda al descubierto en el lema de la familia Caín, núcleo protagonista del argumento: placer, poder, familia. Los sólidos conocimientos tecnológicos y culturales del autor, director de Comunicación de la Fundación Antonio Gala, enmarcan la sucesión de crímenes rituales o caprichosos en un lúcido análisis de la nueva era en que nos adentramos, dominada por la información y la tecnología (minería de datos, vigilancia masiva, redes oscuras) y con actores internacionales, si no nuevos, sí con firme y renovada voluntad de hegemonía.

El lujo y los placeres de la buena mesa no faltan en un relato que nos permite degustar delicatessen como un sándwich empanado con harina de oro comestible de 24 quilates. O placeres más accesibles como un buen tercio helado de Mahou.

La maldad, consustancial a un poder que concibe a las personas no como ciudadanos sino como seres inferiores, culpables por el mero hecho de existir, tiene sus límites y en algunos personajes, tanto protagónicos como secundarios, se producen momentos catárticos en que afrontan la vileza de sus actos y deciden cortar con ellos, tratando de dejar de actuar como el Homo (o Mulier) Rapax en que se habían convertido. Al precio, generalmente, de sus propias vidas. Como el personaje de Alicia Silas y su sincero arrepentimiento, sin redención posible. O Liberto, mercenario y jefe de mercenarios, que detesta la violencia gratuita. Pantera, hiena, tiburón: los símiles predadores abundan en esta novela. Mas, también, los instantes de magia, de ternura, de seducción, incluso de amor casi en su versión más pura y cortesana, traspasadas todas las rayas rojas del sexo más explícito, con o sin sentido.

El relato hace confluir mediante flash backs y escenas alternas el desarrollo de la trama central y las confluyentes, sin que el ritmo ni el interés decaigan. La transcripción de los correos electrónicos intercambiados por algunos personajes, añade un elemento más de actualidad y agilidad narrativa.

Seduciendo a Caín es una novela que no deja indiferente. Los seguidores del noir nórdico, nortamericano o europeo no echarán de menos esas tramas, una vez «atrapados» en esta obra de Antonio Reina.

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