Luis de Carvajal, a plena luz en el Museo del Greco

Así habla de este pintor toledano, en su artículo «En el Toledo del Greco: Luis de Carvajal y la Imposición de la casulla a San Ildefonso», Palma Martínez-Burgos, la recién designada catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Castilla-La Mancha y una de las principales conocedoras de este importante artista. Esta semana la catedrática ha pasado por el Museo del Greco de Toledo para conocer dos de sus obras que estarán expuestas allí durante dos meses, después del excelente trabajo de restauración llevado a cabo por la especialista Esther Gil Chao.

Nacido en Toledo casi con toda seguridad, Luis de Carvajal se formó con Juan de Villoldo y marchó luego a Roma, donde se le documenta en 1577 como miembro de la Academia de San Lucas. Al volver a la Ciudad Imperial, un año después pintó el retrato del arzobispo Bartolomé de Carranza para la serie de retratos de la sala capitular de la catedral. Y, por influencia de su hermanastro, el escultor Juan Bautista Monegro, entró a trabajar al servicio de Felipe II en las obras de decoración del monasterio de El Escorial.

Los cuadros que ahora se exponen en el Museo del Greco son un San Ildefonso de Toledo y un San Blas, que Luis de Carvajal pintó hacia 1605 , casi al final de su vida y que se encontraban en la sacristía de la iglesia parroquial de San Benito Abad de la localidad toledana de Yepes, aunque originalmente se encontraban en la columnata de debajo del presbiterio, recuerda el párroco Emilio Palomo Guío.

«Estos dos cuadros, que no eran muy conocidos, se encontraban en un estado de conservación bastante mejorable», afirma el director del Museo del Greco, Juan Antonio García Castro, quien incluso llega a decir que el de San Ildefonso fue recortado en algún momento, ya que ambos eran del mismo tamaño y debieron de formar parte de un programa iconográfico dentro de la iglesia de Yepes.

«Ahora han salido a la luz todos los detalles, los colores y la impronta que estos cuadros tenían originariamente, y que cuando nosotros los que encontramos no se apreciaban», subraya el directo del Museo del Greco, alabando el trabajo de su restauradora, Esther Gil Chao, quien indica que estos detalles estaban «completamente ocultos debido a repintes, faltas o barnices oxidados que impedían su contemplación correcta».

La exposición temporal de estas dos obras en el Museo del Greco se hace dentro del programa «Universo Greco», con el que este centro, mediante convenios con el Arzobispado de Toledo, lo que intenta es dar a conocer algunas de las obras de pintores del entorno del Greco e incluso del propio taller del pintor cretense que puedan estar dispersas en iglesias y otros edificios de la provincia o de Castilla-La Mancha. «Y, de paso, —señala García Castro— aprovechamos para que los visitantes acudan a contemplarlas más adelante en su lugar originario, fomentando así el turismo en esas localidades y en la provincia».

Pero, además, lo que pretenden es que estas piezas invitadas puedan servir de ayuda a los especialistas en el arte del artista cretense y de los pintores de su época. Según explica el director del Museo del Greco, estas exposiciones temporales han servido para que historiadores del arte y expertos en la materia acudan a contemplar las pinturas expuestas para hacer estudios sobre ellas y sus autores. En definitiva, esta es una oportunidad única para poder disfrutar de estas dos obras poco conocidas de Luis de Carvajal.