Recuerdo a Pura Veronesi
Gracias a una dedicatoria de un cuadro se ha rescatado la increíble vida de una gran mujer, bisabuela de una conocida familia toledana
La vida de Pura Veronesi, en imágenes
Los muertos, ¿lo están? A veces sentimos que están vivos, que nos acompañan, nos hablan e incluso condicionan nuestras acciones, como si nos estuvieran dirigiendo a algún lugar desconocido para nosotros y familiar para ellos. Si alguna vez sentimos su atracción en nuestro interior y nos dejamos llevar, observaremos que utilizan nuestras pisadas para revelar preciosos caminos.
Esto nos ha ocurrido no hace mucho con la bisabuela Pura, mujer hasta entonces bastante desconocida para nosotros. Sabíamos, eso sí, de su faceta como artista, gracias a las numerosas acuarelas y cerámicas realizadas por ella y que conserva nuestra familia. Poco más sabíamos de su vida, puesto que tampoco llegamos a conocer personalmente a los abuelos -su hijo y su nuera- para que nos contaran cosas de nuestra bisabuela. Sin embargo, desde hace unos meses, Pura Veronesi ha estado entre nuestras inquietudes de un modo constante y cercano.
Todo comenzó al fijar la mirada sobre una pequeña acuarela que, colgada en la pared del salón de nuestras tías, siempre había pasado desapercibida a pesar de su indudable calidad… al retirar el paspartú que la enmarcaba apareció la siguiente dedicatoria: «Recuerdo a Pura de T.M. Lucena 10-11-99 Madrid».
¿Quién era T.M. Lucena? En aquel momento ese nombre no nos era conocido. Investigando, pudimos descubrir que se trataba del pintor cordobés Tomás Muñoz Lucena (Córdoba 1860-Madrid 1942). Muñoz Lucena fue discípulo de Rafael Romero Barros (padre de los hermanos Romero de Torres) y de Federico de Madrazo. Participó en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, donde obtuvo medalla de segunda clase en 1887 con el cuadro «El cadáver de Álvarez de Castro» y en 1890 con la obra «Las lavanderas» y primera medalla en 1901 con «Plegaria en las ermitas de Córdoba», cuadro por el que fue considerado el primer impresionista cordobés y que puede contemplarse en el Palacio de la Merced, sede de la Diputación de Córdoba. Precisamente la Diputación de Córdoba rindió un merecido homenaje al pintor a principios de 2023, con una exposición de 64 de sus obras. La pequeña acuarela dedicada a Pura no llegó a tiempo de ser expuesta, pero sí se incluyó una imagen y una reseña de la misma en el catálogo de la exposición.
Surgió enseguida otra pregunta sobre la dedicatoria: ¿cómo y en qué circunstancias conoció Pura Veronesi a este magistral pintor? De este modo, los pequeños misterios de esta acuarela nos llevaron a investigar sobre la vida de nuestra bisabuela Pura, para descubrir a una mujer que fue brillante en muchos aspectos y que sin duda dejó huella, como intentaremos contar en las siguientes líneas.
Pura Mariana Veronesi Izquiano
Nació el 17 de febrero de 1878 en Ciudad Rodrigo (Salamanca) y fue bautizada tres días más tarde en la iglesia catedral de dicha población. Su padre fue Mariano Veronesi y Nuñez, natural de Ciudad Rodrigo, su madre Pilar Izquiano Arrabal, nacida en Algeciras (Cádiz). Ambos apellidos, Veronesi e Izquiano, de probable ascendencia italiana.
Al investigar también sobre la vida del que más tarde sería su marido, Lucas Zamora Monterrubio, descubrimos con cierta sorpresa que, aunque se conocieron en Santa Cruz de Tenerife, Lucas había nacido también en Ciudad Rodrigo. ¿Cómo unió el destino sus vidas tan lejos del pueblo natal de ambos? otro pequeño misterio que desvelaremos más adelante.
El padre de Pura, Mariano Veronesi y Nuñez, era una persona instruida y con inquietudes personales y profesionales. Era telegrafista y fue obteniendo ascensos de categoría que le llevaron a trasladarse con toda la familia a distintos puntos de la geografía nacional. Su último destino fue en Santa Cruz de Tenerife donde, como Jefe de Estación de Telégrafos, participó en primera persona en el hecho histórico de la llegada del Telégrafo a las Islas Canarias en 1883. Mariano Veronesi falleció en 1885 dejando viuda y seis hijos menores de edad.
Una vez fallecido el padre, la economía familiar quedó muy maltrecha. La pensión de la viuda tardó en llegar y no era suficiente, de tal forma que dos de los hermanos de Pura, Julián y Luis, se vieron obligados a emigrar desde Canarias a la Argentina en busca de mejor futuro.
