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La casa de un alcalde. El arquitecto José Ramón Ortiz (1865-1940)
Una muestra de la moderna arquitectura privada del siglo XIX en pleno corazón de Toledo
La casa de un alcalde de Toledo a finales del siglo XIX
TOLEDO
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Iniciar sesiónEl 17 de octubre de 1926, con 69 años, fallecía José Benegas Camacho que ejerció el cargo de alcalde en Toledo en cuatro períodos discontinuos entre 1897 y 1924, siempre adscrito a las filas conservadoras de la Restauración. Había nacido en Hellín y, según ... algún autor, en su juventud fue cadete del batallón de voluntarios de la República. En 1884 ya regentaba en Toledo, en Comercio, 26, una afamada sastrería dirigida a la clientela de la Academia de Infantería. En 1909 disolvió la sociedad de su taller con su sobrino Eduardo Valdivia, el cual abriría un negocio propio en Madrid y sería el heredero de una notable fortuna, pues Benegas siempre figuró entre los mayores contribuyentes de la ciudad. Como alcalde, se volcó en concluir varias dotaciones municipales, participando en entidades, asociaciones y acontecimientos de todo tipo. En 1913 presidió el comité maurista local junto a Teodoro San Román, Ramón Ariz y Félix Conde entre otros correligionarios. Su amistad con Maura le supuso ser gobernador civil de Burgos durante unos meses, en 1919.
La casa de un alcalde de Toledo a finales del siglo XIX
Una muestra de la moderna arquitectura privada del siglo XIX en la calle de la Plata
Estuvo casado con Antonia Portales Flores que falleció en 1913. El matrimonio no tuvo hijos. En agosto de 1897, residiendo en Comercio, 21, solicitó licencia para construir una casa con fachadas a las calles de Santa Justa y de la Plata, conforme al proyecto firmado por José Ramón Ortiz que, al ser arquitecto municipal, fue visado por el arquitecto provincial Ezequiel Martín. El 1 de septiembre se aprobó la obra de aquella vivienda que acogería reuniones familiares, institucionales y políticas como también las hubo en su finca Villa Antolina, inmediata a Buenavista.
José Ramón Ortiz, arquitecto
Ya dedicamos un pasado artículo a Juan García Ramírez (21/01/2024), fecundo arquitecto municipal de muchos proyectos aprobados por sucesivas corporaciones y profusas obras privadas entre 1876 y 1928. Sin embargo, en septiembre de 1895, solicitó la baja por motivos de salud, incorporándose en mayo de 1898. Durante su ausencia las tareas las asumió José Ramón Ortiz Portillo -1865, Lanestosa (Vizcaya) - 1940, Madrid-, joven arquitecto titulado en 1893, que llegó a Toledo en 1895 como Oficial 1º de Registros Fiscales en la Delegación de Hacienda. Hasta 1898 atendió algunos encargos particulares además de sus tareas como funcionario público. Después marchó destinado a Valladolid. Fue alcalde y arquitecto de su villa natal en 1904 y ejerció en Registros fiscales de distintas ciudades hasta su jubilación en Madrid, en 1932. Dejó un largo rastro de obras oficiales y particulares como recoge la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca, Maite Paliza Monduate, en un estudio sobre este arquitecto (2000). La autora resalta algunas claves como el interés por atender las infraestructuras públicas, la iluminación, la ventilación de los edificios y también por haber recibido el influjo que traía el modernismo europeo frente a las pautas marcadas por la tradición histórica.
Tales aspectos los manifestó durante su breve estancia en Toledo. Por ejemplo, en 1897, Ortiz publicó un ensayo titulado Higiene municipal de Toledo, quizá motivado por la falta de agua potable y el pobre bombeo de caudales desde el Tajo por la Casa Elevadora. También pudo influir el interés del Ministerio de la Gobernación, iniciado en 1894, sobre el estado de la salubridad local y que, en Toledo, cumplimentó de manera sumaria, Juan García Ramírez. Otro reto que tuvo que afrontar fue proyectar un moderno Mercado de Abastos, en la plaza Mayor, con la necesaria aplicación del hierro para lograr un amplio espacio interior, luminoso, ventilado y diáfano. Al tener que dejar Toledo solo se ejecutaron los muros maestros, quedando inconcluso el cerramiento que llegaría en 1914 después de distintas y costosas propuestas de otros técnicos. Por último, un ejemplo del acercamiento de Ortiz a las corrientes modernas lo hallamos en el proyecto de la vivienda del citado alcalde Benegas.
Plata, esquina a Santa Justa
En este encargo se partía de un irregular solar de 84,6 metros cuadrados. A pesar de ello conseguiría levantar una finca alineada con las dos calles contiguas y el acceso en un estrecho chaflán de 3,6 metros. Logró crear un patio interior, algo ilusorio en el eje Belén-calle del Comercio, cayendo en el olvido los sillares romanos hallados al cimentar la casa, según indicó, en 1919, el militar y arqueólogo Castaños Montijano.
Sobre el sótano, con muros de mampostería, ladrillo y cal se alzaron cuatro niveles en las tres fachadas, cada uno con diferentes tipos y número de huecos. En la planta baja aplicó viguetas de hierro y forjados con bovedillas de rosca de ladrillo. Los entramados superiores fueron de madera, siguiendo «los usos y buenas prácticas de la localidad». Ortiz indicó que toda la decoración exterior fuese con arreglo a los dibujos del proyecto. Así, en la planta baja de las fachadas, se marcaron en yeso fingidos sillares y dovelas. En los balcones de la primera y la segunda se colocaron molduras, antefijas, ménsulas, cabezas de guerreros y pilastras corintias en los extremos. Sobre la calle de la Plata, en la última planta, trazó cinco balcones con decorados arcos de medio punto.
La distribución interior revela aspectos de la vida diaria en estos inmuebles habitados solo por la familia propietaria. La planta baja reúne el portal previo al patio y estancias que, según la profesión, solían ser un bufete o consultas, además de un comedor y una cocina para su uso en verano, buscando el fresco bajo un toldo, con plantas y un surtidor central. La planta principal, en torno al hueco central, reunía cinco habitaciones que según los teóricos de la época -como el arquitecto y académico Rodríguez Ayuso (1896)- se destinaban a visitas o celebraciones. La segunda, con la misma distribución, era una zona más íntima con la cocina habitual, un retrete, un salón con un mirador y alcobas. La última planta se ideó con un gran espacio, acaso para reuniones familiares, más cuartos de invitados, del servicio, etc.
La vivienda que fue de José Benegas, a pesar de recientes reformas y la inserción de escaparates en la planta baja, revela la huella de la nueva arquitectura en Toledo a finales del XIX, que también ensayaron Juan García Ramírez y Ezequiel Martín, en inmuebles de Zocodover y su entorno. José Ramón Ortiz dejó un proyecto alejado de las pautas tradicionales toledanas, resuelto con materiales de escasa nobleza y unos alzados ajenos a la ortodoxia académica. El resultado responde claramente al gusto de una potente burguesía, gestora de la «cosa pública», que proyectaba su estatus en las instituciones, el comercio, la industria y en sus propias viviendas en los centros urbanos.
Maestro, profesor de Secundaria e inspector de Educación. Doctor en Historia del Arte. Investigador especializado en la fotohistoria e imagen de la ciudad Toledo
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