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«Susurrando gritos» por los refugiados

Una joven estudiante del colegio Mayol de Toledo ha desarrollado un proyecto para concienciar sobre los refugiados

Sol Basarán Van Ham explica la exposición a otras alumnas del colegio Mayol Fotos: Ana Pérez Herrera

M. CEBRIÁN

Imagínense estar a miles de kilómetros de su país, haber perdido casi todas sus pertenencias y su hogar . Un hogar que ahora mismo estará en ruinas y del que solo quedan recuerdos en su memoria. O peor aún, ¿se imaginan haber perdido a casi todos sus familiares e incluso ver morir a un hijo de tres años en una playa lejana que sirve de lugar de ocio para unos y de tumba para otros?

Es fácil imaginárselo. Tan solo hay que ver o escuchar las noticias todos los días para comprobar cuán deshumanizado está el planeta en el que vivimos. Un ejemplo: el 2 de septiembre de 2015 una imagen se convirtió en un viral, la de Aylan Kurdi . Este niño kurdo de origen sirio, de tres años, copó todos los medios de comunicación al aparecer tumbado inerte tras ahogarse en una playa de Turquía. Esta es una más de la larga lista de instantáneas que está dejando la crisis humanitaria de los refugiados, algunas de las cuales se encuentran ahora expuestas en los pasillos del colegio Mayol, en Toledo, gracias a la iniciativa de una de sus alumnas, Sol Basarán Van Ham , de tan solo 16 años.

Pulseras de «Susurrando grtitos»

El origen de esta exposición está en otra muestra fotográfica, bajo el título «Sin filtros» , que esta joven estudiante acudió a ver con sus padres en el centro cultural «Matadero» de Madrid en octubre. De casta le viene al galgo, como se suele decir, ya que tanto el padre como la madre de esta estudiante han trabajado y colaborado durante años con la ONG Médicos sin Fronteras (MSF) en el terreno, sobre todo en países de África donde ha habido conflictos, como Sudán, Somalia, Tanzania o Ruanda. De hecho, el amor por el continente africano de Sol Basarán es heredado de sus progenitores. No hay más que ver el mapa de África que lleva como colgante.

Entre las imágenes que pudo contemplar en Madrid, hay fotografías de Anna Surinyach, Olmo Calvo y Juan Carlos Tomasi , quienes se las cedieron para exponerlas en el Colegio Mayol y en otros centros educativos de Toledo, como el IES María Pacheco, que ya se ha comprometido exponer la muestra. Sol destaca de todas ellas las de los niños, como Adem, un pequeño de unos cinco años, que llegó con su madre a los campos de refugiados de Europa procedente de Irak. «Lo que me llamó la atención de esta fotografía de Anna Surinyach, como en muchas otras, es que los niños siguen haciendo su vida y jugando, a pesar de las adversidades». En otra imagen de la misma fotógrafa, se ve cómo un voluntario pasa en brazos a un bebé de origen subsahariano, embutido en un chaleco salvavidas, desde una balsa de salvamento a un barco.

Imagen de Adem, niño iraquí jugando (Fotografía de Anna Surinyach)

Pero la imagen que realmente avivó en Sol la llama de intentar hacer algo para ayudar a los refugiados fue la de un niño de unos cinco años, del que se desconoce su historia, durmiendo dentro de un saco de dormir sobre un banco. Eso, precisamente, fue lo que causó más empatía en esta joven alumna del colegio Mayol, pues le hizo ponerse en la piel del niño. Las preguntas comenzaron a aflorar en la cabeza de Sol: «¿Está solo o no? ¿Tiene padres o hermanos o no? ¿De dónde viene? ¿Qué será de él?»

«Yo creía que estaba lo suficientemente concienciada, pero las fotografías que allí vi despertaron en mí un sentimiento mayor, y pensé en cómo podría ayudar a todas estas personas». Después de dar muchas vueltas a la cabeza y de hablar con sus padres y profesores, Sol llegó a la siguiente conclusión: «Aunque los jóvenes creamos que no podemos hacer nada, todos los pequeños actos de nuestro día a día sí pueden hacer un mundo mejor , aunque las grandes decisiones dependan de los gobiernos».

Beneficios para Médicos sin Fronteras

Esta es, precisamente, la filosofía del proyecto de esta joven estudiante, que lleva por título «Susurrando gritos» . Es el inicio de una serie de pequeños actos que Sol pretende llevar a otros centros educativos de la ciudad para concienciar a los jóvenes sobre esta problemática. Entre otras iniciativas, ha comenzado una campaña en redes sociales, charlas, un concurso literario y ha diseñado unas pulseras que vende al precio de un euro, de las que ha vendido cerca de 2.000. Han llegado peticiones incluso desde La Rioja y los beneficios se destinarán a la ONG Médicos sin Fronteras.

En opinión de esta estudiante de 16 años, « Europa no está haciendo casi nada para ayudar a los refugiados. Solo hay que ver que, a pesar de los medios que tenemos, los países que están acogiéndolos son subdesarrollados o en vías de desarrollo. Además, se están dando unas injusticias palpables, ya que los países europeos nos comprometimos a ayudar a estas personas, y ahora no está haciendo nada». Sol ya ha dado un primer pequeño pero grande paso.

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