Dama cofundadora de la Cruz Roja de Tenerife y Medalla de Oro de la Cruz Roja
La juventud de Pura transcurrió en Santa Cruz de Tenerife. A finales del siglo XIX no estaban de moda el voluntariado ni las ONGs (al menos con ese nombre ni siquiera existían) pero el espíritu dinámico de Pura y su afán de ayudar a los demás le llevan a enrolarse, junto a su hermana Carmen, en la Sección de Damas de la Caridad de la Cruz Roja de Tenerife.
Entre 1898 y 1899 se produce la repatriación a Tenerife de los soldados de la Guerra de Cuba. Las Damas de la Cruz Roja recibieron varias expediciones de repatriados, a los que se ofreció atención sanitaria y alimentos en un hospital improvisado.
Por dicho servicio abnegado de atención a los soldados repatriados, en particular a los que llegaban enfermos y heridos, Pura y su hermana Carmen -entre otras- recibieron la Medalla de Oro de la Asamblea Suprema de la Cruz Roja, como premio y reconocimiento por haber sido las primeras mujeres en iniciar la labor de la Sección de Damas de la Cruz Roja en Santa Cruz de Tenerife.
Junto con el resto de militares repatriados, volvió de Cuba el médico militar Lucas Zamora Monterrubio, quien había participado en la Guerra de Cuba atendiendo a los soldados españoles heridos de guerra o afectados por las enfermedades tropicales. Como ya dijimos, Lucas y Pura habían nacido en el mismo pueblo de la península, en Ciudad Rodrigo (Salamanca) pero el destino hizo que se conocieran, cuando Pura tenía 20 años y Lucas casi 30, en Tenerife. El hecho de ser paisanos seguro que influyó en que, al descubrirlo, se tuvieran mayor simpatía. Se casaron pocos meses más tarde, en abril de 1900.
Además de ayudar a los repatriados, las Damas de la Cruz Roja realizaron numerosas actividades de beneficencia, llegando donde no lo hacían otras instituciones públicas o privadas. En los primeros años del siglo XX llevaron a cabo campañas en favor de los damnificados del terremoto de Italia, del volcán de Garachico, de la epidemia tífico-indiana en las Islas Canarias, la Guerra de Melilla, la hambruna de Fuerteventura, etc.
Se trataba de mujeres valientes y decididas, nadando contra corriente en una época en la que la mujer estaba en un segundo plano. Es digna de especial mención la expedición organizada con motivo de la hambruna de Fuerteventura, donde un pequeño grupo de damas de la Cruz Roja de Tenerife se desplazó en barco a la isla hermana, para llevar las toneladas de alimento (patatas, azúcar, maíz) que habían conseguido de donativos y para participar en su reparto y entrega a las poblaciones más necesitadas. Esta expedición liderada por mujeres produjo gran asombro entre los habitantes de los pueblos socorridos, pues no era normal en esta época en la sociedad española que las mujeres pasaran a la acción y acometieran semejantes empresas.
Para atraer donativos y recabar fondos para estas campañas las «señoras y señoritas» de la Cruz Roja realizaron numerosas actividades, que incluyeron mercadillos, obras de teatro, fiestas populares, etc.
Pura participó activamente en estos actos, siendo en más de una ocasión propulsora de alguna original iniciativa. Ya en esta época da muestra de sus grandes dotes artísticas y de su creatividad. A modo de ejemplo, en 1908 idea transformar la sala de teatro de Santa Cruz de Tenerife en un patio Andalusí propio de las mil y una noches, lo que consigue con muy pocos medios con ayuda de sus compañeras de Cruz Roja. El resultado, con aparición de camellos vivos en la representación, causó gran admiración de los asistentes al evento benéfico.
Pura Veronesi, ya casada, pasó a formar parte de la Junta Directiva de las Damas de la Cruz Roja de Santa Cruz de Tenerife.
En 1901 la Asamblea Suprema de la Cruz Roja la distingue nuevamente, junto a un pequeño grupo de damas y señoritas de la Cruz Roja, con la Medalla conmemorativa de las campañas y repatriación de Ultramar.
El 18 de marzo de 1901 nace en Santa Cruz de Tenerife su primer hijo, Eduardo. El 21 de enero de 1903, también en Santa Cruz de Tenerife, nace su segundo hijo, nuestro abuelo, Miguel Zamora Veronesi. Al día siguiente murió su hermano Eduardo a causa de una meningitis, tenía sólo 22 meses. Sentimientos encontrados de tremendo dolor y alegría contenida para Pura y Lucas.
Breve estancia de dos años Córdoba, donde conoce al pintor Muñoz Lucena. Regreso a Tenerife
Lucas Zamora obtiene destino en Córdoba, en la Remonta de Caballería Militar, y allí se traslada junto con su mujer Pura y su hijo Miguel (que no llega a 2 años) desde septiembre de 1904 hasta noviembre de 1906. El 4 de junio de 1905 nace en Córdoba su hija Carmen Zamora Veronesi, nuestra tía abuela.
