Crimen de Ugena: Annas confiesa y el jurado lo declara culpable de asesinato
Mató a 'Santiago el abuelo' en febrero de 2021, propinándole golpes en la cabeza y descargas eléctricas con una linterna táser. El fiscal ha rebajado en el juicio su petición de cárcel para el acusado, «acelerado» con la cocaína, de 20 a 12 años y medio
Toledo
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Iniciar sesiónJesús de los Ríos, conocido como 'Santiago el Abuelo', murió en la madrugada del 23 de febrero de 2021, sobre las tres, en su casa de Ugena, ubicada en el número 11 de la plaza Mayor, debido a la brutalidad de los golpes ... en la cabeza y a las descargas eléctricas que recibió con una linterna táser por parte de Annas, que este lunes, en el juicio celebrado con jurado popular en la Audiencia Provincial de Toledo, confesó los hechos. «En un principio, yo no iba a matarlo...», declaró a las preguntas del fiscal, pero «cuando, al día siguiente, se me bajó todo lo que llevaba encima me di cuenta de lo que había pasado realmente».
Aunque el fiscal solicitaba una pena de prisión de 20 años para Annas, concurren dos atenuantes que hacen que haya rebajado su petición hasta los doce años y medio. Primero, la propia confesión; y segundo, que ya ha empezado con la «reparación del daño» al abonar 6.000 euros a la familia del fallecido. Asimismo, explicó que ha habido un acuerdo entre las partes que fija la indemnización en otros 30.000 euros adicionales. Y añadió, de cara a la deliberación del jurado popular: «Los forenses han revelado que no hubo lucha y que hubo alevosía. Y eso transforma el homicidio en asesinato». Horas más tarde, el jurado declaró culpable por unanimidad del delito de asesinato a Annas. Ahora el juez dictará sentencia.
Santiago el abuelo tenía 67 años en febrero de 2021 y se dedicaba al menudeo de drogas. El día 10 había sufrido un ictus, estuvo seis días en el hospital y el 16, al recibir el alta, tuvo una discusión con Annas en su casa. Según el acusado, se debió a que le dio menos cocaína de la pactada. Marcos, un testigo amigo del abuelo, declaró en el juicio que vivía «con miedo» porque le habían robado. También relató que «todo el mundo sabía que tenía un táser para defenderse».
Así pues, la madrugada del día 23, Annas, español de ascendencia marroquí, entonces con 22 años, volvió a la casa del abuelo. Lo hizo acompañado de Marta, su novia de 17. El acusado reconoció ante el tribunal que «estaba acelerado; consumía mucho y la verdad es que me ponía muy nervioso». El caso es que, aprovechando un momento en el que el abuelo estaba de espaldas, cogió el táser de 24 centímetros y le golpeó con saña en la cabeza.
«No hubo oportunidad de que se revolviera contra mí», admitió. La víctima quedó en el suelo boca arriba y, finalmente, Annas le introdujo el táser en la boca, rompiéndole el frenillo de la lengua; esta se fue para atrás y tapó la faringe. Pese a que se barajó la muerte por asfixia, los forenses indicaron que se había producido antes.
Annas y la menor salieron de forma precipitada de la casa -«si hubiese ido en mi sano juicio, habría intentado borrar pruebas»-, cogieron una escopeta y un monedero con droga y sin dinero de la víctima y se dirigieron a la Hípica Las Conchas, donde consumieron «toda la noche». Allí se vieron con Redouan, a quien el acusado pidió que le proporcionara otra ropa al estar la suya manchada de sangre.
Y luego Redouan llamaría a Kamal, entregándole una manta con la escopeta y una bolsa con la ropa de Annas. Kamal, que en el juicio prestó testimonio como testigo, tiraría la ropa manchada al lado de un contenedor. Por su parte, Redouan se encuentra ahora en rebeldía y no ha podido ser juzgado. Se enfrenta a un año de cárcel por un delito de encubrimiento.
Cuatro meses después de los hechos, en junio de 2021, la Guardia Civil detuvo a Annas y Marta en Carranque, a pocos kilómetros de Ugena. A la menor, como cómplice, se le impuso una pena de un año de internamiento cerrado y dos de libertad vigilada. Además, sus padres pagaron 40.000 euros a los cuatro hijos de la víctima, que era viudo.
En el juicio también declararon María Jesús, la vecina que vivía enfrente y que «pensé que ese hombre tenía mucha familia porque iban a visitarlo mucho y le decían 'abuelo'»; y Marcos, que pegó una patada a la puerta por la tarde y encontró el cadáver, encharcado de sangre: «Se cebaron con él en el suelo, cien por cien».
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