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Hilaro Priego Sánchez-Morate - Académico

Casas Colgadas: Una singular arquitectura de la vieja Europa

Ibáñez Martínez, Pedro Miguel. Las Casas Colgadas y el Museo de Arte Abstracto Español. Coedición de la UCLM y el Consorcio Ciudad de Cuenca. Cuenca, 2016.

ABC

Hilario Priego Sánchez-Morate, de la Real Academia Conquense de Artes y Letras

Las conocidas como Casas Colgadas de Cuenca constituyen una de las arquitecturas más singulares que pueden encontrarse en el patrimonio histórico de la vieja Europa; inmuebles modestos en sí mismos y con una historia en camino de ser seis veces centenaria, su imagen ha traspasado fronteras y las ha convertido en emblema de la ciudad, asociadas además a un icono tan de absoluta modernidad como el Museo de Arte Abstracto Español que en ellas se aloja. Ahora, el profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha Pedro Miguel Ibáñez Martínez, bien conocido por sus magníficos trabajos de investigación histórico-artística, les ha dedicado un exhaustivo estudio que acaba de ver la luz en coedición del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha y el Consorcio Ciudad de Cuenca.

En palabras del propio profesor Ibáñez Martínez, el libro propone el estudio global e interdisciplinario de las Casas Colgadas a lo largo del tiempo, despojando su historia de todas las adherencias que se le han ido añadiendo con el paso de los siglos. Ello ha sido posible gracias a una cuidadosa investigación que ha permitido seguir su evolución desde los primeros rastros documentales, a mediados del siglo XV, hasta el año 1966 en el que se incorpora al edificio el Museo de Arte Abstracto. Para ello, se ha estructurado la obra en dos grandes apartados: el primero, titulado «Las Casas Colgadas. La lenta eclosión de un emblema arquitectónico (1469-1928)», estudia el conjunto arquitectónico desde los primeros documentos conocidos hasta el año 1928 en que fue demolida una parte del edificio; el segundo («Las actuales Casas Colgadas (1928-1966). Espacio y forma del Museo de Arte Abstracto Español») aborda la historia moderna del conjunto arquitectónico hasta la instalación en el mismo de la colección pictórica reunida por el artista hispano-filipino Fernando Zóbel.

La primera parte del libro nos remite a los primeros tiempos de las Casas Colgadas, asociados a la figura del bachiller Gonzalo González de Cañamares , canónigo de la catedral de Cuenca que vivió en ellas y las vinculó al patronazgo de la capilla que creó en la seo conquense; esta última circunstancia aseguró la conservación del edificio durante siglos bajo una misma propiedad y ha permitido conocer a sus poseedores y habitantes de manera consecutiva y sin interrupción alguna. El estudio de la evolución de la propiedad se complementa con un análisis detallado del contexto en el que se sitúan las Casas Colgadas dentro de la singular arquitectura popular conquense, y con las referencias a los orígenes y a la consolidación de las Casas Colgadas como icono urbano de la ciudad, proceso que se sucede durante el último cuarto del siglo XIX y los primeros años del XX.

Ya en la segunda parte, el profesor Ibáñez Martínez estudia las diversas coyunturas que conducen a la definición del conjunto arquitectónico de las Casas Colgadas tal y como hoy lo conocemos. El autor se detiene, entre otros aspectos, en el proyecto elaborado por el arquitecto Fernando Alcántara (con el que se inicia la imagen definitiva de las célebres fachadas a la hoz del río Huécar), en el falso estado de ruina en que queda el edificio en 1931 (y que se alarga durante treinta años) y en la reconstrucción definitiva en la década de los sesenta del siglo XX, con atención a los proyectos de arquitectos como Francisco León Meler o Fernando Barja . El proceso de adaptación de las Casas Colgadas para recoger la colección de obras de arte abstracto adquiridas por el pintor Fernando Zóbel culmina una obra que se cierra con una importantísima y profusa bibliografía y cuenta, además, con un excelente aporte gráfico en el que hay numerosas imágenes y planos inéditos. Todo ello hace de éste un trabajo riguroso, serio y enormemente atractivo; el rigor documental de Pedro Miguel Ibáñez y el generoso aparato de notas con que ha completado su trabajo contribuyen a engrandecer su aportación al conocimiento de un monumento emblemático para la ciudad de Cuenca, en un momento especialmente importante ante el inicio del expediente para su declaración como Bien de Interés Cultural.

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