Es en esta etapa cuando Pura Veronesi conoció al afamado pintor cordobés Tomás Muñoz Lucena. Lamentablemente, no hemos podido averiguar las circunstancias que rodearon este encuentro. Como ya hemos comentado, Pura tenía grandes dotes artísticas y probablemente ya en estos años había empezado a desarrollar su afición por la pintura. Tal vez fuera en el transcurso de una exposición, o con ocasión de unas clases de pintura impartidas por Tomás M. Lucena en Córdoba, cuando el pintor le dedicó a Pura la acuarela con la que iniciamos este relato.
Muñoz Lucena en estos años vivía en Granada, donde era catedrático de Instituto y donde tenía un estudio en el que se formarían importantes artistas, entre ellos la pintora Aurelia Navarro, quien llegaría a ser galardonada en certámenes nacionales. No obstante tener su residencia en Granada, es muy probable que el pintor pasara temporadas en su Córdoba natal, donde conservaba familia y amigos, lo que propició su encuentro con Pura.
De vuelta a Santa Cruz de Tenerife en noviembre de 1906, Pura continúa ejerciendo durante unos años el cargo de Tesorera de las Damas de la Cruz Roja hasta su marcha de forma definitiva a la península, a finales de 1912.
Artista polifacética y alumna histórica de la Escuela de Artes de Toledo
A finales de 1912 Lucas obtiene destino como Médico Primero en la Academia de Infantería de Toledo y la familia se traslada desde las Canarias a la capital castellana. Junto con el matrimonio y sus dos hijos se trasladan a Toledo la madre de Pura, Pilar Izquiano, y Asunción, hermana de Pura y soltera, ambas vivirían en la casa familiar. La madre fallecería en 1917 en Toledo.
Ya en el curso 1913-1914, Pura fue alumna prolífica y destacada de la Escuela de Artes de Toledo, cultivando distintas disciplinas como el dibujo artístico, la escultura (en la técnica de modelado y vaciado), la cerámica y vidriera artística, etc. y obteniendo numerosos premios y distinciones académicas.
En 1916 participó en la Exposición de Bellas Artes organizada en el Ayuntamiento de Toledo con el fin de recaudar fondos para la restauración de la Iglesia de San Sebastián.
En esta etapa conoció al ilustre historiador y escritor cordobés, afincado en Toledo, D. Rafael Ramírez de Arellano, quien fue cofundador y primer director de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, y con quien Lucas y Pura trabaron una gran amistad.
Precisamente, dicha Real Academia organizó la Exposición de Bellas Artes de Toledo en 1920, en la que también participó Pura Veronesi con varias obras.
De nuevo en la Cruz Roja, Secretaria de la Junta de Damas de la Cruz Roja de Toledo
Pura Veronesi no olvidó sus años en las damas de la Cruz Roja de Tenerife, y en Toledo también participó activamente en la Cruz Roja local. En los años 1920 y 1921 figura como secretaria de la Junta de Damas de la Cruz Roja de Toledo.
Algunas de las actuaciones recuerdan a las que ya hacían la Junta de Damas de Tenerife, años atrás, para recabar donativos: una tómbola para recaudar fondos en el Paseo del Miradero o una función benéfica en el Teatro de Rojas, a beneficio del «hospital de sangre». Los fondos iban destinados a sufragar las instalaciones del citado hospital de sangre en el antiguo edifico de San Juan de Dios. El hospital se dedicaría a enfermos y heridos de la guerra de África, y sería atendido por las damas de la Cruz Roja.
Se promovieron otros proyectos que luego fueron realidad como el «Dispensario para niños enfermos» y el centro conocido como «La Gota de Leche» en la calle San Ildefonso. (La Gota de la Leche fue el nombre dado a las instituciones para remediar los problemas de desnutrición y de alta mortalidad infantil en aquellas familias que no podían permitirse el lujo de tener nodriza y cuyas madres no podían dar de mamar).
El marido de Pura y nuestro bisabuelo, el médico militar Lucas Zamora Monterrubio, era vocal de la Cruz Roja sección de hombres, y se implicó en cuerpo y alma en muchos de los anteriores proyectos. Realizó una importante labor médica atendiendo gratuitamente a niños en el «Dispensario para niños enfermos». Lucas participó como profesor, nuevamente de forma altruista y sin percibir remuneración alguna, en el Curso de damas enfermeras, del que es también profesor el Dr. Ángel Moreno. El curso se inaugura el 7 de noviembre de 1920 en el Paraninfo del Instituto y finaliza en mayo de 1921. Pura es alumna de este curso y obtiene el diploma acreditativo de haberlo superado satisfactoriamente.
