ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
Kenneth Brown en el país de la Celestina y el Quijote
El reconocido hispanista norteamericano da dos conferencias en Castilla-La Mancha
El profesor Kenneth Brown descubre con las nuevas tecnologías un sombrero cordobés en las sombras del cuadro
ANTONIO LÁZARO
Conozco a Kenneth Brown desde finales del siglo pasado. Gran especialista en desvelar las claves judeoconversas que subyacen a la literatura española bajomedieval y de los siglos de Oro, he concordado con él en diferentes proyectos. Como estudiosos, ambos, del poeta, ensayista y dramaturgo ... barroco conquense Antonio Enríquez Gómez, lo incluí en el monográfico sobre este autor cuya coordinación me encargó la Diputación de Cuenca en 1996, con un trabajo recopilatorio de sonetos bíblicos. Y edité, en el periodo en que dirigí el Servicio de Publicaciones de Castilla-La Mancha, dentro de la serie de Clásicos, su edición definitiva del romance dedicado al teólogo judaizante Lope de Vera por el poeta conquense, un libro titulado 'De la cárcel inquisitorial a la sinagoga de Amsterdam' (Toledo, 2007).
Lo he acompañado en varias ocasiones en sus expediciones para rastrear pervivencias judaicas a través del tiempo por La Mancha de Cuenca, en la parte de San Clemente (villa natal de Lope de Vera, quemado por la Inquisición en Valladolid y mártir del judaísmo europeo del XVII) y por tierras toledanas (Puebla de Montalbán), unas comarcas fuertemente semitizadas. El doctor Brown ha vuelto a España tras el paréntesis pandémico y ha pronunciado recientemente sendas conferencias, una en la Puebla de Montalbán y otra en Cuenca, en el marco de un encuentro internacional de cervantistas.
«Georgius Manrique Toletanus'
MARI CRUZ MAGDALENOEl poeta, muy vinculado a Toledo, escribió una de las elegías más bellas de la literatura española
Como sucede con buena parte de las mejores literaturas mundiales (la alemana o la estadounidense), el sincretismo, fusión o aporte judaico subyace también a la excelsitud de lo mejor de la Literatura española. Aquí, disponemos de un término, 'mudejarismo' (distinto en lo literario de lo arquitectónico, pues en aquel es fundamentalmente de estirpe judaica o judeoconversa), que permite un luminoso recorrido desde el Libro del Buen Amor a la comedia barroca, pasando por La Celestina, la picaresca, la mística, el diálogo humanista o Cervantes, nada menos. En los últimos tiempos, constato una presencia y un protagonismo crecientes del mismo factor en un ámbito como la poesía cancioneril del XV (aunque hecha best seller en el XVI, por obra y gracia del impagable Cancionero General de Hernando del Castillo), un ámbito nobiliario y palaciego que, en principio, pudiera parecer un tanto distante del entorno cristiano nuevo.
En los últimos lustros, además de recuperar, estudiar y editar a autores de mérito dentro de la diáspora peninsular por las juderías europeas del XVII, tras Enríquez Gómez, Brown se ha centrado en el esclarecimiento del sustrato y del impulso judaico en La Celestina y en Cervantes. Sus hallazgos de variados niveles de lectura y de mensajes encriptados para diferentes grupos lectores (cristianos, conversos, judíos) iluminan una más completa percepción y comprensión de las dos grandes cimas, junto al cancionero de Jorge Manrique, de las letras hispánicas.
Por espigar un par de muestras de sus hallazgos, señalaré la detección de fragmentos de liturgia judía explícitos en La Celestina, o el juego cómico, a través de los nombres de los personajes (Rodaja, Pedro Recio, etc.), muy presente en Cervantes, sobre el tema de la circuncisión y sus connotaciones sexuales. También, irradiando a la gastronomía, la versión judaica del conocido plato 'duelos y quebrantos', que no sería ya el de la sabrosa receta lopesca o cristiano vieja, sino un plato para el duelo judío cuando había un difunto reciente en la familia (más o menos, el pescado cocido con huevos 'para enfermos', que todos conocemos). He mencionado estas pinceladas a modo de curiosidad. Las indagaciones de Kenneth Brown tienen, desde luego, una proyección filológica, literaria, religiosa e histórica del mayor calado y complejidad.
En el caso del escritor que nos unió, el conquense exiliado en Francia, Enríquez Gómez, cuya vida fue una verdadera novela policiaca, el recurso al enrevesado código culto, culterano o gongorino le permitió camuflar mensajes heterodoxos, ante todo en sus comedias de santos a su regreso clandestino a España bajo el seudónimo de Fernando de Zárate, con tanta fortuna que burlaban la censura, triunfaron en los corrales y han dado lugar al mito, incluso en nuestros días, de que el autor habría acabado convirtiéndose en su etapa final sevillana a la ortodoxia católica (o que era otra persona y autor distinto de Antonio Enríquez). En mi tesis doctoral, que estudia y da a conocer un libro inédito en verso y prosa de Enríquez dedicado a la reina Isabel de Borbón (esposa de Felipe IV), analizo la radicalidad contra el poder inquisitorial de una obra que abrió la puerta a la amarga sátira subyacente a sus comedias finales, cargadas de chistes, parodias y críticas irreverentes hacia el orden estamental establecido. Si en el Romance a Lope de Vera, estudiado y editado por Brown, el autor castellano-manchego confronta abiertamente a la Inquisición y al sistema español de castas y la supuesta limpieza de sangre, con un texto que funcionó internacionalmente como panfleto antiinquisitorial e incluso como homilía en las sinagogas, en el largo romance (más de 4000 versos con la misma rima e-o del anterior, casi una comedia con un solo personaje) dedicado a la primera esposa de Felipe IV, recién fallecida, Enríquez invade un género oficialista y corporativo, el del epitafio funeral de los monarcas, para deslizar mensajes críticos bajo una pantalla de ortodoxia, ensayando la carga explosiva de las comedias de su etapa final, en la clandestinidad sevillana.
En nuestros encuentros de estos días, antes de su retorno a Calgary, hemos contrastado nuestros respectivos posicionamientos. Si siempre he pensado que el taburete (o quizá, trono) de nuestra mejor literatura tenía una pata judaica, ahora (gracias en buena parte al magisterio y a los hallazgos de Kenneth Brown) pienso que pueden ser por lo menos dos. Su gran conocimiento personal y vivencial de la religión y la cultura judías, así como de le lengua hebrea, aportan un plus que enriquece la exégesis de nuestros clásicos y el desvelamiento de muchas de sus claves. Sus conocimientos históricos, lingüísticos, talmúdicos y cabalísticos se aúnan con una trayectoria investigadora amplísima en los ámbitos de la filología española y también portuguesa. Algo que un filólogo o hispanista no judío, incluso desde la excelencia, nunca podría ofrecer. Seguimos esperando de Brown nuevos hallazgos y sorpresas: hay muchas cuestiones que requieren exploración y examen, varios puntos ciegos y diferentes aspectos pendientes de iluminación desde la perspectiva de una hermenéutica del componente judaico y/o cristiano nuevo de nuestra Literatura. Y en ese terreno los aportes del doctor Brown son, y seguirán siendo, impagables. Gran tertuliano, conferenciante ameno y, ante todo, persona de gran humor y luminosa bonhomía, aguardamos desde ya su próxima visita..
Escritor conquense radicado en Toledo. Gestor cultural. Autor de novelas como 'El club Lovecraft', 'Memorias de un hombre de palo', 'Los años dorados' o 'La cruz de los ángeles'. Colaborador del Diario ABC.
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