Pepe Castro retrata a Julio Rey
Julio Rey. Atleta toledano. Corredor de fondo. Rey del maratón. El pelo muy corto para no molestar al viento, cubre una cabeza estrecha con óvalo y mirada de santidad pictórica. La nariz, algo aguileña, desciende hacia una boca cerrada —que no entren moscas— y prudente, ... tocada con un leve halo de reproche.
Impactan sus ojos claros y una mirada retadoramente sufriente donde se esconde su verdad. Esa que se tomó revancha cuando resurgió como el ave fénix después de dos años en dique seco. Tras dar positivo en el control de dopaje del maratón de Rotterdam, sus nuevas victorias sentenciaron que es posible regresar a la élite mundial tras una lucha amarga por demostrar su inocencia. Del purgatorio al éxito, dejando en el camino alguna institución y algún amigo que le retiró el saludo.
Ya de niño, cuando se estrenó en la pista del colegio Maristas, lucía maneras de atleta. Enjuto, apretado y anatómicamente perfecto para la carrera empecinada, luce una impresionante clavícula de hombro a hombro en el estudio del fotógrafo. Sobre el pecho aferran sus brazos un par de zapatillas, pulmones de goma por los que aún respira; esas zapatillas de largos cordones que colgó el año pasado por el dolor insufrible del glúteo en la carrera. De la mano de Julio Rey todos aprendimos que existen unos músculos llamados isquiotibiales que pueden cambiarte la vida.
Ahora que difunde las virtudes del deporte por las escuelas de Castilla-La Mancha, muchas veces se descubre pensando en aquel chaval del barrio de San Antón con un padre carnicero que se convertió en su entrenador desde muy pronto. Resignado, tiene más tiempo para sus tres hijos y para Vanesa, atleta internacional con la que descubrió el amor en tiempos de maratón, cuando árboles, plantas, coches y gentes pasaban veloces a ambos lados y el hombre corría, y corría. Y se perdía en la distancia.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete