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La Cornisa sigue fiel a sus Judas

Como cada Sábado Santo desde tiempos inmemoriales, decenas de toledanos cumplieron con el rito del fuego en el Barco Pasaje

Los Judas se quemaron a las nueve en punto H. FRAILE
J. A. Pérez

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A las nueve en punto de la tarde-noche, como cada Sábado Santo desde tiempos inmemoriales, allá donde el Casco Histórico de Toledo desemboca en el río Tajo y al lado de donde ha brotado una playa de arena fina y blanca, que parece obra de Dios y no de las abundantes lluvias de las últimas semanas, la asociación de vecinos La Cornisa quemó nuevamente a sus Judas.

Dos muñecos de trapo, hombre y mujer, vestidos con ropa vieja y sombrero de paja, ardieron en el Barco Pasaje ante la presencia de decenas de personas congregadas en un rito pagano del que no se avisa en el programa oficial de la Semana Santa por motivos obvios, pero que se ha convertido en una práctica tan habitual como cualquier estación de penitencia. A quienes se acercaron hasta este refugio libre de las hordas de turistas que copaban las arterias principales del Casco se les recompensó con un refrigerio y chorizos a la brasa. Hay cenas peores.

«Es una tradición de toda la vida en Toledo, aunque ahora sólo lo hagamos nosotros», explicó a ABC José María Redondo, presidente de la asociación de vecinos, veterano en estas lides, quien cuenta que también se hacía en el resto de barrios y que se fue perdiendo con el paso del tiempo. No se sabe muy bien cuándo ni por qué. El caso es que las diferentes juntas directivas que ha habido en La Cornisa en los últimos 40 años (la asociación se creó en 1985) han sido garantía de mantener vivo este fuego.

«Es una tradición de toda la vida en Toledo, aunque ahora sólo lo hagamos nosotros», explicó a ABC José María Redondo, presidente de la asociación de vecinos La Cornisa H. FRAILE

Amparados por Protección Civil y la Policía Local, mientras los patos salían del Tajo para ver con sus propios ojos a que se debía tanto revuelo y los numerosos niños en la anochecida del Sábado Santo señalaban con el dedo las llamas, que parecían tener prisa por llegar al cielo, una señora de mediana edad, novata en esto de los Judas, le comentaba a su amiga: «Si lo llego a saber, me traigo el vestido de novia...».

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