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El vértigo y la caída

El creciente número de suicidios y el aumento exponencial en el uso de psicofármacos habla con elocuencia del delirante estilo de vida

El derecho a discrepar

Goya, «Estragos de la guerra». Desastres de la guerra (30)

Luis Peñalver Alhambra

Toledo

Todos hemos soñado que nos caemos, por ejemplo, desde lo alto de un edificio. Para quien se está precipitando al vacío no existe la fachada del edificio de enfrente ni las escenas que se desarrollan detrás de las ventanas de los pisos que va dejando ... atrás en su caída libre. Esta pesadilla universal podría aplicarse a toda una época, la nuestra, con la diferencia de que nosotros sí vemos lo que está sucediendo tras las grandes superficies acristaladas de nuestro tiempo. ¿Y qué vemos los habitantes de este minúsculo planeta «que da vueltas a una estrella poco importante de poca monta en el quinto pino irrelevante del universo»? Qué vemos, o qué no vemos, pues la miopía de estas enloquecidas «hormigas narcisistas» (así define Salman Rushdie a los ejemplares de la especie humana que viven como si su minúsculo hormiguero fuese el centro de todo) es tan notoria que está fuera de discusión.

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