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El derecho a discrepar

Malos tiempos son éstos para pensar por uno mismo (y para soñar), pues en esta época de la inmediatez todo se cuantifica

¿Puede la política divorciarse de la ética?

La muerte de Sócrates, de Jacques-Louis David Museo Metropolitano de Arte, Nueva York

Luis Peñalver Alhambra

Toledo

Me gustaría empezar este artículo con una palabra que se asemeja mucho ya a esas monedas que se han devaluado porque se han gastado por su uso, o porque el cuño con el que se grabaron está tan deformado y pervertido que ya no significa ... nada. Me refiero a la palabra «libertad». Pero no vamos a hablar de la libertad con mayúscula, como un gran tema metafísico, sino de la libertad de pensar, de argumentar, de discrepar. De acostarse con el disenso, no con el consenso del llamado pensamiento «único». Sapere aude, atrévete a saber, era el grito de los ilustrados, porque sabían que el conocimiento te hace libre, o al menos consciente de tus cadenas.

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