El 15 de mayo de 1921 se fijó la inauguración oficial de la Gota de la Leche, y se hace coincidir con la imposición de brazaletes a la primera promoción del citado curso de enfermeras. Se tramitó una invitación a la reina Victoria, como presidenta suprema de la Cruz Roja Española. El acto se retrasó al lunes 17, sólo con la presencia de autoridades locales.
Años más tarde, cuando este proyecto era ya una realidad, el hijo de Pura, el Dr. Miguel Zamora Veronesi, médico de la beneficencia municipal de Toledo, fue también director de la Gota de la Leche.
Sobre la institución de la Gota de la Leche en Toledo puede leerse en el artículo de Rafel del Cerro Malagón en ABC de Toledo.
Etapa universitaria en Granada
Entre 1924 y 1929 la familia se trasladó a Granada, donde su marido Lucas fue director del Hospital Militar.
Es la etapa en que sus hijos Miguel y Carmen completan sus estudios universitarios. Miguel Zamora Veronesi, nuestro abuelo, se doctora en Medicina por la Universidad de Granada. Carmen Zamora Veronesi, nuestra tía abuela, fue también pionera al igual que su madre, ya que fue una de las pocas mujeres (6 mujeres) que junto con una abrumadora mayoría de hombres (28 varones), se licenciaron en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada en el curso 1926-1927, ya en el edificio de la calle san Jerónimo.
Regreso definitivo a Toledo
En marzo de 1929 Lucas, con 60 años, se retira de la carrera militar y la familia regresa a Toledo.
A su vuelta a Toledo, Pura, con más de 50 años, vuelve a ser alumna de la Escuela de Artes de Toledo. En esta Escuela es ya toda una «institución», pues comparte aprendizaje con alumnado mucho más joven que ella. Mantiene la ilusión y dedicación de su primer día en la Escuela de Artes, 20 años atrás, de tal modo que en el curso 1931-32, a los 54 años de edad, obtuvo premio en la asignatura de cerámica y vidriería artística.
Precisamente en diciembre de 1931 Pura se convierte en abuela con el nacimiento de su primer nieto, Miguel Zamora Nodal.
dEn diciembre de 1936, en los inicios de la Guerra Civil y poco después de que el bando «nacional» se hiciera con el control de la ciudad de Toledo, fallece su marido Lucas Zamora por causas aparentemente naturales. Pura tenía 58 años.
A esta gran perdida se une, pocos años más tarde, la de su hijo Miguel Zamora Veronesi, quien fuera médico de la Beneficencia Municipal y secretario del Colegio de Médicos de Toledo. Miguel fallece en 1943 con tan solo 40 años de edad, dejando viuda y siete huérfanos, el mayor de ellos, Miguelito, tenía 12 años y el pequeño, Carlos, no había cumplido los 7 meses. Pura revive en sus nietos su propio drama de la infancia, cuando murió su padre dejando viuda y seis hijos menores. Si en aquella ocasión sus hermanos Julián y Luis Veronesi, tuvieron que emigrar a la Argentina para buscarse un futuro mejor, ahora corrían tiempos muy difíciles, en una España de posguerra, tiempos de escasez y penurias económicas.
Tanto Pura, como su hija Carmen, que nunca se llegaría a casar, hacen lo imposible para ayudar a su nuera y cuñada respectivamente, Sagrario Nodal Galindo, a sacar adelante a la prole.
En 1956 fallece Sagrario, también joven. Tras esta nueva tragedia, la familia se convierte en el principal soporte de los siete hermanos Zamora Nodal:Miguel, Elena, José Vicente, Sagrario, Conchi, Mari y Carlos.
A pesar de todas estas desgracias familiares y la dureza de las circunstancias, Pura vive una vejez tranquila, arropada por el cariño de sus nietos y por la belleza de su espíritu luchador, altruista y artístico.
Pura Veronesi fallece en Toledo el 22 de mayo de 1958, a los 80 años de edad.
Epílogo
Al reflexionar sobre el hecho curioso de que la bisabuela Pura nos haya llevado a investigar durante meses y a recorrer su vida y las de los que la acompañaron hace siglo y medio, nos preguntamos: ¿por qué ahora, si siempre estuvo ahí? o ¿por qué nosotros, si somos una familia extensa?
Parece que nos hubiera esperado pacientemente tras la acuarela de ese artista cordobés, antes también desconocido para nosotros, para volver a vivir y a revelarnos ¡tantas cosas!
Sabemos que Pura Veronesi vivió intensamente, allá donde le tocó estar, como una mujer valiente y generosa, tratando siempre de ayudar a los demás, en especial a los más necesitados, y a la vez cultivando múltiples facetas de sí misma, sin olvidar nunca esa faceta íntima, la de artista, a pesar de que quizá a veces no casara mucho con sus otros «yos», menos aún en esa época.
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